El arte de armarse con trozos de arce y bambú

El contable e informático italiano Silvio Trombin aunó su pasión por los números con su sangre creativa en septiembre de 2012 para empezar a diseñar y fabricar arcos de madera de competición, 100% naturales y artesanales, bajo su marca Silver Spirit Archery

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Le gustan los retos, los encuentra divertidos y siempre se mueve por aquello que le hace disfrutar. Pero para Silvio Trombin el mayor lujo que una persona puede alcanzar es el espacio y el silencio. "Encontrar el ruido es súper sencillo, lo complicado es hallar el silencio. Vivimos en una sociedad…". No termina la frase y tampoco le hace falta; pero la culmina explicando por qué se marchó de su tierra. Natural de una aldea italiana, Cavanella Po, junto al río Po —el más grande de Italia—, Silvio se trasladó a Jerez en 2006 junto a su pareja porque no soportaba el sistema de vida estresante del Norte de Italia. Allí era esclavo de horarios y las prisas, además de la inseguridad que vivía en su país por la mafia y el sistema político. "Muchos italianos que hoy residen en Jerez se fueron porque tenían miedo", incide. Por ello, su actual modo de vida es una búsqueda constante de silencio, ya sea fabricando un arco con láminas de madera, que tirando flechas a una caja de cartón. Y Silvio, de manera inconsciente, fue siguiendo los pasos de su padre.

Nacido en 1962, estuvo viviendo a orillas del Po hasta que cumplió los seis años de edad. Su familia al completo se mudó a un pueblo cerca de Rovigo, de donde es originaria su pareja, la tallista y restauradora italiana Serena Fortín. Allí estudió contabilidad y administración con miras a entrar en la parte administrativa del negocio de su padre, una empresa textil que abrió en 1969 y que producía chaquetas y demás prendas confeccionadas a mano. "Allí estuve trabajando durante un tiempo, hasta que mi padre lo cierra a finales de los 80", relata. La globalización y el capitalismo salvaje devoraron a los pequeños empresarios. Sin embargo, aunque su padre cerrara su tienda, nunca abandonó su profesión de sastre. "Trabajó de ello hasta que murió hace unos años".

Una vez que su padre bajó las persianas de su negocio, Silvio empezó a trabajar como informático y administrativo en Sartori S.R.L, una empresa de compraventa de alfombras que procedían de Pakistán, Irak, Turquía... "Fue muy divertido porque la empresa estaba regida por un par de hermanos muy creativos ". En ella desarrolló una base de datos para gestionar el almacén de la empresa. Si bien Silvio es un apasionado del mundo de los números, aprendió a desenvolverse en la informática de manera autodidacta. "Se trata de un proceso creativo. Meter todo esto junto para solucionar una necesidad, un proyecto que se te presenta… es interesantísimo", expresa. Y se llevó catorce años trabajando en la empresa de los hermanos italianos, hasta que él mismo decidió dejarlo."En Italia la crisis empezó antes del 2008", apunta. Por lo que, sumergidos en una depresión económica, él y Fortín decidieron emigrar a España con la intención de encontrar un establecimiento que le sirviera de tienda y taller para poder restaurar muebles antiguos y vender los accesorios originales que diseña ella. Primero probaron en las Islas Canarias, pero Silvio buscaba naturaleza viva más allá del suelo volcánico de Fuerteventura. De allí volaron a Sanlúcar, luego Chipiona y por último, Jerez.

Cuenta que había visto que la quinta ciudad de Andalucía era árida, amarilla, seca, de tierra albariza blanca y nada verdosa. Pero que cuando llegó, se topó con otra realidad. Ambos se enamoraron, se quedaron captados de la arquitectura, la naturaleza, del ritmo de vida de Jerez y de sus gentes. Ahora Silvio respira tranquilidad y puede decir que ha encontrado el espacio y el silencio que tanto ansiaba. Eso sí, el inicio de sus vidas en la ciudad jerezana fue arduo. "Eché currículum por aquí y por allá, pero nada de nada", relata. En las caminatas diarias que ambos realizaban, siempre recibían el mismo consejo: "Abre tu propio negocio". Y eso hicieron. Fue en la calle Caracuel donde Serena y él inauguraron su taller de restauración de antigüedades en septiembre de 2006. Por aquel entonces Silvio trabajó como ayudante y se encargó, cómo no, de los números hasta que no pudieron seguir haciéndole frente a esa crisis financiera que, de nuevo, les engulló en 2011.

