La gira 'Sirope' del popular cantante madrileño de raíces gaditanas hace escala en Jerez. Unas 17.000 personas enfervorecidas disfrutan de un generoso 'show' con invitados de lujo, y las canciones actuales y los himnos clásicos de su ídolo.

Aquellas fans que están justamente en el centro del escenario, apoyadas sobre la valla, cuentan que llevan desde las 4:00 de la madrugada del viernes para hacerse con las mejores vistas. Mónica Llera viene desde Sanlúcar y ha seguido de cerca la nueva gira de Alejandro Sanz, ya que no se quiso perder el anterior concierto en Granada. A su lado, dos gemelas: María y Marta Ruíz, aficionadas a la música en directo del madrileño desde 2001, cuando acudieron por primera vez, con tan solo 13 años, a dejarse llevar por el repertorio de uno de los artistas pop más relevantes de la historia de la música española reciente.

Las asistentes, en su gran mayoría grupos de amigas, se unen en masa para hacerse con las mejores localizaciones. La organización estima en 17.000 personas la avalancha de público en Chapín para esta fresca noche de final de julio. Teresa Pastrana, de Cádiz, y la sevillana Loli Romero, señalan que esperan encontrarse al anfitrión eufórico por estar “en su tierra”, ya que cuentan que en Cádiz siempre lo han visto “dándolo todo”. Aquí va un resumen de lo que ha dado de sí una noche inolvidable para la mayoría de los asistentes. 

Sin edulcorantes

La noche de Sirope empieza con sabor amargo. Las vendedoras ambulantes que rodean los aledaños de Chapín critican la lamentable disposición de sus puestos de chucherías y comidas. El Ayuntamiento es el responsable de que estas vendedoras itinerantes (con capacidad de moverse con los carros donde les plazca) se hayan visto imposibilitadas a aproximarse cerca de las colas que se amontonan desde la madrugada del viernes. “Siempre hemos solido estar en la trayectoria de la cola”, comenta una de ellas, a lo que otra complementa: “Esto es una vergüenza”.

Una de las vendedoras ambulantes cuenta que se acercó a la fila de gente para intentar vender algo, la reacción de la policía fue rápida y tajante: “Me amenazaron con quitarme todo el género sino me quitaba de allí”, además de levantarle un acta para que no le concedieran más licencia. “Fíjate, ahí está el 9, y el mío el 8”, dice una de las mujeres señalando un marco verde que especifica su zona delimitada por la que ha pagado 25 euros, y confiesan que han vendido menos de lo que han abonado. 

Tío Diego Carrasco ejerce de anfitrión

Fue una gran sorpresa para muchos jerezanos que Diego Carrasco, su sobrino Maloko y Curro de Navajita Plateá a la guitarra, hayan iniciado el concierto de Alejandro Sanz en Jerez. Haciendo un homenaje a la tierra, tío y sobrino, se arrancan por bulerías con la gran versatilidad que desprende el señor Carrasco. Mientras la voz profunda del artista veterano suena y el joven danza con su especial meneíto cabizbajo, el público disfruta tocando las palmas y bailando lo que les permite el breve espacio en el que se agolpan. “Y entre las ramas las piñas sueñan con ser campanas…”, canta Maloko con desparpajo, una de las letras de la emblemática Poeta de Cai
Una vez excedido su tiempo de actuación, con los técnicos de sonido indicando que acabaran cuanto antes, Diego Carrasco se despide, para “recibir al maestro”. La gente enfurece y corea el nombre de Alejandro. Pero todavía faltaba un artista. La noche, repleta de sorpresas, fue bautizada con la fuerte y dulce voz de Tatiana Alves. El escenario se queda completamente oscuro. Los espectadores piensan que es el turno de Alejandro, pero no. Con paso firme, aparece una mujer joven con falda negra de lápiz y que se sienta en la banqueta del piano. La algecireña comienza con la última versión de Crazy in Love, de Beyoncé. La artista que lleva desde los 14 años estudiando música, se presenta cuando termina su primera canción: “Esta es una noche especial para mí porque estoy cerquita de mi tierra. Viva Algeciras y viva Jerez”.
Son las 22:00 horas y Chapín está a rebosar. Ya es completamente de noche. Y mientras los dispensadores de humo hacen su función, Tatiana Alves se lleva a su terreno Stand by me de Ben E. King, con un grito espectacular al finalizar. Con una amplia variedad, la artista acaba su intervención cantando por Daft Punk su último tema: Get Lucky, canción con la que todo el auditorio menea las caderas.

Un principio de cine

Todo Chapín vuelve a quedarse a oscuras. La gente desea que entre ya el maestro, uno de los cantantes más internacionales de nuestro país. Pero siguen dejando con la miel en los labios a los más fanáticos del artista. Por las pantallas el público, a modo de tráiler de película, sale un anuncio que promociona el pueblo de Alejandro Sanz, Alcalá de los Gazules. Después es el turno de Green Peace, donde el músico aparece en el proyecto solidario de salvar el Ártico, campaña que lleva moviéndose desde hace bastante tiempo. Y por último, sale el proyecto de la Fundación Nzuri Daima, para ayudar a los niños en Uganda. Una vez acabada la artillería solidaria, por la zona de tribuna se empieza a escuchar la banda del artista. Y ahí está. Es el momento de que el cantante suba al escenario. 

