La Constancia, un "bloque-negocio" en Jerez con la mitad de pisos de alquiler y cinco mudanzas en un año: 65 metros, 900 euros

Los precios disparados -y disparatados- van de la mano de una fiebre del alquiler que despersonaliza y empeora la convivencia. Ni desperfectos menores ni arreglos mayores se afrontan, porque quien vive ahora está de paso y 'pasa de todo'

Bloques en Martín Ferrador, inicio de La Constancia, en Jerez.
14 de octubre de 2025 a las 20:22h
Actualizado a 16 de octubre de 2025 a las 09:13h

La fiebre del alquiler sigue subiendo de grados. Los pisos duran poco en el mercado, con precios que uno no podría imaginar hasta hace no mucho... Y con problemas derivados que no se daban antes. Es lo que explica un vecino de una de las torres de la calle Martín Ferrador, donde se inicia La Constancia, en Jerez.

"Mi bloque es un negocio", explica. Porque de las diez casas, la mitad son pisos de alquiler. No alquiler turístico, no, sino de alquiler normal. Y donde no para de entrar y salir gente. En solo un año ha presenciado cinco mudanzas en el mismo inmueble, con precios que alcanzan, explica, los 900 euros por 65 metros cuadrados. “Esto se está yendo de madre”. 

Arreglos en el bloque que no se afrontan. MANU GARCÍA

El edificio, ubicado en una zona antes tranquila, se ha transformado en un constante ir y venir de inquilinos. “Cada vez que hay nuevos, hay obras, ruidos o reformas. La escalera está deteriorada, llena de manchas de bicicletas y picotazos en las paredes. Los propietarios no se hacen cargo de nada, se les dice y no hacen caso".

Y es que se ha degradado la convivencia a cuenta de la despersonalización de estas casas. No hay vida en comunidad, no hay vecindario, porque las caras de sus vecinos cambian cada pocos meses. Y en esas, el inquilino a veces va a su bola, se desentiende. Mudanzas que se producen de madrugada, colillas lanzadas al patio, cenizas, latas por los rellanos. 

Explica este vecino que tiene ahora dos nuevas inquilinas como vecinas que llegan de madrugada, arrastran muebles, hacen ruido y, además, tienen un perro. “El descanso debería respetarse. Hay días que parece imposible dormir". Ha llegado a quedarse alguna vez a dormir en casa de familiares o de compañeros de trabajo.

Zonas comunes deterioradas.  MANU GARCÍA

Y los propietarios, que son como unos pequeños empresarios, no ayudan. Son esas personas que antes fueron sus vecinos, o nuevos dueños que nunca ha conocido y que se dedican solo a comprar para alquilar.

Esa despersonalización provoca que a menudo no tenga a quien quejarse si hay algun problema. “Mandan a alguien a hacer arreglos a cualquier hora, da igual que sea por la tarde o por la noche. Es un descontrol total”. En el bloque, la mitad de los pisos están en alquiler. “Antes solo había dos, ahora ya son cinco. Se paga entre 700 y 900 euros por viviendas pequeñas, de 65 metros cuadrados, y con humedades. Y eso, sin contar los desperfectos”, añade.

El deterioro del edificio es visible: bajantes en mal estado, suciedad, colillas tiradas por las ventanas y un ambiente cada vez más tenso. “Parece que nadie cuida nada. Hay ceniza, basura, hasta bricks de zumo y cosas peores. No quiero vivir en un estercolero”. “Mi bloque se ha convertido en un negocio, no en un lugar para vivir”.

El hecho de que los dueños no vivan en la casa provoca situaciones rocambolescas en reuniones. Pisos que delegan su voto a la mayoría sin importarle lo que se vote, o bajantes que se arreglan en un lado de las viviendas pero no en otro porque no se ponen de acuerdo. Son los que "solo se preocupan de cobrar" pero si hay algún problema con los inquilinos te dicen "que te arregles con ellos". Ese trajín de bloques que están en el rango de lo barato -aunque para cualquiera que conozca Jerez sabe que es carísimo- porque son los que menos valen hoy, significa que haya gente continuamente entrando y saliendo. Las vidas se transforman. Este vecino, que prefiere no dar su nombre, pone el ejemplo de una vecina, que "se ha ido a un unifamiliar". Pero "yo no me quiero ir, es mi casa", remacha.

Sobre el autor

Pablo Fdez. Quintanilla

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