La reciente y definitiva confirmación de Jerez como la ciudad en la que se practicó por primera vez el fútbol en España en 1869 hace que el escenario de aquel trascendental encuentro entre el Jerez Cricket Club y los marineros ingleses del HMS Endymion cobre una especial relevancia para la historia del balompié nacional.
A este respecto, El Guadalete informa en su edición del 13 de febrero que el mismo tuvo lugar junto a las instalaciones de un hipódromo ubicado en los Llanos de Caulina, una extensa pradera sin cultivar situada al este de la ciudad de Jerez, aproximadamente entre las carreteras de Sevilla y Arcos.
Emplazamiento exacto del hipódromo de Caulina
Sobre el emplazamiento exacto de dicho hipódromo ha existido tradicionalmente un gran consenso pues toda la bibliografía que disponemos al respecto ha coincidido siempre en localizarlo en el paraje conocido como el Hato de la Carne, en el sector occidental de los Llanos de Caulina sobre el que actualmente se levanta la barriada de La Granja.
Sin embargo, no hemos hallado ninguna cita periodística, mapa o fuente de aquella época que mencione directamente la existencia de un hipódromo en el Hato de la Carne, siendo este un error que se ha ido repitiendo con el tiempo hasta instaurarse como una especie de falso mito, por razones que expondremos más adelante.
Es por ello que nosotros propugnamos en este trabajo que la ubicación original del primer hipódromo construido en Caulina se encontraba unos dos kilómetros más hacia el extremo oriental de los Llanos, justo antes de llegar a Torre Melgarejo y frente a lo que hoy en día es el circuito de velocidad, pues es así como aparece reflejado en el Plano del Término Municipal de Jerez de la Frontera, de Antonio Lechuga y Florido, de 1897.
Para tal fin hemos realizado un análisis de la prensa coetánea de este periodo que nos ha permitido establecer una cronología fidedigna sobre cómo tuvieron lugar los hechos, descartando creencias equivocadas e identificando con precisión el lugar exacto donde se ubicaba el hipódromo y, por ello, el escenario del partido de fútbol.
De este modo comprobamos que la primera reunión hípica de la temporada inaugural del hipódromo se efectuó entre los días 21 y 22 de febrero de 1868, siendo importante precisar que fueron las únicas que se organizaron ese año. El 13 de febrero, El Guadalete comenta que se organizará “en el Llano de Caulina, yendo por el arrecife de Arcos”, como vemos, sin citar el Hato de la Carne.
Una vez celebrada la primera sesión del programa, el 22 de febrero, dicho periódico local publica una crónica de las carreras en la que aporta un dato interesante y esclarecedor al referirse a “la bellísima fiesta que ayer tuvo lugar, a legua y media de Jerez […]”. Realizada la equivalencia de esta distancia al sistema métrico, obtenemos como resultado algo más de 7 kilómetros, que coincide aproximadamente con la que separaba el centro de Jerez de las tierras que anteceden a Torre Melgarejo; por el contrario, el Hato de la Carne distaba solo unos 3,5 kilómetros de nuestra ciudad.
Pero, es más, al día siguiente en la crónica de la segunda jornada del ciclo, el redactor de El Guadalete describe con gran detalle el ambiente creado en torno a esta fiesta hípica promovida por los británicos afincados en Jerez, así como el escenario en el que esta se desarrolla:
Aquella gran llanura, especie de valle gigantesco que parece descender de las crestas de Gibalbín; aquella destruida torre de Melgarejo, evocación de una lucha de ocho siglos entre dos poderosas razas; aquel hipódromo tendido al pie de las verdes alturas, imprimiendo el sello de la afición más popular de un pueblo extranjero […].
Resulta evidente, en consecuencia, que el primigenio hipódromo de Caulina estaba localizado frente al actual circuito de velocidad, en el entorno de la sierra de Gibalbín y de Torre Melgarejo, y no en la zona del Hato de la Carne-Guadalcacín, donde no existen elevaciones del terreno.
A su vez, debemos considerar en este punto la información recogida en El Guadalete el 2 de marzo de 1869, relativa a un encuentro de fútbol jugado tres días antes, y que viene a correlacionar definitivamente ambos episodios:
“Cricket. Un magnífico día primaveral favoreció el Sábado la fiesta anunciada que había de tener lugar en el mismo sitio donde se verificaron las carreras de caballos el año último.
[…] Después empezó la partida del foot-ball, sumamente animada, en la que hubo alguna que otra contusión de poca importancia”.
De este modo, si el partido de fútbol se jugó en el hipódromo donde el año previo tuvieron lugar las carreras de caballos, y si ya hemos comprobado que estas se desarrollaron en el recinto que se levantaba junto a Torre Melgarejo, queda demostrado sin género de dudas que fue este -y no el Hato de la Carne- el escenario de los primeros partidos de foot-ball celebrados en nuestro país entre 1869 y 1870.
Siguiendo con nuestro recorrido, otra prueba más de que en el Hato de la Carne no pudo jugarse al fútbol la encontramos unas líneas más adelante en la propia noticia del 23 de febrero de 1868 de El Guadalete cuando, ante la considerable distancia que separaba Jerez del hipódromo, el periodista encargado defendía que:
Y para eso sería un elemento de segurísimo éxito el que, próximo a la vía férrea, se encontrase un terreno en las condiciones necesarias para establecer un gran hipódromo. Facilitando así la concurrencia a las carreras, estas llegarían a ser un espectáculo […]
Conserve el municipio la dehesa llamada Hato de la Carne y en ella constrúyase un gran hipódromo por una sociedad.
Es decir, que aquellas primeras carreras hípicas de 1868 no pudieron nunca celebrarse en el hipódromo del Hato de la Carne puesto que el mismo no existía y era solo un anhelo, una simple propuesta lanzada al aire en las páginas de un periódico.
