"Al decir que era el diablo y que iba a matarlo pensé que o entraba o ese hombre moría"

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Sergio, el agente de policía que medió para evitar el crimen en el edificio Roma, destaca el estado, fuera de sí, del agresor hacia su propio hermano, al que asestó, al menos, una decena de puñaladas.

“Invocaba al demonio. Decía que no podía hacer otra cosa que matarnos a todos”. Las palabras de Sergio, agente de policía jerezano destinado en el aeropuerto barcelonés de El Prat y vecino de la persona agredida por su propio hermano, aportan todavía más dramatismo a un hecho que ya de por sí lo es de sobra.El agente, que se encontraba en su domicilio junto a su mujer y su hijo aprovechando unos días de vacaciones antes de volver a Barcelona, oyó los gritos de terror de su vecino, Javier. Enseguida, cuenta, le preguntó qué le pasaba a través de la puerta y éste le pidió auxilio. Entonces abrió una ventana contigua a la puerta y divisó a una persona encima de Javier asestándole puñaladas. “Todo el suelo estaba lleno de sangre. Era como si le hubiera cogido un toro, tenía sangre en la cara y por todas partes”, relata. Acto seguido sacó su placa y se identificó, pero el agresor no le prestó ninguna atención. Sergio, viendo la situación, tomó dos macetas que había en la ventana y se las arrojó, pero ni por esas depuso su actitud. “Al decir que era el diablo y que tenía que matarlo pensé que, o entraba o ese hombre moría”. De esta manera, se valió de un extintor que había en la pared para usarlo como ariete contra la puerta. Afortunadamente consiguió abrirla. Al entrar en el piso, el agresor se giró y fue entonces cuando Sergio se lanzó sobre él. Con sus dos manos agarró el brazo que sujetaba el cuchillo –de unos 25 centímetros de hoja y con doble filo-, forcejeó con él y consiguió quitarle el arma, previo paso a reducirle. Momentos más tarde llegarían otros policías, también vecinos y fuera de servicio, así como los agentes que habían sido desplazados al lugar, que se lo llevaron a comisaría.

La suerte quiso que otro vecino, enfermero, llegara rápidamente al lugar de los hechos para presionarle las heridas con toallas que evitaron así que siguiera perdiendo sangre. Sin duda, esta acción, junto a la de Sergio, evitaron que Javier hoy estuviera muerto.

El agente reconoce que esta intervención “es de las más duras” que le ha tocado vivir ya que, como señala, “instantes en el que ves cómo agreden a una persona se viven pocos, siempre suele ser a posteriori cuando actúas”. De todas maneras, no dudó en actuar. “No piensas si temes por tu vida. Ves a tu familia, contemplas la situación, la valoras y piensas que tienes que pararle para que no termine de matarlo”.

En total, Javier recibió, al menos, una decena de puñaladas y un corte en el cuello a manos de su hermano, que padece esquizofrenia, según vecinos del edificio Roma. En la tarde del miércoles fue intervenido de urgencia en el hospital. De momento permanece estable dentro de la gravedad en la UCI, según informan desde el Servicio Andaluz de Salud. 

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Jorge Miró

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