La frágil Cartuja de Jerez, existe: descubriendo por primera vez un Monumento Nacional con medio milenio

Conforme las visitas se intensifican y masifican, como en este Puente, el impresionante patrimonio se hace más visible, pero también su fragilidad a nivel de conservación y un entorno atestado de coches y de difícil acceso

Una imagen del mercadillo navideño de La Cartuja en Jerez.
06 de diciembre de 2025 a las 17:37h

Es emocionante pisar el territorio inexplorado de gran parte de los 90.000 metros de un Monumento Nacional con más de 550 años de historia. Un monumento con medio milenio parcialmente desconocido en mi propia ciudad.

La experiencia inmersiva de entrar en las celdas dúplex de los cartujos, respirar el silencio entre las arboledas (solo por el patrimonio natural del monasterio ya merece la pena la visita), recrearse en los labrados del coro, en las trazas de Martínez Montañés en el claustro de legos, lamentar el expolio de los Zurbaranes que nunca debieron salir del retablo (algún día habrá que tomarse en serio reclamarlos, o al menos traerlos de vuelta temporal para una gran exposición)…

La apertura total a las visitas del Monasterio de La Cartuja en Jerez desde hace poco más de un año ha permitido que propios y extraños conozcan las interioridades de este tesoro renacentista de Andalucía. Y ese aluvión de curiosos, amantes del turismo cultural, investigadores, devotos del patrimonio y visitantes en general pone al trasluz con mayor vehemencia los problemas que afectan a este impresionante bien público.

Más de 550 años de historia contemplan a este Monumento Nacional.   JUAN CARLOS TORO
Visitantes en esta mañana de sábado.   JUAN CARLOS TORO

Este Puente de la Inmaculada, además, es la primera vez que no hay que hacer reservas previas y puede acudirse directamente a disfrutar (por primera vez, como en el caso del que escribe) de un conjunto monumental próximo a otras dos joyas naturales por recuperar como son el curso bajo del Guadalete a su paso por la campiña de Jerez y el parque de Santa Teresa —que va a cumplir 200 años—.

El aluvión de visitantes de estos días ha aumentado la sensación de desprotección y fragilidad extrema que sufre el monumento. Con accesos colapsados, en una carretera atestada de tráfico, con una organización muy precaria en el estacionamiento de vehículos, con coches aparcados casi en la misma fastuosa portada Andrés de Ribera, un monumento de 1571 que saluda al visitante que llega al conjunto monumental y que merecería otro tratamiento. Seguro que Manolo Pareja, gerente de la Cartuja, atareado este sábado con las visitas guiadas, detesta esos coches en línea aparcados en la misma puerta.

Interior de La Cartuja, en la zona del coro en la Iglesia.  JUAN CARLOS TORO
Accesos con dificultades para acceder a La Cartuja.  JUAN CARLOS TORO

Hay que poner en orden en muchas cosas —¿y el plan director?— ahora que la Cartuja ya al fin es de todos —siempre lo fue, aunque los cartujos lograran la cesión del Estado hace ahora 45 años—. Pero es ahora cuando al fin somos más plenamente conscientes del valor que tiene, en gran parte también por la vida monacal seguida durante tantas décadas. Como todo lo que se conoce y se nombra, empieza a existir. Y no basta un 2% de inversión de higos a brevas, Patrimonio del Estado y la Junta de Andalucía (como responsable de este Bien de Interés Cultural) deben cuanto antes pisar el acelerador de las inversiones urgentes que saltan a la vista que requiere el monumento. Antes de que sea demasiado tarde y sea entonces la ruina la que impida que volvamos a disfrutar de un patrimonio público de incalculable belleza y valor. 

Un mercadillo navideño en la Cartuja de Jerez con dulces de los conventos

Por cierto, estos días hay un mercadillo navideño con todo tipo de delicias reposteras de los conventos de la provincia de Cádiz. Hay chocolate caliente, talleres infantiles y una agradable sensación de descubrir algo muy grande que siempre estaba ahí, en el paisaje, en la memoria, y que ahora permite admirar toda su dimensión patrimonial y espiritual más allá del dintel de sus enormes portones.

Sobre el autor

Paco Sánchez Múgica

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