Un suave viento de Poniente, fresco y muy acorde al último día de verano real, con la vuelta al cole en cuestión de horas, acompañó a los barcos participantes en la última escala de la Gran Regata Magallanes-Elcano 2003 que echaba su cierre definitivo en Cádiz tras comenzar en Reino Unido y recalar dos veces en el perfil Atlántico de la Península Ibérica.
Miles de visitantes, que acuden expresamente a uno de los rituales más vistosos y esperados de la cita, acompañaron a los residentes en Cádiz, apostados en paseos y balaustradas como Alameda Apodaca o Paseo de Santa Bárbara, en todo el litoral de cara a la Bahía.
La salida comenzó a las 14 horas y una hora después las proas ya enfilaban la bocana del puerto, camino del Océano Atlántico. Decenas de pequeñas embarcaciones particulares acompañaron o se apostaron para presenciar la marcha a bordo de una mar amable.
La presencia de la fragata 'Numancia' y de dos aviones 'Harrier' añadieron más espectacularidad y marcialidad a los primeros momentos de la parada, inicio de travesía de regreso para todos las embarcaciones participantes.
El Ayuntamiento de Cádiz comunicaba a las 18 horas de este domingo de cierre que la parada naval había transcurrido sin incidencias ni en el mar ni en tierra. Sólo destacó el retraso del buque polaco ‘Fryderik Chopin’ que aplazó su partida hasta las 20 horas. Su capitán había perdido un vuelo camino a Cádiz, para dirigir la operación, y era preciso esperarle para zarpar.