Con todo, la idea tenía su lógica y no cayó en saco roto pues el Ayuntamiento se mostró receptivo, ya que de salir adelante se podrían reunir de esta forma en un mismo espacio dos de los recintos de esparcimiento favoritos de los jerezanos, esto es, la Feria, cuyo Real se inauguró precisamente en 1868 en el Hato de la Carne, y a partir de ahora el hipódromo.
No obstante, en la edición del 30 de agosto de 1868 de El Guadalete podemos comprobar que dichos planes no pudieron llevarse finalmente a cabo y que el proyecto, al menos en estos términos, quedaba descartado:
El viernes en la tarde, según ayer indicamos, tuvo lugar el reconocimiento de los terrenos del Hato de la Carne para designar en ellos, si posible era, el paraje conveniente para establecer el hipódromo. Recorriose en toda su extensión la dehesa, examinando los sitios más a propósito, y desgraciadamente, según nos refiere persona bien enterada, no pudo aceptarse ninguno, por lo desigual del suelo en unas partes y por lo movido del mismo en otras. La consistencia especial que se necesita en los terrenos destinados a carreras de caballos ha impedido ahora el utilizar la dehesa.
Acaso más adelante, una vez planteadas en el lugar las mejoras que el establecimiento de la Feria, en lo futuro, podrá proporcionar, se consiga dar al espacio que se destine al Hipódromo las condiciones que ahora, en el breve plazo de dos meses, no puede adquirir.
Todo ello corrobora nuevamente que en el Hato de la Carne no existía en ese momento un hipódromo ni estaba prevista su construcción, al menos a medio plazo, y que la única instalación para competiciones hípicas eran las próximas a Torre Melgarejo.
Pero a pesar de este revés, acercar el hipódromo a la ciudad era conveniente a todas luces y los trabajos para hallar unos terrenos propicios continuaron hasta que en el año 1873 se materializaron en la construcción de un nuevo recinto que sustituiría al de 1868, con unas instalaciones más acordes al nivel de las pruebas hípicas que acogía la ciudad y edificado algo más al norte, en el solar que en nuestros días ocupa la Ciudad del Transporte. En este sentido, la edición del 3 de abril de 1873 de El Guadalete recogía que:
“Ya se encuentra instalado junto a Cañada ancha, en la dehesa llamada de Celis, y frente al sitio donde se coloca la Feria de Ganados, el hipódromo para carreras de caballos, que se inaugurará con las que deben tener lugar los días 14 y 15 del corriente.
[…] La proximidad del hipódromo a la vía férrea ha hecho, que la sociedad del mismo (se refiere al Jockey Club) impetrase y consiga de los Sres. D. Julián Gómez y D. Federico Carril, agentes encargados del tráfico del ferro-carril y representantes de la compañía, un servicio de trenes especiales para todas las fiestas hípicas que se celebren, lo que al par que facilita cómodo transporte a la concurrencia, hace más económica la asistencia al hipódromo”.
En la página 94 de la obra Facts About Sherry (Henry Vizetelly, 1876), su autor describe la zona durante una visita en otoño del año anterior, acotando geográficamente los límites de los Llanos de Caulina. Además, gracias a la información que aporta corroboramos que en efecto el traslado del hipódromo ya se ha producido:
[…] hay que cruzar una vasta planicie sin cultivar llamada los Llanos de Caulina, en uno de cuyos extremos están situados el hipódromo y el campo de cricket de Jerez, mientras que coronando una pequeña colina en el otro están las ruinas del castillo moro de Melgarejo.
Las escasas fotografías conservadas de este segundo hipódromo de Caulina nos permiten intuir una infraestructura permanente y de cierta envergadura y elegancia arquitectónica y que, según las crónicas, poseía todas las comodidades que podían ofrecer sus palcos y galerías, así como una tribuna de madera capaz de albergar a mil espectadores. Estuvo en funcionamiento al menos hasta 1940.
Pero entonces, si es patente que en el Hato de la Carne nunca hubo un hipódromo, cabe preguntarse por qué se ha mantenido dicha creencia durante más de siglo y medio. Quizá la causa de esta confusión resida en que en multitud de crónicas periodísticas posteriores acerca de reuniones hípicas en el hipódromo de Caulina, se menciona que los asistentes a las carreras de caballos se desplazaban hasta el mismo en tren, lo que indefectiblemente ha inducido a pensar durante años en el popular ramal ferroviario que desembocada en el Hato de la Carne para llevar a los jerezanos hasta el nuevo Real de la Feria.
Sin embargo, todas esas citas son posteriores a 1875 y, por tanto, no están relacionadas con un supuesto hipódromo en esta zona, sino con el nuevo erigido en 1873 -el hipódromo de Caulina por antonomasia-, dándose además la coincidencia de que la vía del ferrocarril, como vimos más arriba, también pasaba muy cerca de este último y contaba incluso con un apartadero de trenes, por lo que el caldo de cultivo para el error, repetido mil veces, estaba servido.
Plano de Jerez de 1899 con el ramal de la vía férrea hasta la Feria ya construido y donde aparece el hipódromo de Caulina en su definitivo emplazamiento.
Para finalizar, y a modo de conclusión, creemos haber zanjado de forma definitiva una cuestión sobre la que existían diferentes versiones puesto que hemos demostrado que el primer partido de fútbol en la historia del fútbol español tuvo por marco el hipódromo construido en los Llanos de Caulina, en las inmediaciones de Torre Melgarejo -lo que convierte a este lugar en un hito del balompié nacional-, y que en el Hato de la Carne nunca se construyó un hipódromo.