"Muchos italianos que hoy residen en Jerez se fueron porque tenían miedo"

Desde entonces, ambos rehabilitan antigüedades en un taller que han instalado en su vivienda. No obstante, Silvio también comenzó a buscar nuevas experiencias fuera de casa y encontró una ocupación que jamás había experimentado: la traducción. La Universidad de Cádiz le ofreció traducir diversos artículos académicos del castellano al italiano y viceversa, pero también se aventuró a trabajar en una traducción simultánea, en la conferencia de un catedrático italiano que tuvo lugar en la UCA. "No lo había hecho en mi vida y fue divertidísimo", ríe maravillado.

Poco después llegaría lo que ahora espera que se convierta en su medio de vida: el diseño y la fabricación de arcos de madera. Aficionado a la arquería desde los 20 años, Silvio le repetía a Serena una y otra vez: "Qué me gustaría irme al campo y tirar alguna flechita". Hasta que entonces ella le dijo: "Pero hombre, siempre dándome la lata. ¡Pues fabrícate uno!". Y así fue como nació Silver Spirit Archery, su marca de arcos de madera tradicionales hechos con materiales 100% naturales. Aprendió a escuchar la madera ayudando a su pareja, pero la arquería conlleva mucha técnica y precisión, por lo que tuvo que hacer uso de las fórmulas matemáticas con las que tanto disfrutaba. "Un arco requiere muchísimo conocimiento del material y de la herramienta", comenta Silvio, al tiempo que dice que Serena le enseñó cómo usar la escofina, entre otros instrumentos. Por lo demás, se empapó de la poca documentación que encontraba por internet. "Porque esto no tiene nada que ver con la carpintería, sino con la elasticidad, saber cómo funciona mecánicamente la madera. La compresión y la tensión", explica. Su primer arco, de madera de fresno, terminó rompiéndose al poco tiempo. Y como este, los trece siguientes. Sin embargo, así consiguió, a base de prueba y error, obtener las cifras exactas para diseñar un arco eficaz y resistente que aguantara la tensión de la cuerda, por cierto, también natural, bicolor y trenzada a mano. "Se puede comprar la cuerda pero, ¿dónde está la diversión?".

"Porque esto no tiene nada que ver con la carpintería, sino con la elasticidad, saber cómo funciona mecánicamente la madera"

Silvio confiesa que reniega de la fibra de vidrio, un material más sencillo y manejable a la hora de crear arcos. "Se trata de una cuestión romántica". Dice que le gusta estar en sintonía con la naturaleza y que prefiere el método tradicional, el artesanal. Se puede llevar cerca de un mes para producir un arco de madera, pero la satisfacción final le recompensa cada minuto invertido. "¿Cómo fabricar un arco de madera? No. Hay mil detalles para hacer un arco", sonríe. Pero con una de sus creaciones en mano, describe cada lámina que compone un Long Spirit de 68 pulgadas de altura y 28 pulgadas de apertura: "En la corteza tenemos bambú, luego —hacia dentro— una lámina de arco, otra de ipé —una madera latinoamericana muy densa y súper elástica— y la parte interna del bambú". Como también expone, las dos láminas externas soportan la tensión y las dos internas la compresión. Además de destacar la importancia del pegamento a la hora de encolar cada una de los trozos de madera. Hoy Silver Spirit Archery exporta sus arcos a diferentes puntos de España como Jaen, Zaragoza, Barcelona, Galicia... Y también se encarga de restuarar arcos.

En el taller que comparte con Serena, Silvio tiene en una de las paredes una pequeña placa que reposa sobre un marco. En ella está grabado: "S. Trombin". Y en las dos fotografías que la acompañan aparece su padre, Silvano Trombin, cortando tejidos sobre una gran mesa. La sensación que despierta su padre, concentrado en la sastrería, recuerda a la meticulosidad de Silvio a la hora de redondear una flecha de madera o configurar una empuñadura con materiales nobles. Si bien Silvano en su día halló el espacio y el silencio óptimo para desarrollar su arte, hoy su hijo también lo descubrió.

Sobre el autor:

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Claudia González Romero

Periodista.

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