La Feria del Caballo se acabó y con ese final la ciudad recupera una rutina que muchos temen y otros esperaban con ansia. El sábado dio el banderazo de llegada a la meta a aquellos que se la han echado al lomo trabajándola y para los que si esto dura un poco más se declaran en quiebra.
El cierre estuvo marcado por una jornada de gran ambiente en el Real, como si fuera un día de los fuertes. Casetas llenas, mucho ambiente de fiesta y el personal a tope. La jornada de clausura no fue solitaria y desangelada. Todo lo contrario. Un final digno y a tono con lo que ha sido una Feria de premio en afluencia de público al parque González Hontoria. No se tuvo la sensación de que era el último día.
Los más recalcitrantes y apasionados miraron de reojo los destellos postreros del alumbrado que ha iluminado sus noches de fiesta, una nostalgia que se curará en unos días para los que estén con la mente puesta en la romería del Rocío. El sábado no hubo tiempo para relajarse en las casetas. La ‘clientela’ no faltó, un público en el que se vio a muchos excursionistas llegados en buses para echar el día, como antaño sucedía el domingo.
Nos cuentan que los caseteros dan por buenos los resultados de la Feria, aunque nos siga dando la sensación de ser demasiado larga y, en estos tiempos, demasiado cara. Esta circunstancia no ha impedido que almorzar o cenar en la mayoría de las casetas determinados días haya sido un imposible si no se reservaba mesa. En ese sentido los caterings, los especializados en trabajar ferias y similares, han triunfado. Curioso sería saber el margen de beneficio que han aplicado.
Fuentes municipales, que no hablan de balance hasta que lo haga la alcaldesa, señalan que en un sondeo informal, las ventas han subido un 15% en relación a 2022. Puede ser debido a los precios tan ‘populares’. Dos euros una botellita de cuarto de litro de agua. Ahí queda eso. En la caseta de los mayores las vendían a 50 céntimos.
Hemos asistido también a una Feria demasiado estropeada. Sí, estropeada. Los elementos decorativos están hechos un asco, como el forrado de las torretas eléctricas. Del albero ni hablemos, con zonas claramente rellenas de arena, poco compactado el que quedaba, boquetes por doquier y para colmo del ‘buen gusto’ los cartelitos pegados con fotos de pases de trajes de flamenca. Realmente ridículos.
Todo por una dedicación que históricamente nunca se ha producido hasta que Pilar Sánchez, alcaldesa entre 2007 y 2011, abrió esta opción. ¿No está ya dedicada al caballo? Para qué más dedicación. En fin, todo político que coge la Feria tiene que dejar su huella o una señal diciendo ‘aquí mandé yo’.
Es obvio que el modelo de Feria sigue siendo el que inventó Pacheco. Es difícil mejorar el concepto estético actual. Casi nada ha cambiado excepto el adjudicatario de las estructuras de las casetas y poco más. Las luces son las mismas, algo más pobres en paseos secundarios. Pese a que desde el Ayuntamiento se felicitaran por el esfuerzo hecho por los adjudicatarios por renovar portadas, lo que de verdad se ha visto es mucho recurso fácil para cubrir el expediente al mínimo coste.
Siempre hay excepciones, pero son las menos. ¿Cómo se permite a CCOO que su caseta, muy bien situada en el Real, resuelva la ‘no’ portada con una tela serigrafiada con el logo del sindicato y se acabó? A lo mejor no quieren ponerle ‘banderillas’ por aquello de no mosquearlos. Y justo enfrente el ejemplo contrario de una empresa que se ha gastado una pasta en renovar por completo la caseta.
Están también las que han amortizado la estructura en exceso. Tanto que se han convertido en unas estampas clásicas del Gonzalez Hontoria que no cambian por mucho tiempo que tengan las maderas. Es la Feria de los contrastes, pero no de los que evocan, por ejemplo, la noche y el día. En este caso es entre la chapuza y la belleza.
