Las playas de Cádiz sin barbacoas en el Trofeo Carranza... y otras imágenes de la 'Champions gaditana'

Más allá del fútbol en el Nuevo Mirandilla, el Trofeo Carranza es un espectáculo en las gradas y fuera de ellas. Aunque desde hace años ya se prohibieron las tradicionales barbacoas que inundaban el litoral urbano de la capital gaditana, el aroma y el ambiente de la Champions gaditana, como la denominó el pregonero de la edición de este año, el periodista deportivo Julio Maldonado Maldini, es incomparable. 

La Victoria, la playa más grande de la ciudad de Cádiz, se mantuvo con gran afluencia de veraneantes, bañistas y aficionados mientras a pocos metros se calentaban motores —cervezas heladas en mano— para la final del torneo entre el Cádiz CF y el Córdoba CF, que cayó del lado del conjunto amarillo en la tanda de penaltis tras el 1-1 con el que se cerró el encuentro de pretemporada. 

La fiesta, en las gradas y en el Paseo Marítimo

Mientras el alcalde de Cádiz, Bruno García, y el presidente cadista, Manuel Vizcaíno, se mostraban muy amistosos sobre el césped del antiguo estadio Carranza, en el Paseo Marítimo se sucedían las agrupaciones carnavalescas, poniendo de bote en bote toda la franja litoral que desemboca en la Victoria.

En la arena, reuniones y grupos de amigos y amigas escapando de la gran segunda ola de calor del verano, pero con un evidente bajonazo de la afluencia de aquel sabor de las grandes noches de Trofeo Carranza que se recuerdan en Cádiz.

El fin de una era

Durante décadas, la final del Trofeo Ramón de Carranza se convirtió, para muchos gaditanos, en sinónimo de fiestas multitudinarias en la playa —las icónicas barbacoas familiares sobre la arena. En su apogeo, reunían a hasta 250.000 personas, generando toneladas de residuos, contaminación ambiental e incluso situaciones de insalubridad.  

El punto de inflexión llegó en 2016, cuando se acotó el espacio permitido (sólo módulos 3 a 6 de la playa Victoria) y se limitó el horario. Finalmente, en 2017, el Ayuntamiento impulsado por el equipo de Por Cádiz Sí Se Puede y con respaldo del PSOE, aprobó su prohibición total, alegando razones ambientalistas y de orden público. Desde entonces, esa noche emblemática pasó a ser una velada cultural con conciertos, coplas y flamenco en el Paseo Marítimo.