Una historia preciosa y conmovedora se ha desarrollado en Ribadeo, un pueblo costero de Galicia. Los protagonistas son dos onubenses que decidieron casarse de una forma poco convencional. Alejandro Calvo Mateo y Cristina Ortiz Rodríguez se plantaron el miércoles 21 de diciembre en el norte de España para contraer matrimonio en secreto.
Ni sus familias, ni sus amigos sabían las intenciones de la pareja, que llevaba diez años juntos y con un hijo de dos. Ellos se habían pasado meses madurando la idea antes de pasar a la acción y fue tres días antes de Nochebuena cuando "con ganas de vivir una historia de una forma íntima" cuando se dieron el "Sí, quiero", frente al mar, a unos metros del faro de Illa Pancha, junto a un olivo del fuerte de San Damián.
De Huelva a Ribadeo, enamorados, celebraron una boda atípica en la que no hubo anillos, pero sí tatuajes en sus dedos con forma de hoja de olivo y la fecha del enlace. Para ellos, el olivo tiene un gran significado ya que el onubense le pidió matrimonio a su mujer frente a un olivo.
Según detalla La Voz de Galicia, que ha recogido la historia, ninguno había visitado este pueblo gallego con anterioridad pero les encantó. Los testigos de la boda fueron los tatuadores, que estuvieron presentes junto a Fernando Suárez, alcalde de Ribadeo, que les leyó un poema de Manuel María, un funcionario y el fotógrafo.
A su regreso, el 24 de diciembre, en la mesa de Nochebuena, la pareja les dio una gran sorpresa a sus familiares tras mostrarles las fotos de la celebración. La madre de ella, Pepa ha dejado constancia de ello en sus redes sociales. "Gran sorpresa la boda de mi hija, súper contenta, que esa magia y amor que tenéis perdure para siempre, os quiero", le ha dedicado a los recién casados.
