"El Instituto Hidrográfico, antes de la explosión del 47, iba a ser una fábrica de torpedos"

Hablamos con el filólogo José Antonio Aparicio sobre la historia de los terrenos que acogen este organismo, donde se emplazó desde un campo de concentración franquista hasta un depósito de automóviles en la posguerra.

Instituto Hidrográfico de la Marina de Cádiz.
Instituto Hidrográfico de la Marina de Cádiz.

"Ocurrió el 18 de agosto de 1947 a las diez menos cuarto de la noche. Un depósito de armas submarinas estalló en pleno corazón del barrio de San Severiano. Todo Cádiz se sumergió en la oscuridad de una noche trágica que aún sigue viva en el recuerdo de sus ciudadanos". Todos conocen la historia de la explosión en la capital gaditana durante aquel verano de mediados del siglo XX. Todo el polvorín voló por los aires aquellas dependencias militares donde se había acumulado armamento durante los primeros años de la dictadura franquista. Pero, ¿qué fue de aquellas dependencias antes de que aquello ocurriera? 

Actualmente, en el lugar donde se produjo la explosión, se encuentra el Instituto Hidrográfico. Casualmente, hace unos días se celebraba el Día Mundial de la Hidrografía, como cada 21 de junio desde que lo estableció la Organización Hidrográfica Internacional (OHI) en el año 2005. El Instituto Hidrográfico de la Marina fue creado en 1797 y pertenece a la Armada Española. Pero este instituto, tal y como lo conocemos hoy en día, no fue conocido siempre por este nombre ni estuvo ubicado en Cádiz como actualmente. 

El filólogo gaditano José Antonio Aparicio nos cuenta qué hubo antes de que la detonación hiciera que no hubiera nada. Fue en el año 1917 cuando llegó a la ciudad Horacio Echevarrieta, un empresario vasco, y compra a Vea Murguía el astillero que estaba construyendo en aquella época para terminar de hacerlo al estilo norteño. "Una vez puesto en funcionamiento, compra los terrenos aledaños -donde hoy se encuentra el Instituto Hidrográfico- que estaban en desuso con la intención de crear una fábrica de torpedos". Según Aparicio, la idea del empresario "en contacto y convenio con el gobierno de Primo de Rivera y la monarquía de Alfonso XIII, era construir allí una fábrica para construir carcasas de torpedos y poder venderlos a la Armada de otros países. Esto lo quería hacer con patentes alemanas, ya que Echevarrieta solía trabajar siempre con patentes alemanas. Por eso era normal ver muchos ingenieros alemanes en los astilleros, e incluso en la propia base naval".  

Echevarrieta empieza a construir la fábrica, pero la obra se hace larga debido a una serie de inconvenientes, "sobre todo por la llegada de la II República, con lo que el proyecto se va al garete", asegura el filólogo. Se llegan a construir todas las instalaciones, los edificios e incluso el almacén donde se iban a depositar los torpedos una vez fabricados, "y cuando está todo preparado a falta solo de dotarlo de personal y empezar a funcionar como industria, llega la II República y se anula el convenio que se había suscrito entre Echevarrieta y el gobierno de Alfonso XIII. Nunca llegó a funcionar, pero la obra y la inversión ya estaban hechas".  

Con la llegada de la Guerra Civil en el 36, aquellas edificaciones sirvieron como penal para los presos políticos.

Tras todo esto, el empresario había contraído muchas deudas "y finalmente la Armada decide quedarse con esas instalaciones, sin que Echevarrieta recibiera nada a cambio". Con la llegada de la Guerra Civil en el 36, aquellas edificaciones sirvieron como penal para los presos políticos. "Más bien era un campo de concentración, porque aquello era una nave enorme sin acondicionamiento alguno", detalla Aparicio. Después de la guerra, durante los primeros años de dictadura, se utiliza como Taller de Recuperación de Automóviles, "donde restauraban aquellos vehículos que habían quedado dañados por la guerra y que había que intentar reutilizar en una época de autarquía" 

En el año 1942 se vació todo, y como los terrenos seguían siendo propiedad de la Armada, esta decidió volver a ponerlo en servicio. Es entonces cuando convierten lo que inicialmente iba a ser un almacén de torpedos en un polvorín. "Allí vienen a traer todas las minas submarinas, todas las cargas de profundidad y todos los torpedos que había prácticamente en toda España. Al traer todo ese armamento naval había que dotar el espacio de un personal de marinería que controlara los accesos a esa base naval. Llega así la dotación completa de la base de defensas submarina, lanchas rápidas y allí mismo se ubica también el Instituto Hidrográfico". 

El Instituto Hidrográfico no se ubicó dónde se encuentra actualmente, sino unos metros más hacia atrás, justo a la espalda del actual, según indica Aparicio. Este empezó a funcionar en 1944. Antes no era más que un solar con construcciones abandonadas. Tres años después de su construcción, en 1947, es cuando se produce la explosión de Cádiz. "El 18 de agosto de 1947 estalla de súbito las cargas de profundidad, haciendo que explote todo el polvorín y provocando la catástrofe. La onda expansiva impacta de lleno contra el edificio del Instituto Hidrográfico que estaba justo al lado provocando tal nivel de destrucción que hay que derribarlo por completo y hacer uno nuevo".  

Monumento en homenaje a las víctimas de la explosión situado frente al IHM. FOTO: MANU GARCÍA.

Resulta curioso que el IHM, "antes de la explosión del 47, iba a ser una fábrica de torpedos". Cuenta José Antonio Aparicio que todo el instrumental se perdió: "el material de cartógrafo, los aparatos de medición y planimetría, pero pudieron recuperar algo muy valioso como son las planchas de cobre con las que se hacían las cartas náuticas. De hecho, algunas de estas planchas de cobre están actualmente expuestas en la entrada del Hidrográfico". La reconstrucción del Instituto Hidrográfico de la Marina duró hasta 1955, año en que se trasladaron al nuevo edificio las dependencias que hasta entonces habían estado dispersas en casas particulares y barracones.  

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Estefanía Escoriza

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