"Aquí crujen las paredes todos los días, pero nunca había escuchado nada así"

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Loli, vecina del bloque de La Constancia desalojado, pasará el fin de semana en un hotel a la espera de que los técnicos de Urbanismo inspeccionen el bloque.

Los padres de Loli llegaron a La Constancia con el coche cargado, preparados para la mudanza, el 28 de junio de 1957, dispuestos a habitar una vivienda del tercer piso del número 3 de la calle Manolete. Ella nació el 23 de julio del mismo año, apenas 25 días después. Desde entonces no se ha movido. “Llevo toda la vida en la misma habitación”, cuenta. Hasta este viernes. Ese día, a las cuatro de la tarde, oyó un crujido “en seco”, y ahí empezaron los problemas. Llegaron los bomberos para sanear la fachada y a lo largo de la tarde, junto a efectivos de Policía Local, coordinaron el desalojo preventivo de las dos viviendas del tercer piso para evitar males mayores.

Dolores Dueñas —“si pones Loli mejor”, pide— ha pasado la noche en un hotel cercano, gestionado por el Ayuntamiento. “Es la primera vez que me dicen que me vaya de mi casa”, cuenta esta vecina, que dice que apenas ha podido dormir: “Te sientes desubicada”. Desde 2004 llevan Loli y sus vecinos esperando actuaciones de la Junta. Ese año se le entregó toda la documentación necesaria para que ejecutara las labores de rehabilitación y desde 2009 tienen firmado un convenio —dentro del Programa de Rehabilitación Singular— por el que la administración autonómica se compromete a realizar actuaciones en tres edificios —con una aportación de 205.433 euros— y el Ayuntamiento en otros cuatro bloques —por valor de 96.000 euros—.

En el número 3 de la calle Manolete viven vecinos como Loli, que lleva toda la vida residiendo en una barriada de la que está “enamorada”, señala, aunque confiesa que sus posibilidades económicas le impiden residir en otro lugar. “Me quedé a 15 días de poder prejubilarme porque caí enferma, y ahora tengo lo mínimo: 395 euros”, recalca, por eso asegura: “Estoy en exclusión social”. Ella, que ha dedicado prácticamente toda su carrera profesional a la hostelería, sector en el que ha trabajado 32 años, pasará el fin de semana entre el hotel y la puerta de su vivienda, de la que no se despega. Los problemas en el edificio no son nuevos. De hecho Loli cuenta que en la década de los 60, poco tiempo después de entregarse las viviendas, el bloque donde vive ya tuvo que ser apuntalado. “Aquí crujen las paredes todos los días, si no cruje por la mañana es por la tarde, pero el de ayer fue en seco, nunca lo había escuchado así”, relata.

“Llevamos cuatro años con el edificio declarado con alto riesgo de derrumbe”, señala Loli, que dice que el bloque tiene “vicios ocultos” por las deficiencias en la construcción. Ahora, mientras espera que el lunes lleguen los técnicos de Urbanismo para inspeccionar el edificio, ya que no trabajan el fin de semana, pasa las horas frente a su vivienda, recibiendo a los empleados municipales que se acercan por la barriada. Primero uno de Emuvijesa, la empresa municipal de vivienda, y luego el teniente de alcaldesa de Urbanismo, Francisco Camas, junto a un arquitecto municipal, que se remite a los técnicos de la Consejería de Vivienda de la Junta, que son los encargados de rehabilitar el bloque en cuestión. "Este lunes Urbanismo procederá a la inspección y realización del informe técnico que evalúe el estado de los inmuebles", señala Camas.

La pena, dice Loli, es que “cuando se hace una manifestación siempre estamos en la calle los cuatro de siempre”. Adolfo Bejarano, presidente del bloque afectado, afirma con la cabeza al escucharla decir eso. “Hay que tirarse a la calle, se ríen de nosotros”, dice Adolfo, que lleva residiendo en el bloque desde 2008. Él compró la vivienda por poco más de 100.000 euros —más otros 24.000 euros que empleó en acondicionar la casa— y ahora, asegura, no la vende por más de 40.000. “Me dan la mitad, no me puedo ir”, se queja, por lo que pide que “se cumpla lo que tenemos firmado”. El presidente del bloque se hace “la pregunta del millón”: “¿Dónde está el dinero? Queremos vivir dignamente”.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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