Pedro Luis Velázquez Montiel, natural de Jerez y residente en Villanueva del Arzobispo (Jaén), ha conseguido lo que muchos considerarían imposible: transformar un grave accidente laboral en una invención que podría salvar vidas. Tras más de 20 años de experiencia en el mundo de la jardinería y la poda en altura, este profesional andaluz ha patentado un innovador sistema de frenado de cadena para motosierras que ha sido publicado ya en el Boletín Oficial de Patentes Europeas.
La historia que hay detrás de este avance es dura y estremecedora. En septiembre de 2015, mientras realizaba una intervención de urgencia con una motosierra en el paseo marítimo de Palmones, Pedro sufrió un accidente que estuvo a punto de costarle la vida: se cortó con la motosierra en la ingle, dañándose gravemente el cuádriceps, la vena safena y quedando al borde de una parada cardiorrespiratoria. "Me salvaron por segundos", recuerda. Estuvo dos meses sin poder moverse, tuvo que aprender a andar de nuevo y, pese a que perdió más del 70% de fuerza en la pierna derecha, nunca abandonó su oficio ni su espíritu de superación.

"Pensé que si a mí me pasó esto, le puede pasar a cualquiera", explica. Y así nació la idea: diseñar un nuevo sistema de freno que se active automáticamente si el operario pierde la mano izquierda, la única que permite activar el freno convencional. Su propuesta: incorporar un doble recorrido al gatillo del acelerador que, tras cierta presión, accione también el freno de cadena. “Una reacción involuntaria del cuerpo como apretar con fuerza las manos —algo que hacemos al caernos— puede ser letal si tienes una motosierra en la mano. Eso me ocurrió a mí”, detalla.
De su accidente tiene que dar las gracias a muchas personas que fueron providenciales: "Desde los técnicos de emergencia que acudieron al lugar del accidente, hasta Sonia Salas, que es la cirujana que me operó en el hospital Punta de Europa y a todo su equipo. Sin ellos hoy no estaría aquí".
La falta de apoyo institucional
Hoy, casi una década después del accidente, su invento ha sido reconocido por la Oficina Europea de Patentes y ya hay empresas interesadas en desarrollarlo. Pero, a pesar de la importancia potencial de su creación, Pedro denuncia la falta de apoyo institucional. “Me he puesto en contacto con el Instituto Andaluz de Prevención de Riesgos Laborales y me dicen que no hay ayudas ni becas para personas físicas. Solo para empresas o universidades. Así no se puede innovar desde el campo”.
Pedro compagina su trabajo en Jaén con frecuentes viajes a Jerez, donde reside parte de su familia. Aunque reconoce que aún convive con secuelas físicas, su motivación es clara: evitar que nadie más tenga que pasar por lo que él vivió. “Sé que suena ambicioso, pero mi objetivo es que todas las motosierras del mercado incorporen este sistema. Sería una forma de devolverle algo al oficio y a quienes lo ejercen, muchas veces sin la protección adecuada”.
Además, lanza un mensaje a las administraciones: “Ojalá alguna institución pública se interesara por esto. Si se fabricara aquí, en Cádiz o en Andalucía, no solo sería un avance en seguridad, sino también una oportunidad de empleo y desarrollo local”.



