"La discapacidad no la tienen ellos, la tiene la sociedad"

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Con la ilusión por las nubes. Así se encuentran Paco Anglada y Mamen Fernández, los dos jóvenes con discapacidad intelectual que, a sus 29 años, se encuentran realizando las prácticas de ordenanza en el Ayuntamiento de Cádiz. Ambos reciben a lavozdelsur.es con una sonrisa que delata la inmensa felicidad que sienten. Junto a ellos está Javier Parra, que en este mes de diciembre ha comenzado a trabajar en la Jefatura de la Delegación de Tráfico. Los tres llevan desde el curso 2015/16 formándose en el perfil de Auxiliar de Servicios Generales en la asociación Abaniko, donde además también realizan diferentes tipos de talleres.

Abaniko nace en 2009 con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas pertenecientes a colectivos socialmente desfavorecidos o en situación de alto riesgo de exclusión social en la provincia de Cádiz. Begoña López es la directora de una entidad que cuenta con varias funciones, repartidas en programas de deportes, de ocio o de orientación socio-laboral, entre otras.

Allí, en Abaniko, se ven cada día Paco, Javi y Mamen. Son las tres únicas personas de la asociación que en este momento se encuentran realizando prácticas en trabajos reales. Los dos primeros acuden cada jueves al Ayuntamiento a realizar las labores de ordenanza, lo cual les ha permitido, entre otras cosas, conocer al alcalde. “Es un poco viejito”, relata Mamen con una sonrisa picarona antes de contar que les ha dicho que “le encanta que estemos allí”. “Nos cae muy bien”, espeta Paco. En el Consistorio han aprendido a grapar, imprimir y a utilizar la destructora de papel, “que es muy difícil”, afirma la joven, quien sonríe constantemente.

Antes, Paco ha trabajado, también en prácticas, en la lavandería industrial gaditana Flisa. Se le ilumina la cara explicando su funcionamiento. “Es un tipo muy currante, va a triunfar en todo lo que haga”, asegura Begoña. Sin embargo, a él lo que le gusta es la jardinería, y ya ha realizado cursos, aunque “su familia no está muy convencida”. De momento, Paco tiene claro que lo primero es obtener “el título".

A Mamen, por su parte, le gustaría “ser profesora, pero no puede ser porque tengo discapacidad”. A pesar de ello, ayuda con los deberes a una pequeña de la asociación. Ha hecho un curso de administración y ha sido auxiliar en un comedor escolar. Además, se está preparando las oposiciones de ordenanza en Feproami (Federación Provincial de Organizaciones de Personas con Discapacidad Intelectual), pero se queja de que “hay muy pocas plazas”. Aun así, continúa dibujando en su rostro una sonrisa motivada, tal vez, por su timidez.

Fuera del trabajo, Paco es un amante del carnaval. Su grupo preferido, quizás porque canta un familiar, es la comparsa de Faly Mosquera, que incluso le llegó a dedicar un pasodoble en el Falla. Pero es tan gaditano que sus aficiones se reparten entre el tres por cuatro y la Semana Santa. Procesiona en La Palma y “va con esto”, interrumpe Javi haciendo el gesto de portar un incensario. Los dos son amigos “desde pequeños” porque sus familias se conocen. “Es muy viñero”, sentencia Begoña.

Mamen, que sonríe con cada pregunta, prefiere bailar. Forma parte de la compañía gaditana de danza Flick Flock, que pese a empezar como asociación se ha extendido hasta llegar a mezclar a gente con o sin discapacidad. “Hago danza contemporánea”, explica. Puede presumir, además, de haber realizado varias giras nacionales e internacionales. “He ido a Versalles, a Portugal…y ahora vamos a El Puerto”. La compañía llegó a hacer un espectáculo en presencia de la Reina, en el Teatro Real, “pero yo tenía la pierna mala y no pude ir”, relata apenada.

A Javi, por su parte, le apasiona el flamenco. Cambia el tono de voz cuando habla de sus cantaores preferidos. “Camarón, La Perla, Beni…”. Y es que toca la guitarra “desde hace muchos años”. Presume de sus uñas alargadas. “Es para tocar”, aclara. “Le gustan los clásicos”, dice Begoña. “Todos”, asegura él.

Ninguno de ellos se lo piensa a la hora de responder cómo se sienten con las prácticas. “Llego muy contenta a casa”, relata Mamen. La felicidad que sienten es, a buen seguro, directamente proporcional a la que transmiten. Todos tienen ganas de hacer las cosas bien, pelean cada día por ello y desde que salen a la calle intentan ganárselo. El único requisito es que la sociedad los integre. El resto ya lo hacen ellos.

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