A tan solo 23 minutos en coche de la aldea de El Rocío, en Huelva, que se ha llenado en los últimos días de romeros procedentes de 26 hermandades, se encuentra la playa de la Torre de la Higuera, un refugio ideal para combatir el calor. Con su arena fina y blanca, aguas limpias y completa infraestructura, este rincón costero atrae tanto a bañistas como a quienes buscan un paisaje con historia.
El legado defensivo de Felipe II en la costa onubense
El elemento más emblemático de esta playa es una enorme roca que sobresale de la arena, en realidad los restos de la Torre de la Higuera. Su origen se remonta a 1577, cuando el rey Felipe II ordenó construir una red de torres defensivas para proteger las costas españolas de los ataques de corsarios y piratas berberiscos. En el siglo XVI, España era el puente comercial entre Europa y América, y sus barcos sufrían constantes saqueos.
Una torre que resistió siglos, pero no al terremoto de Lisboa
El encargado de fortificar la costa atlántica andaluza fue el comisionado real Luis Bravo de Laguna, quien levantó estas estructuras desde Gibraltar hasta Ayamonte. La Torre de la Higuera, conocida cariñosamente como "el tapón" de Matalascañas, formaba parte de un sistema de once torres en Huelva. Sin embargo, su aspecto actual se debe al terremoto de Lisboa de 1755, que la derribó, dejando solo sus cimientos sobre la arena.
Declarada Bien de Interés Cultural en 1985, esta torre es hoy un símbolo de la playa de Castilla, cerca de Matalascañas. Su historia atrae a curiosos, mientras que sus suaves acantilados y ambiente animado la convierten en un destino perfecto para un día de playa con un toque de historia viva.
