“Las religiones son formas de adoración de una divinidad cualquiera. El problema es cuando crees que tu forma de adoración es la única y verdadera y hay que aniquilar a las demás”, dice Estanislao Naranjo Infante (Lora del Río, 1965), abogado y vicepresidente del Centro de Estudios Históricos de Andalucía (CEHA), que el sábado 4 de febrero impartirá la conferencia inaugural del I Encuentro Andaluz de Laicismo e Inmatriculaciones que tendrá lugar en la Sala Compañía —desde las 9:00 horas—. “Un laico —cuenta Naranjo Infante— lo que quiere es separar la religión del Estado”, y con esa premisa hablará en su intervención. “Me gustaría encontrarme a todas las fuerzas políticas”, dice Naranjo, que asegura que éste “no es un problema de buenos y malos sino de cómo esta la legislación”. Para él, “no es normal el abuso que ha habido con las inmatriculaciones —registros de fincas— por parte de la Iglesia católica, algo que solo podía hacer ella y no el resto de religiones”.
“El Estado no puede destinar a dinero a sustentar las manifestaciones religiosas, cualquiera que sea la confesión, porque es un tema personal. Una cosa es que la gente vaya a misa, a la sinagoga o a la mezquita y otra que el Estado tenga que sostener mezquitas, procesiones, a obispos y arzobispos”, apunta Estanislao Naranjo, quién critica algunos privilegios que tiene la Iglesia católica, como “la casilla en la declaración de la renta”. El abogado explica sus motivos: “Hay otras confesiones, como evangélicos, protestantes o musulmanes, que han pedido que haya varias casillas. Aunque yo parto de la base de que no tendría que haber ninguna, la parte de IRPF para fines sociales debería otorgarse por concurrencia competitiva”.
Los acuerdos firmados entre el Gobierno español y la Santa Sede el 3 de enero de 1979 incluye una serie de privilegios para la Iglesia católica sobre las que hablará Naranjo Infante durante su intervención en la encuentro de laicismo. “Entiendo que no tiene que provocar recelos, se va hablar de leyes, cómo está la normativa y cómo está el Concordato. Otra cosa es que se esté de acuerdo o no”, sostiene el abogado sevillano. El vicepresidente del CEHA se considera ateo y le gustaría que España también lo fuera. “La tradición española es católica, pero la sociedad ha cambiado desde los años 50 hasta ahora. Entonces era mucho más confesional. La comisión de libertad religiosa —mecanismo adscrito al Ministerio de Justicia— calcula que no hay más de diez millones de españoles que sean practicantes, e inscritos en los registros de la Iglesia hay 33 millones”.
Trasladado a la comunidad, Naranjo Infante explica así esta circunstancia: “La idiosincrasia andaluza la describe Estrabón —historiador griego del siglo I a.C.—, que habla de que unir lo lúdico con lo trágico es una tradición atávica. Él cuenta una manía que tienen los béticos —habitantes de la provincia romana llamada la Bética—, que cuando paseaban a las diosas madres, le ponían cuatro palos, un toldo, y la movían al son de la música… eso es un paso de palio. En vez de llamarse Astarté o Hera, ahora se llama Virgen del Perpetuo Socorro o de la Amargura, pero sigue siendo lo mismo. Llevamos haciendo lo mismo los últimos 2.300 años”.
Estanislao Naranjo Infante es nieto del padre de la patria andaluza. Otros siete tuvo Blas Infante, “unos más defensores o difusores de la idea del andalucismo que otros, la verdad”, señala el vicepresidente del CEHA, que confiesa que “nacer en esta familia genera una responsabilidad”. De su infancia recuerda las tardes encerrado en la biblioteca de la casa de Coria de su abuelo, donde devoraba libros. “Se hablaba poco de mi abuelo —señala—, en mi casa se empieza a hablar de política después de la muerte de Franco”, apunta. Y cuenta una anécdota: “Los manuscritos de mi abuelo estaban en un armario que mi tía Luisa nos prohibía abrir. Había miedo”.
Para él, el andalucismo está “más vivo y fuerte que nunca”. “El cultural”, matiza, “porque al carecer de representación política se reafirma la cultura que mantenemos”. Su abuelo, cuenta Estanislao, dejó escrito que “Andalucía necesita una dirección espiritual, una orientación política, un remedio económico, un plan cultural y una fuerza que apostolice y salve”. El nieto de Blas Infante asegura que, aunque el andalucismo político esté ahora mismo dividido entre varias corrientes, el movimiento está muy vivo en la región. “El 70% se siente más andaluz que español”.
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