"En el rugby no hay chicos o chicas, hay jugadores"

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Algunas van de negro con el nombre del club estampado en el hombro. Las nuevas van con ropa de deporte, lo primero que pillan por casa. Hay altas y bajas; anchas o de caderas estrechas; con pelo largo o corto, recogido o suelto… No hay tanta variedad porque sean mujeres, es porque el rugby es uno de esos deportes donde la imagen y la condición física no vulneran la integración en el equipo. “En el rugby no hay chico o chica, hay jugadores. En este deporte uno de los valores más importantes es el respeto entre todos. Nadie te va a decir no, no vengas a entrenar”, comparte Elena Liebana, jerezana de 27 años que oposita para trabajar como funcionaria de Justicia.

Sobre las seis y media de la tarde de un lunes o un viernes, un equipo de aproximadamente 20 mujeres entrena en la pradera de Chapín. Algunos de los que corren dando vueltas al recinto comentan las jugadas y los lanzamientos del Club de Rugby Xerez femenino. ¿Qué hacen? Probablemente la pelota ovalada disipe todas las dudas. El club tiene menos de un año, pero la idea de formar un equipo femenino comenzó en 2013. Sara Gómez, vallisoletana de 27 años, cuenta que las dos más veteranas, Cecilia Roldán e Inés Ivison, son las que empiezan a practicar este deporte con el equipo senior masculino de Jerez.

El Cruxe formado por hombres permitía que las jugadoras entrenasen con ellos y que jugaran algún que otro partido amistoso. Se muestran muy agradecidas a este equipo, y es que tres de los jugadores de este club, Álvaro Medina, Daniel Aguilar y Paco Romero, son los que adoptan el rol de entrenador para el conjunto femenino. Desde este club nace el que hoy conforman Julia Sánchez, estudiante de bachillerato de 18 años; Carmen Losada, auxiliar de enfermería de 26; Susana Córdoba, desarrolladora cordobesa de 30 y Laura Jiménez, psicóloga social de 27 años, entre otras jugadoras que vienen y van.

"El principal problema del rugby es la poca popularidad que tiene y el desconocimiento. La gente se piensa que aquí venimos a darnos de palos y no es así, el valor de equipo premia sobre la estupidez. Siempre habrá algún tonto que venga buscando un deporte agresivo, pero el rugby no es eso. Se habla de agresividad, pero el 90% de las reglas son para que tú mismo no te hagas daño", señala Paco Romero, quien dirige puntualmente uno de los entrenamientos de las chicas.

"Siempre habrá algún tonto que venga buscando un deporte agresivo, pero el rugby no es eso"

El rugby guarda numerosas diferencias con el fútbol. Si el llamado 'deporte rey' es famoso por la teatralidad en el campo, en el rugby, cuando alguien sufre una lesión —si no es grave— no hay discusiones y prosigue el juego como si nada. Es dedicación, ganas y mucho compañerismo. Aquí, además, las jugadoras no son foco de insultos. No hay distinción de género, pero normalmente la afición es respetuosa y no suelta improperios. Y lo más importante: al árbitro siempre se le respeta. Solo la capitana puede dirigirse a él y siempre llamándole "señor". Algunas de ellas indican que la gente, al ver tantas películas americanas, suele confundir el rugby con el fútbol americano. Y no, no tienen nada que ver.

Ellas no solo se dedican a entrenar duro y a jugar partidos amistosos que suelen disputar en las playas de la provincia. Su principal preocupación es la captación de nuevas jugadoras. Cuentan que su gran problema es su corta plantilla de chicas, ya que hacen falta bastantes más para consolidar un grupo serio y profesional. Recorren los institutos explicando los valores y las singularidades del rugby para dar a conocer este deporte entre las mujeres. "Hay algunas niñas que dicen que no, que aquí no, que es cosa de brutos", espeta Elena. Su meta es alcanzar un número suficiente para poder federarse en 2017.

Otro de los problemas del club es que no cuentan con un lugar de entrenamiento que disponga de luz artificial. Ahora entrenan en la pradera de Chapín porque a las siete de la tarde todavía queda algún rayo de sol, pero cuando entra el invierno, la cosa se complica. Critican que durante la noche los focos solo alumbran las pistas de fútbol, mientras que las de rugby quedan totalmente ensombrecidas. “Estaría bien que nos pusieran un poco de iluminación aquí, en la pradera. La mayoría estudia y hay complicaciones a la hora de establecer los horarios de entrenamiento. Si no tenemos luz, ¿cómo entrenamos?”, comenta Julia. “Cuando seamos suficientes jugadoras, el Ayuntamiento nos tendrá en cuenta a la hora de habilitarnos un espacio con luz”, comenta Cecilia Roldán, una de las tres capitanas del Cruxe femenino.

“Estaría bien que nos pusieran un poco de iluminación aquí, en la pradera"

Jugar al rugby también supone unos costes más elevados. Federarse a nivel regional cuesta 140 euros al año, mientras que en fútbol sólo 12. Esta gran diferencia se debe al mayor coste del seguro médico, ya que este deporte, al ser más físico, viene aparejado a un mayor número de lesiones. Para costearse esto, las chicas suelen realizar eventos, mercadillos y sorteos, porque la mayoría no dispone de un sueldo. Aquí casi todas estudian o esperan una llamada de trabajo.

Muchos se preguntarán... ¿por qué el rugby? Pero... ¿y por qué no? Gran parte de las jugadoras practicaban otros deportes antes de entrar a formar parte del Cruxe. Julia Sánchez, de las más jóvenes, cuenta que ha probado de todo, pero que lo que le ha dado el rugby no se lo ha transmitido ningún otro deporte. Laura Jiménez comparte que nunca antes había jugado a otra cosa. Entró en el club gracias a su amiga Carmen y desde entonces no ha fallado a ningún entrenamiento. Todas están de acuerdo en que el rugby es sinónimo de compañerismo, de amistad, y eso es lo que les hace seguir hacia delante. Paco Romero confiesa que lo que más le gusta de este deporte es el 'tercer tiempo', esa tradición que dice que el equipo local invita al rival a tomar algo —una cerveza, normalmente— después del partido, se gane o se pierda. "Ahí es cuando charlamos y, si es necesario, nos disculpamos por algún placaje doloroso. Es increíble ver cómo nos respetamos entre todos. Normalmente se hacen más amistades fuera del terreno de juego que dentro".

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