Una visita a la histórica Autoescuela Cáliz, fundada en 1964, la más antigua de Jerez regentada por la misma familia. De la mano de Ángel Cáliz conocemos cómo ha cambiado el negocio en el sector.
Ángel Cáliz no es capaz de decir un número, ni siquiera aproximado, de los alumnos que se habrán sacado el carné de conducir en su autoescuela. Como mucho un “uff”, que ya da a entender que muchos, muchísimos. Porque desde que Autoescuela Cáliz abriera sus puertas en 1964 en la calle Larga, ya van 53 años formando a futuros conductores. “Experiencia, calidad del servicio y profesionalidad” son las características que se ha ganado con el tiempo este histórico negocio.
Su fundador, Francisco Cáliz, dejó la gestoría familiar para montar su academia en una época en la que tener un coche, además de un lujo, era una novedad para la clase trabajadora. Pero viendo el auge del vehículo a motor, decidió emprender la aventura de abrir una autoescuela que, actualmente, se ha convertido en la más antigua de Jerez dirigida por la misma familia. En la provincia de Cádiz solo hay otras dos que cumplan con estos dos requisitos, una en El Puerto y otra en Algeciras. Ahora son los tres hijos de Francisco los propietarios del negocio, aunque solo dos viven de éste directamente. Fernando, al frente de las clases prácticas y Ángel, que se encarga de la teoría.
En el número 67 de la calle Larga, pocas cosas han cambiado. La autoescuela mantiene un halo romántico. De hecho, en la única aula se mantiene la vieja pizarra (de pizarra y tiza) y los primigenios pupitres de madera. “Aquí ha venido un anticuario pidiendo precio por ellos”. Hay otros elementos del pasado, como un panel en el que se representa un coche y todas sus luces, aunque Ángel explica que lo adquirió su padre años después de abrir la autoescuela. Solo unos ordenadores, en el fondo del aula, nos devuelven a la realidad y al tiempo actual.Y es que es precisamente internet y las nuevas tecnologías las que han ido cambiando en los últimos años la tradicional manera de entender las clases en la autoescuela. Si antes el alumno realizaba sus test de manera presencial, ahora se les facilita una clave para que puedan hacerlos a través de la red sin moverse de su casa. “Ese trato directo entre alumno y profesor se ha perdido, por lo menos durante la teoría, porque en la práctica obviamente se mantiene. Hoy día ya solo estamos para resolver dudas, el alumno ya busca la comodidad”.
A los 18 años, Ángel fue reclutado por su padre para que echara una mano en la autoescuela mientras compaginaba sus estudios de Derecho, que finalizó pero que no llegó a ejercer ya que acabó encontrando su sitio como formador de conductores. En 1997 toma las riendas de la academia al jubilarse su padre, que fallecería un año después. Las décadas en el negocio le han servido para darse cuenta de que, tanto antes como ahora, las principales dudas de los alumnos han sido y son las referidas a las “velocidades, la utilización correcta de los carriles y el alumbrado”. También señala que el examen práctico se ha endurecido con el tiempo. Antes se dividía en dos partes: pista —en un circuito cerrado— y circulación, cuyo examen se realizaba en las calles de Cádiz y que prácticamente duraba “unos cinco o diez minutos”. “Con el tiempo ya fue en aumento la duración de la prueba, hasta los 30 minutos actuales. Ahora es más real, pero también se pueden cometer más errores”.
La experiencia también le ha valido a Ángel para darse cuenta de que es necesario un reciclaje para los conductores veteranos. “No sé qué enfoque podría dársele, si con un examen o cómo, pero hay muchas personas, sobre todo las más mayores, que con la edad pierden reflejos y eso es un peligro si se va al volante”. En el otro extremo, tampoco es partidario de reducir la edad mínima para poder sacarse el carné, como ya se ha oído y como pasa en otros países, como Estados Unidos, donde la edad mínima son los 16 años. “Yo creo que los 18 es la adecuada para ponerse al frente de un vehículo. Con 16 todavía no se tiene conciencia de lo que significa”.
También es consciente de que si llamara a cualquier conductor al azar para que realizara un examen teórico "no aprobaba ni uno,". “Aquí en Semana Santa vienen muchos amigos a ver las procesiones y me piden que les ponga un test. No aprueba ni uno”, afirma al respecto. También duda de si muchos aprobarían el práctico, y pone el ejemplo de las rotondas, que alaba dada su comodidad “siempre que se sepan coger”, pero reconoce que “muy pocos saben circular por ellas. La mayoría toma la línea recta”. Aun así, reconoce que en Jerez se circula —“que es diferente a conducir”— “bastante bien”, mientras que de poblaciones cercanas critica las maneras que se ven en Sevilla. “Me estresa mucho, prefiero incluso conducir en Madrid o Barcelona”.
Hoy día, la crisis económica y la proliferación de autoescuelas han supuesto una merma en los ingresos en todo el sector. De un lado, señala que “antes, todo el mundo al cumplir los 18 se sacaba o al menos se quería sacar el carné. Ahora los jóvenes se esperan un poco más, no lo ven como algo tan obligatorio. Primero porque la situación económica ha cambiado y segundo porque hay menos trabajo, cuando antes el carné era condición casi indispensable para poder trabajar de lo que fuera”. De otro lado, señala que actualmente no se exigen tantos requisitos para montar una autoescuela, lo que ha provocado un auge de este sector y una mayor competencia en cuanto a precios, algunos rayando la deslealtad, explica.
Si a eso se le unen problemas esporádicos, como la actual huelga de examinadores o la idea de Tráfico de trasladar el examen práctico a Cádiz, es normal que Ángel prefiera que sus dos hijos, que actualmente estudian en Granada, tomen un camino diferente al suyo. “Esto es muy sacrificado, pero además quiero que tengan otra ambición. No todo es Jerez. Además, esto siempre lo van a tener llegado el caso”.
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