Como en este momento del mundo tantas personas retransmiten sus conversaciones telefónicas privadas -bien de viva voz bien a través de audios a todo volumen-, cualquier paseo sirve para saber de qué va la temática mayoritaria esa mañana.
Una treintañera, con actitud acelerada, arrastra un carrito de bebé a la altura del Hotel Puertatierra en la avenida principal. Algo de tensión, alguna carrera preventiva pero sin dramas que ni el Acorazado Potemkin está atracado en el muelle ni hay escaleras o disparos de ningún tipo.
Sólo que se encuentra la avenida cortada, algún contenedor cruzado -no volcado ni quemado-, con policías formados, embozados, y furgones cruzados. Son las 10.30 de la mañana del lunes, así que su pregunta a gritos es "¿pero no se había acabado la huelga?".
Interrogantes similares, en tono y forma, se oyen a cada paso en los avisos que la gente da a sus familiares, amigos y compañeros. Ni los propios trabajadores lo tienen muy claro.
El acuerdo es parcial y, como agravante, debe ser sometido a cientos de asambleas que, en algunos casos, aún no se han celebrado o terminan con resultados contradictorios.
El estribillo ¿pero hay huelga o no? puede escucharse tanto en las aceras y los autobuses o los coches desviados como en los tajos y los accesos a las factorías.
Dato mata retrato
La realidad a las diez de la mañana es que nadie sabe mucho y al escuchar a los sindicatos, o a la patronal, el resultado queda en un considerable lío de evolución incierta. Nadie puede garantizar que la calma llegue a las calles y los centros de trabajo.
Los hechos dicen que el conficto para la renovación del convenio colectivo en el sector del metal de la provincia (unos 30.000 trabajadores de unas 5.000 empresas de muy diverso tamaño) ha desembocado en división sindical, como ya pasó en 2021.
Para seguir sobre la fina línea de los datos, UGT aceptaba con la patronal, en la noche del domingo, un acuerdo de nueve años de extensión para renovar y, por tanto, eliminar la huelga.
Comisiones Obreras, a las 12 de la mañana de este lunes, explica sus motivos para no firmar y pone el contenido del pacto como los trapos, a caer de un burro, ante una veintena de micrófonos, con sustantivos y adjetivos como "sometimiento", "retroceso" y "calvario", critica con dureza inédita su contenido y su duración.
Comisiones Obreras considera insólita e inexplicable la duración de nueve años y cree que los jóvenes que se incorporan son los más perjudicados
Aun así, los afiliados de esta central, "como sindicato cumplidor con la ley" que dice ser, CCOO abandona la huelga convocada a medias con UGT.
Sus trabajadores se reincorporan al trabajo con la normalidad que puedan aunque este sindicato anuncia un inconcreto "pataleo" durante toda la vigencia del nuevo acuerdo laboral.
Colectivos sindicales más pequeños, aunque influyentes y reseñables si se suman, como CGT y Coordinadora de Trabajadores del Metal (CTM) coinciden con Comisiones Obreras en que el pacto es una porquería pero añaden que mantendrán protestas y movilizaciones. Para ellos, la huelga no ha terminado.
Detalles del acuerdo y del desacuerdo
En resumen simple, el pacto alcanzado en la medianoche del domingo al lunes por la patronal Femca y UGT se basa en un incremento del IPC- Índice de Precios al Consumo que marca la administración estatal- para cada uno de los próximos nueve años, desde 2025 hasta 2034.
Esa es una de las principales sorpresas porque los acuerdos nunca suelen tener una duración mayor a los cuatro o cinco años. Para cerrar este apartado de incremento salarial pendiente de 2024 se fija un 3% de aire salomónico.
El plus de tóxicos penosos, otra de las reivindicaciones centrales, también se aprueba en teoría para todas las plantillas de 2024 a 2032. Supone una media de 54 euros de añadido por trabajador y mes.
"Las hipotecas suben cada año por encima del IPC y acabamos de negociar convenios como el de la hostelería donde el incremento ha sido mayor"
Ese complemento es un logro según UGT, única central defensora del acuerdo porque "se perdió en el año 2012". Otro logro, según el responsable de Industria de este sindicato, Antonio Montoro, es una nueva "regla del juego para los fijos discontinuos".
Los desacuerdos, según Comisiones Obreras, se basan especialmente en "el retroceso" que el nuevo convenio supondrá para "los jóvenes, son los mayores perjudicados". Según sus responsables provinciales Inmaculada Ortega y Pedro Lloret, las nuevas incorporaciones contemplan salarios "peores que los actuales" para los que se incorporen.
Además, califican la duración de nueve años del pacto como "un suplicio, un calvario y un sometimiento del sector del metal de la Bahía de Cádiz, conocida por su carácter luchador".
Ni siquiera la subida del IPC en las nóminas durante los próximos años le parece aceptable a este sindicato, uno de los dos mayores, en afiliados y representación, tanto en las plantillas como en la mesa negociadora convocada en la sede del Sercla en Jerez.
"Las hipotecas suben cada año por encima de ese porcentaje y acabamos de negociar convenios como el de la hostelería donde el incremento ha sido mayor", detalla Ortega.
La voz de los discrepantes
Otros grupos sindicales como CTM y CGT discrepaban ya de origen, antes del acuerdo parcial, con las peticiones de los convocantes mayoritarios, CCOO y UGT. Desde antes que se produjera el acuerdo de la noche del domingo ya pedían muchos más avances, y distintos.
Fiscalización administrativa del "cumplimiento íntegro del convenio", "regularización del contrato fijo discontinuo", "imposibilidad de trabajar dentro de la factoría bajo convenios distintos".
"Coeficiente reductor de la jubilación anticipada" o "tolerancia cero" ante los "impagos constantes" en empresas auxiliares o "listas negras" de trabajadores reivindicativos son algunas de sus propuestas, ni siquiera discutidas en la mesa.
