Diego Barcala viene a ser el director técnico, el creador de una plantilla de oradores que quisieron ser, incluso fueron o son, jugadores.
Ese plantel es un sueño para los futboleros antes minoría y ahora creciente legión "que sale del armario" cargada con decenas de camisetas, retro y actuales, revistas, discos, libros y manías, anécdotas, leyendas, muchas filias y alguna fobia.
El dream team se reúne en Cádiz de lunes 7 a miércoles 9 de julio. Es una exhibición excepcional, al menos inusual, organizada por la Universidad de Cádiz. Tiene forma de curso -que no torneo- de verano y lleva por título El fútbol, el octavo arte.
Para restar "solemnidad" y añadir algo de "autoparodia, algo de humor, que el fútbol es para reírnos" a este grupo de adoradores, que no fanáticos, del fútbol, Barcala acepta la denominación de la temática de la cita como "fútbol cultureta", términos antes antagónicos.

También podría ser fútbol cultural, cultura del fútbol o cultura pop. Lo que sea está formado por las partes paralelas y equivalentes del deporte omnipresente y omnipotente, sentidas con dosis altas de adhesión y nulas, bajas o moderadas de forofismo violento.
Ese graderío imaginario está construido por palabras, imágenes y obras que los protagonistas de la cita dedican al fútbol, por su tendencia a combinar el apasionado seguimiento de la actualidad y los partidos con chutes constantes de todo lo demás.
Esos complementos inseparables del fútbol son la literatura -periodística o no-, música, cine y tele, la historia y el anecdotario.
Cabe mucho en el área sin borde ni punto de penalti: la relación padres-hijos, el coleccionismo rayano en el fetichismo, aquel poema de Alberti, Nick Hornby, la mítica película de John Huston y hasta Ted Lasso de refilón.
Sobre todo, el vínculo sentimental y social con el territorio, ya sea Nápoles, Cádiz, Vallecas o Birmingham, la herencia familiar, la mitología, los personajes, el símbolo, un escudo, el himno, la nostalgia y también la evolución (con los podcast, por ejemplo).

El que lleva el brazalete de capitán y coordina el curso en Cádiz, Diego Barcala, es fundador y director de la revista Líbero, una pequeña joya de papel que se publica periódicamente para representar, junto a otros tesoros editoriales y digitales más, este refugio adictivo y confortable: el otro fútbol, el octavo arte.
Pregunta: ¿Es suyo el mérito de reunir a un top ten del fútbol cultural español en Cádiz un lunes cualquiera?
Respuesta: El mérito lo tienen los ponentes, los participantes, porque a todos les fascinó o les apeteció venir a Cádiz a hablar de fútbol. El atractivo que tenga el curso es de los que aceptan, de los que quieren participar, de los que tienen algo que contar en un sitio espectacular como Cádiz, con esa vinculación tan romántica con el fútbol. Los ponentes tienen el mérito por haber dicho sí desde el primer momento.
P. La primera charla del curso de verano presenta el fútbol como una pasión hereditaria
R. A priori, cuando alguien lea el cartel puede pensar que quiénes son estos señores porque sus mundos culturales pueden ser underground para algunos. Daniel Vázquez Sallés es un gran novelista pero viene a Cádiz porque es el hijo de Manuel Vázquez Montalbán, el padre de la marca que el Barça exporta al mundo. El autor de la imagen de un club catalán que pasa a hablarle al universo entero. Esa filosofía la inventó Vázquez Montalbán en los años 70. Entrevisté hace años a Vázquez Sallés. Es hijo de un señor que iba al Camp Nou todos los fines de semana con su mujer y me contó cosas curiosísimas. Por ejemplo, que la herencia identitaria del fútbol en su casa la llevaba su madre, no su padre. Vázquez Sallés cuenta en primera persona todas esas historias que contaba Vázquez Montalbán en sus columnas y libros. Esa identificación del Barça, las historias de muchas madres, abuelas, que le daban la senyera a los hijos y nietos cuando iban al estadio en el franquismo. El curso trata de explicar por qué los hijos heredamos de los padres y legamos a los hijos los gustos musicales, los libros que nos gustan, las películas que vimos. Nadie mejor que Daniel Vázquez Sallés.

