El grupo de Moreno y Gago mantiene con vida al cuarteto a base de talento, crítica política y localismo

'Punk y circo' renueva el papel de conservador de la modalidad con menos protagonismo en el Falla gracias a un sarcástico repaso a la actualidad gaditana que apenas se escucha ya

Ángel Gago y Chicho González sobre el escenario del Falla con 'Punk y circo, la lucha continúa'.
Ángel Gago y Chicho González sobre el escenario del Falla con 'Punk y circo, la lucha continúa'. MANUEL FERNÁNDEZ (AYTO CÁDIZ)

Van contra corriente y les gusta. Representan a voces a todo un sector callado del Carnaval de Cádiz, entendido como Concurso del Falla. Son los últimos cuarteteros. Los últimos que riman y los últimos que tienen poco miedo a perder contratos a muchos kilómetros porque no se les entiendan los giros, porque sus temas no interesen o resulten ofensivos.

Quizás porque, como lamentan en el repertorio, al cuarteto nadie lo tiene en cuenta para galas y espectáculos. Y cuando les llaman, les ofrecen la mitad que a chirigotas y comparsas. Por convicción, por valentía o por tener poco que perder, el grupo de Miguel Ángel Moreno y Ángel Gago sostiene a una modalidad en perpetua crisis.

Chicho González y José Manuel Figueroa completan un cuadrilátero de intérpretes consolidados y eficaces. Este año se presentaron, casi en la medianoche del sábado al domingo, como Punk y circo, la lucha continúa.

A un grupo con tales convicciones, el tipo de antisistema, anarquista y subversivo (curiosamente se ha visto muy poco en cuatro décadas de punkismo) le viene al pelo que no tienen. Han quedado para vestirse y hacer un último ensayo en la Peña El Karota, klaro.

Transgresores y hasta macarras, se mantienen pegados a la actualidad pese al papel de conservadores de la esencia de la modalidad. Hacer reír y practicar la ironía desollada siempre fue complicado. Hacerlo en tiempos de redes sociales, con millones de humoristas e ingeniosos que producen chistes y puyas cada hora, alcanza la categoría de proeza.

Por eso, por obligación o convicción, se aferran a la tradición local, pero la renuevan con periodicidad anual. Hablan de las cosas de la ciudad, como siempre fue hasta que se jodió el Perú. Pero hablan de las últimas, como solo puede suceder en un carnaval, uno al año. La temática efímera era obligatoria también en la fiesta como fijó el topicazo "periodismo cantado".

Su repertorio es uno de los más localistas cada enero. Son unos convencidos de que el Carnaval de Cádiz es local, comarcal, y que ese cariz debe ser preservado de modas y visitas masivas por doloroso que resulte para la vanidad o el bolsillo.

Figueroa, Moreno y Gago durante la actuación del cuarteto a última hora de la noche de este sábado.
Figueroa, Moreno y Gago durante la actuación del cuarteto a última hora de la noche de este sábado.

Críticos sin dejar de hacer reír cada 20 segundos. Política en tiempos de corrección. Gaditas ilustrados en años de expansión internacional (interprovincial, en realidad) de la fiesta y sus coplas. Hablan de lo que ha pasado en su pueblo sin pelos, pero con cresta, en las cuatro lenguas. Un tema tras otro, pedradas de sarcasmo.

Vizcaíno "vendehumo", nunca le perdonarán que no trajera al Camello (Sergio, futbolista del Rayo Vallecano), con lo bien que les vendría. Bruno García está obsesionado con la limpieza y "como siempre hace el PP va a dejar limpias las arcas municipales". Los de PP y Vox se vieron ganando las elecciones generales, los de Kichi, las locales. Gran sacada de lengua rockera para todos ellos.

El portavoz municipal del PSOE, Óscar Torres, es más bien "portaminas" por ser hijo de Manolo Lapi conocido exjugador y ex técnico del Cádiz Club de Fútbol. Torres, el de Lapi, vio alcalde toda la noche electoral, pero luego "lo borraron". Todos los aficionados al fútbol saben cómo celebran los goles Mbappé, Bellingham, Messi o Cristiano, pero nadie tiene la menor idea de cómo lo hace Maxi Gómez, fichaje del Cádiz.

La pérdida de población crónica está convirtiendo "la tacita en vaso de chupito". Los maravillosos años 80 que tanto reivindican los nostálgicos de todo fueron preciosos con esas escaleras llenas de enganchados fumando en papel de plata, las jeringuillas en las aceras y las broncas a silletazos en los bares.

Eso sí, con el reggaeton no tragan: "Por lo menos, quítate la papa de la boca para cantar". Piden una de Los Ramones para quitarse el mal sabor, pero Chicho se confunde y empieza a cantar por Ramoni. Ahora hay menos drogas entre la juventud. Sin duda, dicen, porque no hay gente, no hay nadie. Tendrá que haber menos por fuerza.

Así, uno tras otro se fueron metiendo en todos fregados a mano que cada vez menos grupos quieren tocar: política local, fútbol local, tristezas locales desde la carcajada y la onomatopeya de susto. Oh, lo que han dicho. Ya no se suele decir. Ironía, crítica y valentía. Desde la presentación al "tema libre" que imita al antiguo popurrí.

Qué más darán las normas o las reglas si son punkis y quieren romperlas todas. Una de las mejores noticias del Concurso 2024 tiene nombre y estilo: el punk que este cuarteto de la resistencia lleva practicando casi en solitario muchos años, así lleve tipo de romano, pescador o astronauta. Ya eran punkis y no lo sabían. Bueno, sí que lo sabían. Lo llevan a gala.

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J. L.

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