La cuenta atrás para volver al pasado

Alejandro Sanz se desliza poco a poco por las escaleras. Se hace de rogar. Vacila en su subida, y la gente chilla al contemplarlo por fin desde tan cerca. Sobre todo aquellos que han pagado cerca de 80 euros para establecerse en la zona más próxima al cantante. Los que pagaron 45 tuvieron que conformarse con lo que pudieron presenciar detrás de la valla. El estadio retumba, y no a causa de la música. “Jerez de la Frontera, Jerez…”, es lo primero que pronuncia el cantante sobre una música popera. De repente, todo se vuelve oscuro de nuevo y en la gran pantalla sale una cuenta atrás: 3, 2, 1… Y comienza la primera canción de la gira Sirope: El silencio de los cuervos. “Eh, tú”, corea el público con los brazos alzados en continuo movimiento.
Y se acabó, paren la gira Sirope, que cogemos la máquina del tiempo y volvemos al siglo XX. Alejandro al inicio del concierto decide rememorar canciones que nunca pasaron de moda y que están en la memoria de todos. Es el caso de Quisiera ser, compartiendo micro constantemente con el masa que tiene delante, y Desde cuando, cantada junto al cantautor Pablo Pérez.

Un artista de honor

Pablo López fue la guinda del helado sobre el sirope de fresa. “Esta va a ser una de las noches más bonitas de mi vida”, manifestó ante el público. Alejandro, con una actitud de compadreo, le bromea alabando lo “bien que habla” su compañero y pidiéndole que diga otra cosa bonita, a lo que López responde: “Me gusta el vino amontillado… y el palo cortado”. Ante las rimas fáciles del malagueño, el público revienta a carcajadas. Después de que Pablo López cantara Desde cuando, Alejandro le despide, pero acto seguido, se dirige hacia el artista invitado y realiza un gesto levantando los hombros y agitando la cabeza como diciendo: “Anda ya, quédate”. Y así fue. Ambos artistas con tintas en los brazos, se quedaron un rato más para cantar juntos No me compares.
Las muestras de cariño entre los dos fueron constantes. Casi al final del concierto, con el contador lleno de ceros, Pablo López vuelve a aparecer para tocar el piano mientras Alejandro canta Lo ves. Que si besito en la cabeza, que si Pablo se lo devuelve en la frente… El afecto entre ambos se sentía, incluso creaba celos y envidia entre los asistentes. Hay un momento en el que Pablo decide cantar también, por lo que Alejandro se rebela y se sienta en la banqueta del piano junto a su compañero. Pablo, ante su cercanía decide rodearle, y el abrazo se funde con un “oohhh” enternecedor que sale desde el público.

Algo más de dos horas que dieron para 20 canciones

Alejandro Sanz lo dio todo en una noche mágica: 140 minutos de espectáculos que supieron a poco. Eso, pese a que a día de hoy mucha gente no sabe disfrutar de los conciertos si no es pegada al teléfono móvil. Desde el escenario, el flash de los smartphones conseguía crear una atmósfera misteriosa, ya que parecía que la grada estaba atestada de velas que flotaban. Si bien estas herramientas acompañan a la función para darle ese toque místico, también provocan que el público esté más ensimismado y no se involucre tanto en el espectáculo. Al rato de irse López, el maestro continúa con el single que da nombre a su penúltimo álbum, La música no se toca, dedicado especialmente a la Paquera, la Chati y al Morao. Luego volvieron los temas-himno de Alejandro Sanz, como Amiga mía, Mi soledad, Ella y la famosísima Corazón Partío.Acompañado de su banda, el cantante no interpretó las canciones con los arreglos de siempre. Metía jazz, tecno, rock, reggae, salsa… de todo. Hacía una mezcolanza que finalmente cuadraba y conseguía que todo el público ascendiera los brazos e hiciera movimientos suaves, como si una brisa les recorriera por todo el cuerpo. Sobra el dinero, al más puro estilo salsero; Camino de rosas; Deja que te bese, el nuevo hit con Marc Anthony —que sale cantando desde la pantalla virtualmente—; Un zombie a la intemperie; Looking for Paradise junto a Sara, una de sus coristas; No es lo mismo, tema muy coreado por los asistentes; Lo ves, de nuevo junto a Pablo López; A que no me dejas, la ranchera más esperada de su último álbum; Capitán tapón, con Bob Esponja de fondo; Viviendo deprisa y Pisando fuerte, con un toque electro de lo más loco. 

El discurso del maestro

El público resuena: “Que baile, que baile...”, a lo que Alejandro contesta: “Me encantaría bailar, pero yo cuando lo hago se me sale el caldillo”. El estadio entero se queda boquiabierto por las palabras del artista. Después de su confesión, comienza un breve discurso en el que informa de que ha sido galardonado con el Premio Racimo de Honor del Ayuntamiento de Jerez, por el gesto que tuvo en uno de sus conciertos de México al detener a un hombre que estaba agrediendo a una mujer. Desde su posición declara que desearía que este estigma desapareciera en la sociedad y así “espero que no me tengan que volver a dar un premio como estos”, comparte.

También hace alusión al nombramiento de “embajador” que le han hecho horas antes de la función: “Ahora soy el embajador oficialmente, porque extraoficialmente soy y he sido el embajador de la provincia de Cádiz toda mi vida”. Para acabar el momento más largo en el que el artista se dirige a los espectadores, recuerda a los presentes que “esto es un concierto, hagan lo que les dé la gana y ya mañana veremos”, concluye entre besos hacia su público. Y la gente le hace caso y convierte esa recomendación en imperativo legal: libre albedrío para disfrutar como siempre de un artista entregado como nunca. 

Sobre el autor:

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Claudia González Romero

Periodista.

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