P. Junto a otro ponente que ilustra igualmente ese vínculo histórico y familiar
R. David Carabén es el líder de un grupo de indie que se llama Mishima, canta en catalán. En el mundo futbolero tiene ahora mucho eco por dirigir los actos del 125 aniversario del Barça. Lo más curioso de su historia es que su padre, Armand Carabén, fue el comisionado del 75 aniversario del club, en el que se le encargó un cartel muy famoso a Salvador Dalí. Ahora se lo han encargado a Miquel Barceló. 50 años después, el mismo apellido. Pero eso no es todo. Armand Carabén fue el directivo del Barça encargado de traer a Johan Cruyff en el 73 desde el Ajax. Eso cambió la historia del Barça y del fútbol de España. Carabén estaba casado con una holandesa y se encargó de convencer a Cruyff porque el Real Madrid disputaba el fichaje.
P. La segunda cita del curso compara el influjo del fútbol con el del rock, con dos músicos de prestigio
R. Guillermo Galván, además de ser guitarrista de Vetusta Morla es el compositor de muchas de sus letras junto a Juanma Latorre. Es poeta, con un par de grandes poemarios publicados. Igor Paskual es guitarrista y compositor de Loquillo en los últimos discos, su escudero de los últimos 20 años. Comparten una militancia futbolística espectacular, digamos que enfermiza. Guille Galván es el columnista de Líbero más antiguo y Paskual es un experto en canciones que hablan de fútbol, analiza los himnos que hay por todo el mundo. Hará una pequeña actuación que será una sorpresa para los que vayan al curso. Hay un paralelismo que me interesa muchísimo cuando hago entrevistas a músicos: la del productor musical con el entrenador. Se parecen muchísimo. Un grupo de música no suena igual si se lo das a un productor que tenga el estilo de Clemente, que si se lo das a uno estilo Menotti.
"El fútbol ha salido del armario de la cultura, ya no avergüenza a los poetas, escritores y músicos, están dispuestos a exponerse"
P. ¿Les califica como enfermos del fútbol? ¿Se exponen sin el pudor de antes?
R. Quizás, la música es el lugar donde mejor se ha visto que el fútbol ha salido del armario de la cultura, que ya no avergüenza a los poetas, a los escritores y a los músicos, que están dispuestos a exponer lo mucho que les gusta.
P. El viejo debate sobre la relación entre fútbol y cine estará representado por Carlos Marañón y Galder Reguera
R. Les hemos pedido que hablen de cine porque tengo la sensación, leyendo mucho a Carlos, de que el cine es el eslabón débil de la relación cultura-fútbol. Quizás por el hecho de que no haya una obra maestra, o por la dificultad técnica de trasladar el juego a la pantalla. Es difícil. Es un espectáculo puramente televisivo. Galder Reguera es un escritor enorme, de hecho tienen un libro escrito a cuatro manos. También es el responsable de los contenidos culturales de la Fundación Athletic Club. Creó un festival de cine en Bilbao que va por la décima edición y al que van películas o documentales con un nivelazo impresionante.

