El propietario del vehículo calcinado cuenta que se lo han podido robar durante la noche y el autor de los hechos quiso eliminar pruebas.
La última vez que usó su coche fue unas horas antes, para recoger a su hijo de entrenar y lo aparcó, pasadas las nueve de la noche, en el parking privado que está a pocos metros de su casa, en La Asunción. En ese momento no sabía que sería la última vez que conduciría su vehículo, un Citröen C4 de color negro que, a las cinco de la mañana, salió ardiendo tras una explosión que despertó a vecinos de la zona.
El dueño del coche, que prefiere no dar su nombre, se despertó sobresaltado cuando la Policía Local lo llamó para decirle que su vehículo estaba ardiendo en plena calle, a unos metros de donde lo dejó aparcado. “No tengo enemigos, no sé quién habrá sido, probablemente algún perla que viva por aquí cerca que se lo llevó y luego lo metió fuego aquí para que no le cojan las huellas”, relata el propietario.
“Tenemos un parking privado que está a ras de suelo —explica el dueño del vehículo calcinado— y las llaves de la puerta corredera estaban en el coche”. Por eso el supuesto ladrón, una vez forzó la puerta del coche, pudo salir del aparcamiento. El dueño ya ha interpuesto la pertinente denuncia y está a la espera de que se encuentren pesquisas que permitan encontrar al autor de los hechos.
El coche, que está irrecuperable, aunque el fuego afectó sobre todo al techo y la parte superior, es el medio de transporte que tenía esta familia, que ahora irá en moto. “Cogeremos el vespino”, dice entre risas el propietario, que no se explica que le haya podido pasar algo así. “Ahora estoy en paro, pero siempre me ha servido para ir a trabajar”, añade. De momento, el vehículo quemado estará en la calle hasta, mínimo, el lunes, cuando podrá darle de baja y retirarlo de la vía.
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