Un negocio familiar, de los de toda la vida, que vive una nueva edad de oro. Tan es así que mientras el resto de negocios cierran, las Cantalejo ya van por su segunda tienda, mucho más grande y mejor ubicada. Venus Lencería es la historia de Yolanda y Susana Cantalejo, ubicadas hasta ahora en el centro comercial La Asunción. Una tienda de barrio-barrio, en un barrio jerezano, de La Asunción, y en un centro comercial cuyo epicentro es el supermercado DIA, y su trajín es el que generan los vecinos cercanos y el centro de salud. Nada de centro comercial de cines y grandes cadenas de comida rápida.
En ese ecosistema ha crecido poco a poco esta tienda de lencería regentada por dos hermanas que han metido a una segunda generación a trabajar con ellas. De los apenas 20 metrois cuadrados, pasan ya a los más de 80 metros con un local que han comprado muy cerquita, en el edificio donde estaba el antiguo cine Delicias, apenas cruzando de una acera a otra.
"Vienen a conocernos de todas partes, de El Puerto, incluso de Córdoba, de Granada...". ¿La razón? El boom logrado en redes sociales. Recuerda Yolanda la primera vez que se grabó. Ella es más seria y su hermana, mucho más movida. Este jueves, en la inauguración de la tienda, Susana se puso a cantar flamenco delante de la alcaldesa, María José García-Pelayo. "Mi hermana me decía: quilla, que parece que estás en un tanatorio. Yo soy muy diferente a ella". Una inauguración, por cierto, en el mismo día en que se conocían unos datos del paro que crecían como cada septiembre en Andalucía.
Pero se empezaron a grabar y a compartir todo en Facebook y otras plataformas. Con eso han ido logrando darse a conocer y que las busquen. Pero 25 años después, al final lo que funciona es lo clásico, lo de toda la vida. "La venta personalizada".
Ella, cuando entra una clienta -o un cliente-, ya sabe la talla. En el caso de sujetadores, en realidad, hay mujeres que incluso dudan con una talla y una copa, así que el asesoramiento es esencial. "Entran y ya sé que talla es. Y les hago tres o cuatro preguntas. Si quieren con aro, sin aro, si es para un evento... Y entonces te ofrezco lo que necesites".
La clave está en trabajar con alegría -eso lo tienen todos los trabajos, en realidad-. "Y a mí me encanta lo que hago". Otra receta del éxito, estar enamorado de aquello que te lleva alrededor de un tercio de tu tiempo diariamente (si no más, si las jornadas fueran de verdad de ocho horas para los autónomos). Sobre todo, se venden bragas y sujetadores, aunque también ropa interior de niños y de hombre. Y de mayores. Porque las tiendas de lencería son también la de personas mayores que necesitan cosas más específicas.
Por la ubicación, sí hay una clientela a la que consiguen llamar, la de la juventud procedente de los pisos alrededor del campus universitario de la UCA en Jerez, y que "va a comprar al DIA y acaban entrando". Hay momentos buenos en el año que se aprovechan, como "los antirroces en la Feria para los trajes de gitana, la pezonera" y otros elementos que van bajo la ropa.
Con todo, a las hermanas les va bien. "Poquito a poco" han logrado ahorrar para comprar este local en la que reunieron a decenas de personas. Hay mucho esfuerzo detrás. El de atreverse a salir a las redes, el de tener mucho género ("yo tengo muchísima variedad", explica) y a precio muy competitivo, casi como si fuera el mercadillo de los lunes, viene a decir, aunque con otras calidades. Pero también, otro además, que es "mucha formación". Pues hacen cursos o se enteran de las novedades, de lo que pide la gente. Quizás por eso se renueva el público con clientela joven. "Y es importante", dice Yolanda sin perder la oportunidad de vender bien lo suyo. "Menciona que tenelos la copa F", una de las más altas y difíciles de encontrar, para mujeres con "muchísimo pecho y poquita espalda".
Así que esta es una historia que se sigue escribiendo y con el mejor final, el de alguien que emprendió, que sabe que muchos otros compañeros en el sector del comercio lo pasan regular, pero que habla abiertamente de que puede vivir de lo que hace. "Yo soy una privilegiada, vivo bien con mi negocio". Por muchas historias así, de comercios de barrio que logran salir adelante en estos tiempos de Amazon. Y por la alegría de las Cantalejo. Por otro cuarto de siglo.
