Una trabajadora social sufrió una agresión brutal mientras trabajaba sola en un centro de menores de Huelva durante el turno de noche. Lydia y Rocío, compañeras de la víctima, relatan el miedo y la violencia que vivió su colega, al tiempo que denuncian las condiciones inseguras con las que desempeñan su labor cada día.
"Está muy dolorida y bien para lo que podría haber pasado, por lo menos puede decir que sigue viva", explican sus comapñeras sobre el delicado estado de salud de su compañera tras el ataque en En boca de todos. La situación refleja, según ellas, la vulnerabilidad que sufren en estos centros, donde los turnos nocturnos dejan a una sola persona al cuidado de menores con perfiles complejos.
Los detalles del ataque
Durante la noche del incidente, la educadora agredida escuchó ruidos en una de las habitaciones y se acercó para averiguar qué sucedía. "El niño le dijo que estaba nervioso y ella se ofreció a hacerle una tila. Este menor se acerca a ella, hace que la abraza, ella le pide que la deje y le hace el 'mataleón' y cae desmayada", relata Lydia.
Cuando la trabajadora social recuperó la conciencia, el ataque continuó. "La agarra del cuello, ella se retuerce mientras sigue gritando pidiendo ayuda y el chico con otros dos consiguen quitarle las llaves para coger sus móviles y se van", explica Rocío. La violencia dejó a la víctima física y emocionalmente afectada, y evidencia el riesgo que enfrentan diariamente estos profesionales.
Denuncia por falta de seguridad
Las compañeras de la víctima aprovecharon para denunciar la falta de medidas de seguridad en el centro: "Nosotras estamos en turnos de dos por el día, pero en el turno de noche solo hay una persona y no tenemos ningún protocolo de actuación para acogernos en caso de peligro".
Este ataque ha generado una fuerte alarma entre los trabajadores sociales de Huelva, quienes reclaman medidas urgentes para garantizar su integridad en un entorno que debería ser seguro para ellos y para los menores que atienden. La agresión pone de relieve la fragilidad de los sistemas de protección en algunos centros y la necesidad de protocolos claros y efectivos para proteger al personal que cuida de los menores más vulnerables.
