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La Unidad de Prevención, Asistencia y Protección (UPAP) creada hace una década protege en la actualidad a 470 mujeres víctimas de violencia de género en Jerez.

Una década jugándose el tipo por ellas, por las mujeres más vulnerables, por las que no son castigadas con los vaivenes del día a día sino que viven –o malvivían- con el enemigo en casa. Todos los hombres no son iguales. Claro que no. Quien dice quererla, le anula, le humilla, e incluso le “zumba”, y un puñado de desconocidos centran todos sus esfuerzos en evitar que esto suceda. “Es nuestro trabajo, somos profesionales”, resta importancia José Antonio A., coordinador de la Unidad de Prevención, Asistencia y Protección (UPAP) desde 2007, casi desde su creación en 2006. Este equipo formado por 6 agentes protege a unas 470 mujeres cuyos presuntos agresores tienen una orden de alejamiento bien como medida cautelar o tras ser condenados .

Cuando una mujer denuncia la maquinaria comienza a funcionar. La UPAP se encarga de elaborar una valoración de riesgo con la que determina el nivel de amenaza al que se enfrentan en función del cual toman medidas. Unas de estas medidas es el traslado de ciudad o derivarlas a al Centro de la Mujer, institución con la que trabajan muy estrechamente.

El Servicio de Atención a las Familias (SAF) de la Policía Nacional es el departamento que atiende en primera instancia las denuncias y posteriormente las traslada a la UPAP, una vez iniciado el proceso judicial. Cuando sus agentes comienzan la jornada lo primero que hacen es revisar el parte de ocurrencias, las denuncias interpuestas el día o el fin de semana anterior. En total una media de tres. La gran mayoría de esas denuncias se producen por quebrantamiento de la orden de alejamiento, y una minoría de ellas son nuevos casos.

Dedicado al Cuerpo desde hace 37 años, sólo José Antonio A. es el responsable de velar por la seguridad de más de 90 mujeres. A lo largo de su trayectoria en la UPAP en más de una ocasión se ha quedado “a cuadros” al llegar y leer entre los documentos el nombre de algún conocido. “Cuando me ha pasado no me lo he esperado; ves la intimidad de una familia de puertas para adentro… pero me he abstenido de encargarme de esos casos y se lo he pasado a otro compañero”, cuenta.

“Una de las mayores preocupaciones a la hora de asistir a los juzgados son los familiares de los agresores que suelen estar presentes y también son agresores”, asegura el portavoz de la Policía Nacional, Adrián Domínguez. A priori el supuesto agresor puede ser detenido, pero si permanece en libertad se le asigna vigilancia a la denunciante. Comienzan el protocolo de protección. Si es necesario se acompaña a la denunciante a los juzgados de Violencia de Género, juicios que por lo general son rápidos y se celebran un día después.

A diario los seis componentes de la UPAP deben valorar y determinar a qué mujeres han de acompañar en su día a día a realizar cualquier gestión. Pero es un trabajo en equipo en el que las nuevas tecnologías juegan un papel fundamental. La mayoría de los agresores que están en la calle portan la pulsera del sistema cometa en la muñeca o el tobillo. “Es el paso previo a que el maltratador entre en prisión”, subraya José Antonio A. Es detectada por un móvil que se le proporciona a la mujer. La alerta se activa en Madrid donde dan el aviso a la UPAP cada vez que el perímetro mínimo de distancia entre el agresor y la víctima es rebasado. En Jerez suele suceder unas dos o tres veces al día. En estas intervenciones así como en el resto, aclaran, “los agentes que patrullan son fundamentales para personarse en el escenario con la mayor celeridad posible”, puntualiza el coordinador, "no sólo depende de esta unidad".

En todo caso, subrayan, absolutamente todas las actuaciones quedan auditadas en VIOGEN (aplicación informática de seguimiento integral en los casos de violencia de género). Los jueces que son los responsables que deben determinar las medidas correspondientes son informados de cada detalle. “No se andan con chiquitas, a la mínima, en cuanto hay constancia de que se quebranta la orden de alejamiento un par de veces, los meten en la cárcel”. La Policía no se cansa de aconsejar que nunca se queden solas, que entren en lugares concurridos si se los encuentran y van solas o que griten. "Hay gente muy comprometida”, y lo más importante, añade: “Les decimos que a la mínima denuncien y no dejen pasar ni una”, esa es la máxima.

Este departamento cuenta con un teléfono corporativo mediante el cual realizan entrevistas periódicas a las víctimas. “Nuestra función no es sólo protegerlas. Junto con el Centro Asesor de la mujer las escuchamos, las asesoramos e informamos. Hay que tener en cuenta que tenemos casos en los que algunas mujeres han estado hasta 15 años sin salir de casa, han perdido habilidades sociales y tienen una total falta de autoestima”, señala el coordinador de la UPAP.

En el momento en el que son informados de que un maltratador que está en la cárcel va a salir a la calle, esta unidad de protección también avisa a la víctima. "Afortunadamente en Jerez no ha pasado nunca nada cuando han salido de prisión, pero es algo ante lo que siempre nos mantenemos en alerta porque en la cárcel tendrán todo el día en la cabeza a la mujer”, explica mientras toca madera.

Los agentes de la UPAP saben por experiencia que el grado de reincidencia del maltratador es muy alto, y que también muchas de la protegidas son las que pese a todo retoman la relación¿Y entonces? ¿Después de tanto esfuerzo? “Bueno, aquí todos hemos hecho la comunión, sabemos que puede pasar. Si tenemos algo de confianza con la víctima, lo único que le puedo decir es que tenga cuidado”, aunque, explica, "ya ellas son capaces de detectar los indicios que anuncian una próxima agresión".

“Alguno de estos hombres han llegado a ser tratados por especialistas, han asistido a talleres y han logrado llevar una vida normal con sus parejas”

Por otro lado, también se ha dado el caso en el que el maltratador se ha “curado”. Gran parte de ellos, según la UPAP, agreden a las mujeres como consecuencia de la educación recibida. Otros debido a su adicción al alcohol o las drogas, o por una baja autoestima que se materializa en celos y maltrato. “Alguno de estos hombres han llegado a ser tratados por especialistas, han asistido a talleres y han logrado llevar una vida normal con sus parejas”, afirma el coordinador.

Desde esta unidad realizan un llamamiento a la ciudadanía. Piden que se denuncie cuando tengan constancia de que se produce cualquier tipo de maltrato, que las llamadas son anónimas “y siempre que intervenimos desde su entorno nos dicen que se lo sabían”, añade apelando a la responsabilidad ciudadana. Además, recalca Adrián Domínguez, "después de los hombres violentos y de la falta de sensibilización de la sociedad, el mayor enemigo de las mujeres maltratadas las mujeres que denuncian falsamente”. En cualquier caso según los datos oficiales, 8 de cada 10 mujeres que han sufrido violencia de género han salido de esa vorágine. Hay esperanza.

"La mayor satisfacción que nos llevamos es el reconocimiento de nuestros superiores por el trabajo bien hecho. A veces creo que en España sabemos más cómo funcionan los agentes de otros países por lo que vemos en el cine y no se sabe cómo trabajamos aquí", lamenta en tono jocoso el coordinador de la UPAP, pero seguro que las víctimas de violencia de género a las que protegen, sin duda, lo saben y se sienten agradecidas.

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María Luisa Parra

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