Otro dato objetivo es que la Feria se ha llenado. El éxito en la afluencia es un dato que sí puede señalarse para determinados días pero no todos. Éxito sí, desde la tarde a la noche. Éxito sí, en tranquilidad en incidentes pero con algunos ‘oscuros’ inevitables; con tanto alcohol y droga en los cuerpos los que pierden el norte suelen meter la pata. O como el incendio que surgió a mediodía de este sábado en la caseta de la CGT que fue rápidamente extinguido. Un susto como el ocurrido en las vísperas en una torre eléctrica.
El paseo de caballos, el gran icono de la Feria de Jerez. Menos mal que la afición jerezana ha dado el paso al frente para lucir y lucirse en sus monturas frente a la escasez de enganches de categoría que pudieran tapar tanto coche de alquiler. Se han echado en falta los apellidos de toda la vida cuyas cuadras adornaban el Real con sus soberbios enganches que solo con verlos pasar se constituían en todo un espectáculo.
Menos mal que la celebración de la final este sábado del concurso de enganches de la Feria llevó a los participantes a pasear y lucir sus coches por los paseos. Al hilo del programa hípico, cada año se ve más mermado de convocatorias, algo que en una ciudad que presume y enarbola la bandera de ser cuna del caballo, no se puede permitir.
Con mayor o menor asistencia o seguimiento, el Ayuntamiento no debería juguetear con lo ecuestre cuando están al acecho otras ciudades que convocan eventos de gran nivel, como los había aquí, que están más que dispuestas a quitarnos esa bandera, si no la hemos perdido ya. Menos mal que nos queda la Real Escuela y este año con otro Caballo de Oro para una de sus jinetes. Eso sí, se echa en falta un poco más de promoción y relevancia a este premio para que el ciudadano desconocedor de las cosas importantes de Jerez lo valore y le dé su justa preponderancia.
Seguimos en lo ecuestre. Es un hecho el refuerzo en el control de acceso y la inspección durante el recorrido de jinetes y enganches con la participación de inspectores de Fiestas, un servicio veterinario especializado, Policía Local, escuadrón del CNP y vigilantes de Medio Ambiente. Los datos, estos sí son oficiales, cuentan que se han registrado 62 coches de paseo procedentes de Jerez, Sevilla, Granada Córdoba, Albacete, Madrid, Barcelona y Málaga. En cuanto al tipo, han sido limoneras, troncos, tresillos, cuartas, medias potencias…. once carruajes de licencia municipal, 76 enganches de alquiler, más de 50 de exhibición. En total, 199 coches. Se han realizado más de una veintena de acciones veterinarias en el Real por lesiones leves, tales como, roces y cojeras “sin ninguna incidencia grave que haya que reseñar”.
Se han retirado dos licencias de paseo por incumplir normas, como la indumentaria o por no obedecer las indicaciones de la autoridad. También se han retirado cinco licencias de alquiler por incumplir la normativa. “Está siendo una Feria muy positiva, tanto en participación como en adecentamiento general, la calidad, indumentaria y orden”, se reseña en el informe al que ha tenido acceso lavozdelsur.es, en el que también se subraya que la comisión previa a la Feria dedicada al paseo de caballos, desechó unas 70 solicitudes por incumplimientos varios en el año 2022 o bien por baja calidad.
En este repaso general y crónica del día postrero de la Feria podrían analizarse otros muchos frentes, como la música en las casetas, las discotecas que son menos pero siguen estando y algunas puntadas más. Por lo pronto, éxito en una Feria que se ha llenado con una gran animación pero que ha perdido lustre y que necesita de un fuerte empuje desde los caseteros más conformistas para que inviertan en la belleza de sus instalaciones, hasta el Ayuntamiento, que debe jubilar y renovar las zonas comunes del Real y acabar de una vez con los problemas del piso del Gonzalez Hontoria.
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