El hombre suele actuar en las líneas 8 y 9 de Jerez de la misma forma: se sienta junto a jóvenes, abre las piernas y coloca la mano sobre el muslo de su víctima.
El 6 de abril de 2018, a las 13:30 horas, una joven conileña de 23 años se subió al autobús de la línea 9 de Jerez, una vez que salió de sus prácticas. Ya dentro vio un sitio libre junto a un hombre mayor, de unos 70 años de edad, y se sentó en la parte próxima a la ventana. "Él se fue abriendo de piernas. Yo no pensé que fuese con maldad ni nada. Pero vi cómo cada vez iba acercando más su mano hacia mí, hasta que me la puso en el muslo. Al principio pensé que no se estaba dando cuenta, pero luego me apretó...", relata la joven, que en cuanto pudo librarse de la violenta situación, publicó lo que le ocurrió a través de su redes sociales, vía Twitter e Instagram.
"Yo me quedé bloqueada, pero cuando me empezó a apretar, me levanté y me quedé de pie", continúa. Acto seguido, le gritó que era "un cerdo". Pero él no reaccionó y se bajó del autobús para luego, fuera de este, lanzarle besos y hacerle gestos con la lengua. "Yo me sentí muy asqueada", comparte a lavozdelsur.es.
La joven comentó a sus amigos a través de WhastApp lo que le estaba ocurriendo en el momento del abuso. Y más tarde, una vez fuera del autobús, publicó lo que había vivido en Twitter, donde por ahora tiene más de 22.000 retuits. Gracias a la repercusión que ha tenido, otras chicas se han puesto en contacto con la conileña ya que ellas, hasta el momento cuatro mujeres, han vivido la misma situación violenta a manos del mismo hombre.
"Me quedé en blanco totalmente", señala. Y es que, tras ser manoseada e intimidada, la gaditana arrancó a llorar de impotencia, mientras le temblaban y le sudaban las manos. "A mí nunca me había pasado algo así y desde entonces le he cogido miedo a sentarme al lado de personas mayores en el autobús", confiesa. Otra de las víctimas del mismo anciano es una joven jerezana de 18 años que ha llegado a encontrarse con él hasta en cuatro ocasiones. "Me empezó a pasar en enero, en las líneas 8 y 9. La primera vez, yo me senté volviendo de la universidad y el hombre se montó y se sentó a mi lado. No le di importancia, pero empezó a incomodarme porque no paraba de abrir las piernas. Lo que hice fue levantarme e irme a otro sitio mientras él se lo tomó a broma", cuenta. Pero la segunda vez que se topó con él, en la línea 9, fue peor.
"Me daba cosa de decirle algo, pero entonces llegó un momento en que colocó su codo justo en mi cadera. Cada vez me estaba incomodando más y más. Y le metí un empujón con las piernas para que él las cerrara. Sin embargo, puso una maleta encima de sus piernas y bajó su mano izquierda a su muslo y poco a poco, puso su mano en el mío. Y mi reacción fue llorar", prosigue. No obstante, luego actuó propinándole un codazo y él quitó su mano. "Me tiré la hora entera sentada. No era capaz de levantarme. Yo no paré de llorar y la gente estaba viendo que yo estaba llorando pero no hacían nada..., eso me dio mucho coraje". Y luego, cuando llegó a casa, le entró un ataque de ansiedad y "ya era miedo a coger la misma línea".
Si bien la joven conileña asegura que ya ha denunciado el suceso, las otras chicas piensan hacer lo mismo ahora que una de ellas ha facilitado una fotografía de la cara del presunto acosador. "¿Quién me asegura que no se lo haya hecho a una niña de 14 años? ¿O otras mujeres diferentes que no sepamos?", se pregunta la jerezana. Hasta el momento, el asunto está en manos de la Policía Nacional, que pide más detalles sobre el anciano para poder dar con su paradero.