El próximo 22 de noviembre se cumplirán cinco años de la muerte de Paco Collantes, conocido como Tato, pero nadie se ha olvidado de él. Tenía 40 años y su fallecimiento dejó una profunda huella en el fútbol base jerezano, donde fue jugador y compañero muy querido. Desde entonces, sus amigos lo recuerdan cada año con una cita donde se mezclan el deporte con la convivencia.
Para recordarlo, el estadio de Guadalcacín acogerá desde las nueve de la mañana de este domingo, 9 de noviembre, el V Memorial Paco Collantes. La jornada deportiva servirá, un año más, para mantener viva su memoria en un ambiente de convivencia y solidaridad.


Durante el acto se ofrecerán comidas caseras y bebidas a precios populares, con sorteos de cestas de chucherías y aportaciones voluntarias. "Los participantes pagan su camiseta y todo lo que se obtiene se destina a los gastos del memorial y a pequeños gestos solidarios", añaden los organizadores, agradeciendo la ayuda de las empresas locales que hacen posible el evento.
El memorial se ha consolidado como una cita fija en el calendario del fútbol jerezano y un ejemplo de cómo la unión de amigos y vecinos puede convertir el recuerdo en un gesto colectivo de cariño y compromiso.
Veinte años de una cita navideña muy especial
El 23 de noviembre, el propio Willy volverá a ser protagonista con otra de sus tradiciones más queridas: la Zambomba der Willy, que lleva organizando desde hace dos décadas y que muchos consideran el punto de partida de la Navidad jerezana. "Empecé hace 20 años en un bar muy pequeño y, con el tiempo, ha pasado por muchos sitios de la ciudad, pero siempre manteniendo su esencia".

Este año, la cita se celebrará en las renovadas Bodegas Nuevo Diplomático, tras un acuerdo con sus responsables, y promete reunir a un gran número de asistentes. "Siempre se ha dicho que era la zambomba que abría la Navidad de Jerez", comenta su organizador, quien destaca el cariño del público y la fidelidad de quienes la viven año tras año.
"Durante años me criticaron por hacerla tan pronto, pero el tiempo ha demostrado que era el momento ideal. Y este año la celebramos en un sitio que es perfecto”, señala Willy. En su vigésima edición, la zambomba seguirá fiel a su espíritu original: un encuentro festivo, abierto y popular, que combina tradición, música y convivencia. "Gracias a Dios es un evento que cuenta sobre todo con el cariño y el respeto de la gente. Veinte años no se cumplen todos los días", resume su creador, quien deja entrever que este aniversario incluirá alguna sorpresa especial.


