La Bodega de la Constancia acogió en la noche del pasado jueves la presentación del libro de Cristina Luque, Vida le llaman, editado por Libros Canto y Cuento. La escritora estuvo acompañada por Pedro Rebuelta, Ismael Jordi y José Mateos, ilustrador y editor del texto. Al acto asistieron muchos amigos, tanto representantes del ámbito de la cultura como de la política. Pedro Rebuelta, en nombre de González Byass, abrió la sesión y nos presentó a los protagonistas. Desde la amistad de muchos años y las anécdotas compartidas, Pedro describió el carácter de Cristina como “decidido, extrovertido y franco”. Cuando estás a su lado “te tienes que esforzar para estar a su altura”.
El tenor jerezano Ismael Jordi, recién llegado de Londres, de cantar en el Covent Garden, amigo y con aficiones comunes, aclaró que no le ha sorprendido que Cristina haya publicado un libro de poesía porque “conoce su amor por la cultura en todas sus facetas”. Ismael Jordi ha visto en los poemas de Cristina el reflejo de muchas de esas mujeres maravillosas que llenan las historias de la ópera: “a la Celeste Aida, enamorada de sus sueños; a la apasionada Carmen, desbordada por sus deseos de libertad; a Mimí de La bohème, delicada y bondadosa; y a una intelectual como Adina de Donizetti…”.
José Mateos nos habló del amor, el conocimiento y la esperanza, los tres ingredientes esenciales de la vida. Los carriles de albariza que hay en las afueras de la ciudad nos conducen a esos pagos encalados, de gruesos muros, con estores de esparto en las ventanas, casas rodeadas de viñas y trigales donde una familia trabajaba para propiciar una buena cosecha… “Todo ese paisaje, hecho a base de atención y paciencia, que hoy está amenazado, arrinconado por la ciudad que crece deprisa, ha sido una obra de siglos, de cuidados humanos, de observaciones sabias y esperanzas renovadas… Ha sido obra del amor, del conocimiento y la esperanza… Y si faltara alguno de estos elementos, la belleza nunca se daría…”, explicó el poeta. Y sin esos tres elementos tampoco serían posibles las viñas, los frutos, o esta bodega “donde hoy presentamos un libro tan contagiado por todas estas hermosuras, por todos esos conocimientos ancestrales, que es como si este libro fuese la condensación lenta y misteriosa de muchas generaciones, de muchas vidas dedicadas a esta ciudad…”.
El poeta reflexionó sobre la naturaleza de los recuerdos, “sombras que conforman mi vida”, y sobre cómo esa vida se construye gracias a “lo que los demás han ido dejando en mí”, y todo ello a través de un comino “harto misterioso” y “recorrido gracias a una intervención desconocida, incomprensible para el entendimiento, cono si todo fuese el resultado de un encuentro inmerecido…”. Para José Mateos, Cristina Luque es un ejemplo de entrega a los demás. Y su entrega a la poesía “no ha sido menos vehemente y apasionada”. Por esa razón Cristina ha evolucionado tanto como poeta. La tarea del poeta, explicó Mateos, se parece mucho a ese juego llamado curling. En ese deporte no se trata de empujar un disco, sino de limpiar la pista para que se desplace más rápido y lo más lejos posible: “En estos poemas, Cristina ha sabido despojarse de eso que todos arrastramos con nosotros, de su efusiones y ofuscaciones, de las obviedades y lugares comunes, de esas ideas preconcebidas que nos ponen una venda en los ojos. Y se ha despojado de todo eso para llevar hasta el corazón de cada lector unas pocas palabras temblorosas y verdaderas”. Cristina, “frágil como un papel antiguo de hondas tristezas y tercas inseguridades…”.
Cristina Luque expresó su asombro por encontrase allí, hablando de su libro de poesía. Cerca de los 50, reconoce haber tenido una vida feliz y plena. Desde joven le gustó escribir, sin enseñárselo a nadie. Le llamaba la atención esa capacidad de los poetas para expresar en pocos versos las grandes cosas de la vida. “Conocí la buena poesía gracias a José Mateos. Me apunté a un taller de escritura, sobre el 2006”. Fue una etapa muy enriquecedora para la escritora, donde descubrió la verdadera importancia de la poesía: “Ha sido el motor de los grandes cambios de la Historia. Siempre ha habido poetas, personas con ideales, despertando las conciencias de la gente y defendiendo la dignidad humana”. El maestro José Mateos, desde su sencillez y su grandeza creativa, le ha enseñado “a callar, a contener, a seleccionar, a que la poesía no sólo me conmueva sino que me haga pensar, me ponga los pies en la tierra, me ponga mis limitaciones, me ordene por dentro…” Antes de leer varios poemas de Vida le llaman, Cristina nos recordó que en la actualidad los poetas comienzan a ser valorados incluso en el mundo empresarial… Son capaces de reducir la complejidad, ofrecer soluciones imaginativas, más humanas…
Juan sin miedo
¿Es cierto cuando dices que nada te da miedo?
Miro tu andar seguro,
tu forma de ignorar a tu enemigo
(en medio de la gente tus ojos no lo ven
y pasas por su lado, y es él el que se esconde…).
No temes al fracaso
(no sabes ni siquiera que exista esa palabra).
No te importa estar solo ni que nadie te escuche.
Es como ver un tren que nunca descarrila,
que sabe a dónde va, pero apenas recuerda
el último lugar donde paró
y todo lo que fue dejando atrás.
Yo siento, con los años, al final
que soy lo que reúnen mis recuerdos,
que vivo desvelada muchas veces
por cosas que no pasan.
Y comprendo lo frágiles que somos
–somos como una hoja movida por el aire…
Entonces me pregunto:
¿Es cierto cuando dices que nada te da miedo?
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