La víctima de una agresión sexual camino de su puesto en el Hospital de Jerez: "No podía casi ni hablar"

Un chico en una moto persiguió a esta joven de 28 años por el barrio de Santiago a primera hora de la mañana de este pasado domingo. El agresor le provocó lesiones, además del daño psicológico. “¿Qué pasa, que no voy a poder ir sola por la calle?”, se pregunta en declaraciones a lavozdelsur.es

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El acoso y la violencia machista no cesan. Agresiones e insultos a las mujeres siguen siendo lacras que no terminan de erradicarse, lo que desemboca, como una y otra vez denuncia colectivos feministas, en temor e inseguridad para muchas mujeres. La última en sufrir uno de estos episodios execrables es una joven jerezana de 28 años, víctima de una agresión sexual, física y verbal en el barrio de Santiago, como ha adelantado este lunes lavozdelsur.es después de que ella misma difundiera su testimonio en redes sociales.

El incidente ocurrió el pasado domingo sobre las siete y media de la mañana, “era temprano, todavía no era de día y estaba empezando a amanecer, y como todas las mañanas me dirigía al Hospital de Jerez, donde trabajo de ocho de la mañana a ocho de la tarde”, explica la joven, que prefiere mantenerse en el anonimato, que experimentó el suceso desde la calle Carpinteros, localizada en este barrio popular, continuando por la calle Asta.

“Fue salir de mi casa y me veo a un chaval, que no tendría más de 15 o 16 años, con un scooter e iba contramano, cuando me vio, se giró y empezó a circular al lado mía”, recuerda la joven aún con la respiración acelerada. La mujer cuenta a lavozdelsur.es cómo, acto seguido, el individuo “empezó a insultarme y a decirme que me pasease con él en la moto, me decía que si quería follar con él y que en verdad yo era un montón de fea y que era una estúpida y una gilipollas”.

El chico empezó a perseguirla por toda la calle Asta hasta llegar a la zona de la Iglesia de Santa Ana, ya en La Plata. Durante ese tramo, “le dije que me dejara en paz, que iba a llamar a la Policía, y eso hice, llamé al número de Emergencias”, asegura la agredida, que también hizo una llamada a su pareja por el móvil, “para ver si así me dejaba tranquila”.

Según relata, cuando realizó la llamada a las autoridades, el agresor se “empezó a montar en la acera y a perseguir con el pene fuera de los pantalones, diciéndome que si no se la chupaba no me iba a dejar en paz”. Al mismo tiempo, la joven fue víctima de una agresión física, ya que “empezó a darme golpes con la moto, me di contra un muro y me hice heridas en el brazo, en la pierna y en la mano”, expresa.

Otra de las contusiones por la agresión. FOTO: MANU GARCÍA

La mujer estuvo “gritando y pidiendo auxilio hasta que salió una vecina y entre ella, la llamada a la policía y mis gritos conseguimos que se marchase”, explica la que declara que esta situación durante todo el camino “ha sido horrible”. Tras el hecho, la sanitaria se dirigió al hospital para curarse las heridas y avisar a su supervisor de que esa mañana no asistiría a trabajar. “Me dio un ataque de nervios, estaba llorando y temblando, no podía casi ni hablar”, dice la mujer, con un hilo de voz cuando trata de detallar lo ocurrido. En seguida, una vez que le hicieron un parte de lesiones fue directamente a la Policía a poner la denuncia.

“Me dijeron que creen que saben quién es, parece que también ha molestado a otras chicas varias veces”, explica la joven a la que es la primera vez que le pasa algo así, pese a que la zona de Santiago tenga “cierta fama”. Según ella, “nunca he tenido ningún problema de este tipo, siempre he estado aquí super tranquila”.

Los resoplos de la joven se calan a través del teléfono. Una vivencia así le lleva a reflexionar sobre esta lacra social contra la que luchan cada día colectivos como Marea Violeta o Abrir Brecha Jerez, que ha difundido también su caso. “Este tipo de situaciones siguen pasando, nosotras no tenemos la culpa, ni nosotras, ni si le pasa a un hombre, la culpa no es del que sufre la agresión nunca”, denuncia la mujer que se pregunta lo que a muchas se les pasa por la cabeza para expresar su rabia: “¿Qué pasa, que no voy a poder ir sola por la calle?”.