Fernando Ansorena ha construido su trayectoria con un perfil centrado en el oficio y en una forma de entender la arquitectura que nace del detalle y del uso real de los espacios. Jerez fue el punto de partida, pero no el límite. Su carrera, desarrollada principalmente en Barcelona, acaba de situarlo en el foco internacional tras recibir un reconocimiento relevante en el panorama arquitectónico contemporáneo.
El arquitecto jerezano ha sido uno de los galardonados en la undécima edición del Premio Versalles, distinción impulsada por la Unesco que reconoce cada año algunas de las mejores obras arquitectónicas del mundo. La ceremonia se celebró el pasado 4 de diciembre en París y reunió a estudios y arquitectos de referencia internacional, seleccionados directamente por la institución sin un proceso de candidatura previa. Forma parte de Circular Studio junto a su socio, Iván Serrano.

La obra premiada ha sido la nueva sede del campus LCI de Barcelona, proclamado el mejor campus universitario del mundo desde el punto de vista arquitectónico. El edificio, diseñado íntegramente en su interior y exterior por Fernando Ansorena e Iván Serrano, ha sido valorado por su fachada, su estructura, sus escaleras y por una concepción moderna del espacio universitario pensada para adaptarse tanto a las necesidades de los estudiantes como a la ciudad.
El camino que llevó a Ansorena hasta Barcelona comenzó con una decisión poco habitual entre jóvenes de su entorno. "Barcelona parecía un sitio muy lejano en su momento, porque la mayoría de jerezanos se iban a Madrid", recuerda. Aun así, tuvo claro el destino. "La Escuela de Arquitectura de Barcelona era en ese momento la mejor, con diferencia", explica, subrayando que la elección respondió a una combinación de exigencia académica y afinidad personal.
Ese vínculo con la ciudad se consolidó desde el primer contacto. "Cuando conocí Barcelona hubo un flechazo, con la ciudad, con la personalidad de la gente", afirma. Ansorena destaca además una relación cultural que siempre ha percibido entre Cataluña y Andalucía. "Hay muchas más cosas que nos unen", señala, una conexión que contribuyó a que, de forma natural y no premeditada, decidiera establecer allí su actividad profesional.
Tras finalizar la carrera, atravesó una etapa de búsqueda profesional en la que combinó proyectos propios con colaboraciones en distintos despachos. Trabajó especialmente con el arquitecto y urbanista Luis Cantallops, a quien dice admirar, aunque pronto tuvo claro su objetivo. "Me di cuenta de que yo no quería trabajar para nadie y que quería hacer mis proyectos", explica. Esa convicción acabaría materializándose en una unión estable con Iván Serrano, a quien conocía desde la universidad.
Ambos formalizaron su sociedad en 2014, aunque ya habían trabajado juntos con anterioridad. "Nos conocíamos de la carrera y habíamos hecho proyectos antes incluso de ser socios", explica Serrano. El estudio creció desde reformas interiores de viviendas, oficinas y otros espacios en Barcelona, una etapa que, según señalan, fue clave para aprender a trabajar desde la escala pequeña y a cuidar el detalle, una constante que mantienen incluso en obras de mayor dimensión.
El mayor cumplido para un arquitecto
Ese recorrido previo ha marcado su estilo arquitectónico, que ambos definen como atento al contexto, a la tradición y a las influencias culturales. Ansorena señala que la arquitectura no es igual en todos los territorios. "Hay una tradición que es innegable, una cultura que tiene que ver con el clima, con la historia y con las influencias", afirma. En ese sentido, en Jerez identifica una herencia británica muy presente en muchas de sus casas. Ya hizo la casa de un familiar en Jerez y tanto Ansorena como Serrano no descartan volver a trabajar en proyectos en Andalucía-
El campus LCI ha supuesto el mayor salto de escala del estudio hasta la fecha y fue seleccionado entre seis campus universitarios nominados, entre ellos los de Oxford o la Universidad de Copenhague, aunque solo uno se proclamó ganador. Para Serrano, el valor del Premio Versalles reside en su propio sistema de selección. "Es un premio en el que no te presentas, te seleccionan directamente desde la institución", explica, destacando la sorpresa de compartir ceremonia con arquitectos de prestigio internacional. Más allá del galardón, Ansorena subraya la respuesta de los usuarios del edificio: "Cuando empezaron a entrar los alumnos, el feedback fue siempre muy bueno; que la gente esté contenta de estudiar allí es el mayor cumplido que le pueden dar a un arquitecto".


