El cielo del sur peninsular ha sido testigo de espectaculares bolas de fuego durante las noches del 30 de julio y el 1 de agosto, coincidiendo con la actividad de las lluvias de estrellas Alfa-Capricórnidas y Perséidas. Las observaciones han sido realizadas por el Observatorio de Calar Alto (Almería) y el resto de estaciones del proyecto SMART, dependiente del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
Durante la noche del 30 de julio, se registraron dos Alfa-Capricórnidas y una Perséida. El primer fenómeno tuvo lugar a las 00.33 UT sobre la provincia de Jaén, alcanzando una velocidad de 89.000 km/h y descendiendo desde los 98 hasta los 79 kilómetros de altitud. El segundo bólido cruzó el cielo del sur de Ciudad Real a las 04.16 UT, a 88.000 km/h, entre los 101 y 68 kilómetros de altura.
Una Perséida a más de 220.000 km/h sobre Córdoba
El tercer evento registrado en la misma noche fue una Perséida, detectada a las 03.31 UT sobre la provincia de Córdoba. Su velocidad fue espectacular: 220.000 km/h, comenzando su fase luminosa a 120 kilómetros de altitud y finalizando a 71 kilómetros, según los datos facilitados por Calar Alto.
El 1 de agosto, a las 22.12 UT, se observó otra Alfa-Capricórnida sobre la provincia de Murcia, con una velocidad de 90.000 km/h. Esta bola de fuego descendió desde los 104 hasta los 73 kilómetros, con una fulguración final visible desde diversos puntos del sureste peninsular.
Detectadas por la red de estaciones del Proyecto SMART
Los fenómenos fueron captados por los detectores que el proyecto SMART opera en los observatorios de Calar Alto (Almería), La Hita (Toledo), Sierra Nevada y La Sagra (Granada), Huelva y Sevilla, además de las cámaras externas del propio observatorio almeriense.
El análisis preliminar ha sido realizado por el profesor José María Madiedo, investigador principal del Proyecto SMART. Según Madiedo, las bolas de fuego están asociadas a material cometario desprendido por los cuerpos 169P/NEAT, en el caso de las Alfa-Capricórnidas, y Swift-Tuttle, en el de las Perséidas.
Estas estaciones científicas forman parte de una red de vigilancia astronómica que permite analizar cómo interactúan estos objetos con la atmósfera terrestre, contribuyendo al estudio de los bólidos y meteoros y su origen en el sistema solar.
