Jesús Castaño, jerezano de 45 años, lleva al frente de una tienda de alimentación casi una década, después de que la empresa en la que ejercía como delineante cerrase y le dejara en la calle junto a otros 500 trabajadores.

Desde siempre tuvo claro que lo suyo era el dibujo. En su adolescencia barajó la posibilidad de estudiar Bellas Artes, pero finalmente se decantó por cursar Técnico de Delineante en el instituto La Granja. Lo que Jesús Castaño, jerezano de 45 años, no pensó nunca es que finalmente su futuro laboral se consolidaría en una tienda de alimentación. Tras ser despedido, junto a otros 500 compañeros, de una empresa dedicada a la elaboración de bloques de hormigón destinados a la construcción de casas, el negocio fue su clavo ardiendo. Hoy está satisfecho. Afortunadamente, no llegó a formar parte de la lista de parados de Jerez, que este mes de julio ha descendido en 773 personas. Pese a disminuir en un 2,48%, aún 30.431 jerezanos se encuentran en situación de desempleo, 12.646 jerezanos y 17.785 jerezanas.

“De chico quería ser millonario”, bromea Jesús, mientras coloca la fruta y las verduras. Su trayectoria laboral ha sido de lo más variada. Una vez con el título de Delineante en la mano, cumplió sirviendo al país realizando el servicio militar en el Hospital San Carlos de San Fernando. Cuando acabó, le echó una mano a su padre en la tienda de ultramarinos, en la barriada La Milagrosa. Entonces tuvo claro que no quería trabajar allí "ni muerto”. Pero no se imaginaba que la vida daría tantas vueltas. Se lanzó a su primera aventura empresarial como autónomo al frente de una empresa de distribución de bebidas y alimentos en Ceuta. Tres años más tarde lo dejó de lado y fue contratado como encargado de una tienda de animales. Poco después, en Mármoles Jerez, tocó sus primeros planos como profesional, cuatro años. Luego, por fin se dedicó al cien por cien a desarrollar su labor como delineante en una empresa portuense. Según cuenta, allí pasó los mejores años de su vida, laboralmente hablando, y también los peores a nivel personal.  

Diez años después de obtener el título, tenía un buen trabajo, con unas condiciones dignas. Revisaba los planos de las particiones en una empresa en la que era el nexo de unión entre la oficina y el taller donde elaboraban bloques de hormigón destinados a la construcción de casas. Finalmente, la empresa, como tantas otras relacionadas con el sector de la construcción, echó el cerrojazo, dejando a deber a trabajadores como Jesús hasta dos millones de las antiguas pesetas. Durante una año le fue imposible trabajar porque la situación legal no se lo permitía . En tres meses no cobró ni un céntimo. “Me acababa de comprar un piso y fue un tiempo muy difícil”.

Coincidió que el padre de este jerezano cayó enfermo y fue entonces cuando, lejos de achantarse por el cúmulo de circunstancias adversas que le rodearon, se hizo cargo de la tienda, aquella de la que renegaba en su juventud y que le ha garantizado el sustento. Decidió invertir el pago único —también llamado capitalización del paro— de sus más de doce años cotizados en mejorar el negocio. Antes era la única tienda en muchos metros a la redonda, ahora, sin embargo hay tres más y lo nota. No obstante, dice que da gracias a Dios por tenerla. "Mientras tenga para comer... Mi mujer trabaja, pero aún así con dos niñas, cuesta”, afirma.

Y tanto que cuesta. Este jerezano se levanta a las seis y cuarto todas las mañanas. Compra el género en el Parque Empresarial y a las ocho abre las puertas de Interfrío hasta las dos de la tarde y, luego vuelve a atender a su clientela de seis a nueve. “Anoche me acosté a la una y pico, cuando la pequeña se durmió”, cuenta. Sabe que este es su presente y su futuro. Como delineante lo tiene muy difícil. “¿Quién me va a contratar a mí con 45 años? Y aunque surja una oportunidad, no dejaría la tienda, porque las ofertas son por muy poco tiempo y resulta muy complicado buscar a una persona de confianza que se ocupe de la tienda.

En sus ratos libres —los domingos por la mañana antes de que las niñas despierten—, desarrolla su hobby: el modelismo. Pintar y montar maquetas y figuras le sirve para desprenderse del estrés porque “aunque esté en casa estoy dándole vueltas a lo que hay que hacer, a los encargos de los proveedores, los pagos, … Al ser autónomo tengo la ventaja de que nadie me dice nada, pero todos los problemas y todos los marrones son para mí solo”. 

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María Luisa Parra

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