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Miguel Ángel Suelo 'Willy' es integrante de la chirigota de Juanlu Cascana, 'Cai de mi arma, 7.20', un ejemplo de inclusión en el carnaval gaditano. 

Miguel Ángel tiene sangre viñera y el corazón le late al compás de una caja y un bombo. Su chirigota forma parte de su familia y cada febrero vive la calle. Se enfunda en su tipo y no hay quien lo pare. Después de cuatro meses ensayando es la mejor recompensa. Hasta aquí podría ser la historia de cualquier gaditano carnavalero. Pero él le pone a esto mucho más que ganas, él pone su vida entera para llegar puntual al ensayo cada día en su silla. Miguel Ángel le pusieron sus padres, pero Cádiz lo bautizó como Willy. Y, tal y como le cantaron el año pasado sus compañeros, “es tan luchador como fue Frida Khalo, y aunque no pinta cuadros es todo un artista. Qué curioso pintor, porque no usa las manos pero pinta a diario diez mil sonrisas”.

Porque el carnaval no tiene barreras. Que se lo digan a él. Este viñero sólo falta a su cita cuando se resfría. “A mí lo único que me para es el invierno”. “Tú nos va a matar a nosotros cualquier día de un infarto”, le responde Juanlu Cascana, autor de la chirigota Cai de mi arma, 7.20, de la que Willy es integrante. Les tocó actuar el pasado lunes y ha tenido una gran acogida por parte del público. “Esta es la chirigota de los minusválidos. Este año hemos llevado cuatro sillas de ruedas al Falla, porque había otras dos de figurante”, comenta. “Yo soy Cascana de Calcuta – contesta Juanlu entre risas-, nuestros ensayos siempre tienen las puertas abiertas”.
La agrupación cuenta, además de Willy, con otro integrante que va en silla de ruedas. José David García, 'el Coñeta', quien también participa en un coro. “El primer año que iba a salir no se atrevía, y me llamó para preguntarme si por detrás él iba a poder entrar. Ese es el miedo de todos. Porque lo peor para una silla de ruedas es lo desconocido, y ellos no saben si van a poder entrar, si van a poder subir, si en el escenario van a estar bien porque está en cuesta o si van a poder subir a camerinos. Eso es lo que realmente les impide, porque yo te digo que hay mucha gente como yo que tiene su grupo de amigos y puede salir en carnaval”. Willy reconoce que a él le costó mucho animarse a salir en la chirigota. “Yo en el año 2000 ya conocía a esta gente. Ellos sacaron una chirigota que se llamaba Coja por donde lo coja, que iban en sillas de ruedas, y yo podía haber salido con ellos pero les dije que no, porque no me atrevía”.

“Seguro que si todo fuera más accesible se atrevería más gente a salir”

El gran problema para ellos llega en la calle. Los tablaos no están preparados porque son pocas las personas en estas circunstancias que salen en agrupaciones. “Seguro que si todo fuera más accesible se atrevería más gente a salir”. Sus compañeros lo suben en peso cada vez que van a cantar, con la dificultad que supone subir las estrechas escaleras de los tablaos. Muchas de ellas cuentan además con una barandilla en el centro que hace de la actuación una odisea. “Una cuesta aunque sea un poco empinada, debería haber. Pero siempre están con lo mismo, que si los presupuestos, que no hay dinero... lo de siempre. Yo voy a seguir saliendo, me gusta mucho la Viña porque es mi barrio, pero es más que nada por ellos que pueden hacerse daño al subirme, porque esto pesa mucho”, relata Willy. “Para una silla de ruedas es lo peor del mundo. Yo me quejé, el año que salieron Los válidos, porque hubo muchas cosas que no me gustaron. Porque si van representándonos ¿por qué suben de pie a los tablaos? Que los suban y lo hagan todo en la silla, para que sepan lo que es realmente esto”.
El teatro, sin embargo, va mejorando poco a poco. El Falla ha sido objeto en los últimos meses de una serie de obras y acondicionamiento con el fin de mejorar la accesibilidad para personas con movilidad reducida. Este proyecto se incluía en una seria de actuaciones en la ciudad y en otros edificios para eliminar barreras arquitectónicas y mejorar la accesibilidad. Sin embargo, “el fallo es más por detrás que por la entrada principal. Porque los ascensores no están bien preparados. Yo quepo con la silla a lo justo, pero mi compañero que es un poco más grande no entra. Subir a camerinos es una odisea. El puente de arriba ya al menos tiene la cuesta, pero el ascensor hay que arreglarlo”.

Willy salió en el Falla por primera vez en el año 2010, con una chirigota que se llamaba Los que bailaron un año e hicieron olvidar a los de antaño, con autoría de José Mari Barranco, el Lacio. Al año siguiente ya estaba en el grupo de Juanlu Cascana con Los encantadores de perros, pero no pudo cantar en el Falla porque llegó tarde a la agrupación. Además, “la chirigota llevaba los perros delante, y yo con la silla no cabía. Y yo para cantar atrás no salgo, a mí me gusta ir delante. A mí Juanlu ahora no me deja cantar en el medio porque sabe que le voy a pisar los pies. Por eso voy en la esquina, para poder moverme a mi gusto”. Esto es posible gracias a la naturaleza de este grupo. En la actualidad, el carnaval se ha centrado en lo visual, gastando miles de euros en decorados y tipos. Esta chirigota es sencilla, humilde y sinvergüenza. Adjetivos que no deberían desprenderse nunca de esta fiesta. “Las agrupaciones de hoy en día miran mucho por la estética. Hay agrupaciones que han echado a tíos por feos”, señala.

"Hay agrupaciones que han echado a tíos por feos”

A sus 44 años, Willy tiene a su hija de 14 y una pareja estable. “Yo conocí a mi pareja jugando al parchís en el Mundijuegos”, cuenta entre risas. Lola es de Alicante y ya lleva siete años en Cádiz. “El Willy es que enamora”, añade el Cascana. También tiene un perro llamado Cheryshev que “es muy gracioso, pero es un hijo de puta. Se sube encima mía y empieza a chuparme la cara. Como yo no lo puedo quitar, me pone la cara que no vea. Me quita también la comida. Se aprovecha de mí porque sabe que no le puedo hacer nada. Pero es un cabrón, a mí me hace perrerías”. El Willy ha hecho de todo en Cádiz. “Se ha tirado hasta del Caná con nosotros”, cuenta Juanlu. Pertenece a la Marea de Pensionistas, que lucha por unas pensiones dignas, a FEGADI (Federación Gaditana de Personas con Discapacidad Física y/u orgánica) y al CRMF (Centro de Recuperación de personas con discapacidad física) de San Fernando. Por eso sabe mejor que nadie por lo que lucha y decide tomarse la vida siempre con una sonrisa. “A nosotros no nos pueden decir nada, porque yo me río de mí. No puede salir ninguna asociación que proteste. Nadie se molesta, todo lo contrario, se ríen porque no es un humor ofensivo”.

Tras el éxito de su chirigota, espera la semana de carnaval con muchas ganas. “Este año creo que voy a disfrutar tela. Puede nevar si quiere. Yo digo todos los años que es mi último, y aquí estoy”. Aun así, ya tiene un proyecto en mente para más adelante. “Yo quiero un cuarteto, para rematar los golpes. Que yo tampoco puedo decir muchas cosas porque voy a necesitar una UVI móvil al lado mía en bambalinas”. Y así es como Willy se pone sus alas cada año para vivir, para cantar y sonreírle a los días. Porque él es alegría. Él es carnaval.

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Estefanía Escoriza

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