A finales de noviembre se llevará a cabo unas jornadas que pretenden crear conciencia por el patrimonio histórico gaditano, al tiempo que colaborar con el Banco de Alimentos.
“Me dijeron que Cádiz para el turismo, no tiene nada que pueda interesar, ni alcázares ni Alhambra, ni algún tipismo, que muestre su huella de antigüedad”.
La historia de Cádiz está formada por estratos que van cubriendo etapas de tiempos pasados, así en la tierra como el subsuelo, y por supuesto, mirando hacia arriba. Pasear por el casco histórico es encontrar una muestra tras otra de los grandes tesoros que la ciudad gaditana encierra y que en más de una ocasión se desconoce. Ocultos a la vista, patios y azoteas de los edificios que dibujan el recorrido urbano de calles y plazuelas, pueden competir en buena lid en la pugna por conseguir ser, algún día, patrimonio histórico mundial.
En esta línea se expresa la Asociación para la Difusión e Investigación del Patrimonio Cultural de la Provincia de Cádiz (ADIP) en boca de uno de sus representantes, el historiador Moisés Camacho, mientras preparan su siguiente programa de actividades. Para finales de mes, está previsto la realización de unas jornadas de concienciación sobre el patrimonio, poniendo en marcha rutas para mostrar los diversos “tesoros” que la ciudad encierra, “para que la gente tome conciencia patrimonial”.
Se trata de las cuartas jornadas que se llevan a cabo, precedida de un notable éxito en las anteriores visitas. “Cádiz tiene una fisionomía en sus edificios que si bien no son tan pomposos como en otros lugares, la hacen única”, comenta Camacho poniendo principal hincapié en “las murallas y las casas-palacio”. “Aquí no hay una Alhambra o una Mezquita”, pero se puede decir que “el monumento más grande que tiene Cádiz es su propio casco histórico”.
Las murallas tienen su importancia, entre otras cosas, porque han sido imagen para otras fortificaciones en distintos lugares como es el caso de La Habana. Mientras, la casas-palacios, “que son únicas”, encierran una “espectacularidad” en cada edificio oculto a la vista del visitantes y que se deben poner en valor. “Nosotros decimos en las jornadas que ojalá no la tengamos que hacer más, porque eso es señal de que las propias administraciones se han puesto manos a la obra con estos asuntos”, resalta el representante de la entidad patrimonialista.
Para el público en general, suscita bastante interés lugares como el Gran Teatro Falla, donde se habla de su historia no solo relacionada con el mundo del carnaval; la capilla alta de San Juan de Dios, un rincón oculto; el convento de Santo Domingo, donde el padre Pascual “explica divinamente toda la historia”; el museo catedralicio o los interiores de los edificios del Ayuntamiento y Diputación, que también estarán en la lista de visitas, aunque todavía están en negociaciones con las diferentes instituciones. Este año, además, se une algunas novedades como la del propia palacio de Diputación, el palacio de Recaño y, todavía preparándola, la visita al convento del Rebaño de María.
Al margen de la concienciación por el patrimonio, estás jornadas también tiene un marcado carácter solidario, ya que para poder participar en ellas es imprescindible aportar kilos de productos no perecederos que irán a parar al Banco de Alimentos de Cádiz. Aunque el día 25 es el día fuerte del patrimonio, tanto un día antes como otro después, las personas que quieran podrán disfrutar de más muestras con otras visitas y charlas que desde ADIP están preparando. “Tenemos muchos colaboradores que se han prestado a participar con nosotros, como José Antonio Aparicio”, que presenta un libro sobre el Maremoto.
En definitiva, una manera de conocer ese patrimonio oculto, de la mano de expertos en la materia y con la solidaridad como telón de fondo. Porque Cádiz, aunque parezca que no tiene nada que ofrecer a nivel turístico, como citaba la célebre copla de Paco Alba, es mucho más lo que esconde y que algún día debe ser difundido para acercar más la historia gaditana al resto del mundo.
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