Hungría es un país que ronda casi los 10 millones de habitantes. De ellos, entre medio millón y 200.000 personas son gitanas, dependiendo de las estimaciones. Un país donde eso de que la bandera gitana lleve una rueda en el centro tiene todo el sentido. Porque en Jerez, en Andalucía, llevan muchísimo tiempo muchísimas familias gitanas establecidas. En Hungría y en tantos países, son nómadas. Y cuentan los integrantes de Várkonyi Csibészek, que en su país, cuando los gitanos entran en una tienda, los propios empleados les buscan entre los pasillos. Porque ese racismo, que existe en todas partes, se hace aún más visible.
La mayoría de miembros de la banda musical Várkonyi Csibészek son gitanos. Un amplio grupo donde cada cual tiene orígenes difíciles. Fundado en 2017 bajo el amparo del proyecto Common Vibe, la música les sirvió para mejorar sus vidas y lograron cierto éxito como banda fundamentalmente infantil. Hoy han abandonado la adolescencia, son chavales jóvenes. El nombre del grupo significaría algo así como 'Los pícaros de Varkony'. Este martes actuaron en la primera noche de la Fiesta de la Bulería de Jerez y este miércoles continuaban conociendo Jerez. Y encontrándose con gitanos artistas de Jerez, con quienes tienden puentes culturales y musicales. Pero también en un espejo, porque hay elementos comunes que no entienden de tradición.
Akos Miklosi y Gaspar Thorpe cuentan que allí conocen a Paco de Lucía, y que de hecho la rumba es también una música propia. Allí, cuentan, la gente sabe que en el Sur de España hay gitanos que se han establecido y que son fundamentales en el desarrollo del flamenco. Orsos Sandor es percusionista y sí que escucha flamenco regularmente. "Es una cultura muy importante para mí".
La música que hacen en Hungría es de fusión en sí mismo, con jazz, funky o ritmos balcánicos. Varias influencias, varios estilos, muchas sensaciones, con la intuición por delante de cualquier otra cosa para imprimir en las canciones y en sus actuaciones. En estos días en Jerez han tomado una decisión: "Vamos a introducir las palmas en nuestra música". Ruszo Dominik es el cantante y toca el teclado. Es el que más claro lo tiene. "La música de los gitanos de aquí tiene una mentalidad muy hermosa, es libertad".
En Jerez están conviviendo con Curro Carrasco, Luis Montoya, Sebastián Blanco y Juan Romero. Jóvenes flamencos que van creciendo, buscando su lugar. Alguno sabe inglés, caso de Juan, y otros lo chapurrean. Pero da igual porque se han entendido de otras formas. "Nos hemos reído muchísimo", cuentan en el patio de Damajuana, que es también el del estudio la Bodega, de Josema García-Pelayo. Han comido y bebido juntos en estos días de intercambio cultural.
El ritmo, la música folclórica gitana de Hungría, bebe de raíces comunes. "Conectamos visualmente". Mirándose, al hacer música juntos, saben más o menos por dónde van a tirar. Juan explica que se comparte el 'beat', el golpe, el latido de la música. "Nos reímos a veces porque con la forma que tienen, sabemos dónde entra un ole".
"Ellos hacen una música que es sin partitura, como nosotros. Y tienen un pellizco que es gitano, el mismo pellizco". Porque es que "lo que nos une es lo que no es académico". De hecho, llegan a una conclusión: "Nos hemos entendido más con ellos que son de Hungría que con algunos músicos españoles".
Es curioso, cuentan al entrar un poco más en conceptos más musicales. Por ejemplo, la cadencia andaluza muy empleada en flamenco sería una base sucesión de notas de más aguda a más grave, a menudo empezando por un La menor y acabando en Mi: La-Sol-Fa-Mi. Casi cualquier oído la reconoce en miles de canciones, flamencas o no. Pues bien, en esa música húngara a la que los flamencos jerezanos se han expuesto estos días, esa cadencia no existe como tal. Pero sí sus razones.
"Para llegar al mismo sitio se rebuscan más, digamos que estiran más el chicle". Y eso, para Luis, "es divertido". Escuchas cosas nuevas pero siempre acaba llegándose a lo mismo, a que se entienden cosas en un lenguaje musical que no se describen con palabras. A lo mágico de la creación artística. Convivencia, puentes y preparar lo que viene. Al final, lo importante, ocurría alrededor de una mesa: enseñándose mutuamente el compás, el beat.
Ayuntamiento y un exministro de Rajoy
La iniciativa se enmarca en un esfuerzo realizado por varias personas que se han implicado. Pachi Espinosa, representante de artistas, es uno de ellos y ya unió a flamencos de Jerez con músicos de África para explorar raíces hace un año. El siguiente paso será que los jerezanos acudan a Hungría. También cuenta con el respaldo municipal. El delegado de Cultura, Francisco Zurita, considera que es "una iniciativa magnífica, muy constructiva". El objetivo es ayudar a que se repita en los próximos años. Como muchos proyectos, está bajo el amparo de la candidatura a la Capitalidad Europea de la Cultura de 2031.
Pero también otro jerezano ha servido de puente. Es Alfonso Dastis, quien fuera ministro de Asuntos Exteriores en el Gobierno de Mariano Rajoy entre 2016 y 2018, hoy embajador de España en Hungría. "Yo por Jerez hago lo que pueda". Y eso ha significado facilitar las cosas simplemente. Este miércoles compartían ambos políticos un arroz realizado por Sebastián, uno de los flamencos de la iniciativa.