P. ¿Es quizás del Athletic Club de Bilbao un ejemplo a seguir en la creación de actividad cultural alrededor del fútbol?
R. Hay clubes que le ponen empeño a generar contenido cultural alrededor de sus escudos y el Athletic Club es un referente. Transmite la idea de que es una institución que se pone a jugar al fútbol los domingos pero también quiere mostrar que en su sociedad, en el País Vasco, en Vizcaya, es mucho más, forma parte de la industria cultural de su entorno. El Athletic le pone mucho empeño a rodear la institución, tan grande, de vida cultural. Eso implica preocuparse por hacer un festival de cine, un festival de poesía, pedir a sus jugadores que escriban cuentos infantiles. Ha creado tendencia porque la Real Sociedad también ha montado un festival anual, el Festival Corner.
P. La fotografía sí que se ha llevado bien siempre con el fútbol, sin rubores ni ocultaciones
R. Contamos con Raúl Cancio que es una leyenda porque transformó la fotografía en el fútbol. Hasta que apareció él, las fotos eran más deportivas. Empezó a fijarse en escenas que sucedían dentro del campo, a darle esa dimensión humana a la imagen. Raúl es un ídolo, fue maestro mío y su participación es maravillosa. También Kiki es una leyenda del fútbol porque empezó a retratar todo el ambiente que rodeaba al Cádiz, la revolución de aficionados, con un personaje como Macarti, el primero que fue vestido con la camiseta del equipo al campo, para animar, cuando eso no lo hacía nadie, absolutamente nadie, ni niños ni mayores. Y mira ahora.
"Tampoco conviene tratar el fútbol como si fuese filosofía estoica o una interpretación científica de la NASA, es para reírnos"
P. La literatura ha tenido una relación más discontinua con el balón pero nadie mejor que Luis García Montero para explicarla
R. Además de dirigir el Instituto Cervantes y poeta, es autor de un libro que igual la gente no tiene muy localizado. Es una antología de fútbol y poesía de Editorial Visor en 2012. Se llama Un balón envenenado. García Montero tiene un poema de fútbol que resume a la perfección todo el curso. Viene a decir que "el fútbol son sólo 90 minutos en un vaso de agua pero a mí me ha quitado muchas veces la sed". Relativiza y engrandece a la vez porque tampoco conviene tratar el fútbol como si fuese filosofía estoica, una interpretación científica de la NASA o una fábrica de consejos para la humanidad. Es para reírnos. Está muy bien la broma de que todos nos fuimos alguna vez a la cama sin cenar porque nuestro equipo perdió pero tampoco contamos que eso apenas volvió a pasarnos luego. También estará Miguel Pardeza con una carrera larguísima, mucho éxito. Además de jugar en el Real Madrid, fue director deportivo de Zaragoza pero siempre escribió, desde joven, en un entorno tan particular como un vestuario de fútbol. Luego hizo una tesis doctoral sobre César González Ruano, es uno de los expertos nacionales en el poeta. El suyo es un viaje de ida y vuelta entre literatura y fútbol que me parece muy interesante.

P. El momento principal es el encuentro entre maestros: Maradona, Mágico y Enric González. Nápoles, Cádiz y Buenos Aires
R. La Universidad de Cádiz ha utilizado esta charla como el mayor reclamo y me parece un acierto porque al final Mágico y Maradona, ese viaje paralelo por el Sur del fútbol, me parece un eslógan estupendo para explicar y atraer al público. A todos nos apasionan las vidas y el fútbol de Mágico y Maradona. Respecto a Enric González, llamarle y recibir ese sí fue una ilusión impresionante. Para todos los que nos dedicamos a esto es el ídolo máximo. Queríamos que Enric explicara las historias de Maradona que conoció en Italia. Cuando se lo dije, me respondió que de acuerdo pero que también estaba en Buenos Aires el día que murió Maradona. Vivió ese acontecimiento aunque usar ese término con un periodista que estaba en Nueva York durante el 11S es pasarse de rosca. Es un corresponsal que ha estado en muchos lugares cuando las corresponsalías eran faros que nos explicaban países enteros, que nos contaban el mundo. Estará con Alberto Cabello, un gran cadista, un gran periodista gaditano, nuestro corresponsal emocional en Cádiz para la revista Líbero.
P. ¿Falta alguien en el equipo ideal del fútbol según la cultura en España?
R. Falta Antoni Daimiel, que fue a visitar a Mágico González a El Salvador para un reportaje y le marcó. Se quedó impresionado con su vida cuando ya era mayor. Una pena. Daimiel ya tenía un viaje de vacaciones cerrado. Cuando le llamé, me dijo que si no hubiera sido por eso, tratándose de Cádiz y de Mágico, habría venido de rodillas.