Vicios dinásticos: de Hispania a España (II)

Segunda entrega de capítulos del libro 'Vicios dinásticos' de Isabel Canales

La reina Isabel I de Castilla, a la que cita Isabel Canales en su libro 'Vicios dinásticos'.
La reina Isabel I de Castilla, a la que cita Isabel Canales en su libro 'Vicios dinásticos'.

Los pueblos establecidos en la antigua piel de toro, íberos, celtas, fenicios, cartagineses y griegos, pasando por los romanos, suevos, vándalos y alanos, con sus marciales guerreros, tienen su historia colmada de sangre, muerte y traiciones, por numerosas contiendas, contra tercos batallones, de intenciones precisadas conquistar las tierras firmes y a sus gentes doblegarlas.

Este territorio insigne, donde todos lo conocían como tierra de lepores, y lo llamaban Hispania. Ascienden las huestes omeyas, hacia el biombo montañoso, natural de la península. Vienen de calientes tierras, son de origen caluroso. En la zona septentrional, hace frío seco y ventoso, entrenados a esos grados, no lo estaban, eso les retrasará y las nieves aplastarán.

La milicia asturleonesa se prepara, se entrona, se va a expresar con prisas en los picos, y en el límite están, al mando de la norteña mesnada, un respetado líder visigodo el elegido, seguido y aclamado Belai al-Rumi lo llama el moro, Don Pelayo los convecinos.

Son avezados, intrépidos, se desplazan como irascos, es terreno conocido, darán a la historia un giro, en un nuevo alborear. Los astures se extienden a este y oeste, se añaden otros reinos y condados Navarra, Pamplona, Aragón, Sobrarbe, Ribagorza y comarcas feudatarias.

A medida que avanzaban conquistando el territorio, casi esquilmadas sus tierras seunencántabros,vascones, y afectados castellanos y al frente, Fernán González. Sufragaron la campaña, todos los que con sudor, extrajeron el fruto dorado, de sus ríos de aguas frías y su salud entregaron en las médulas leonesas, ahora van todos prestos a defender la ocasión.

Las batallas continuaron en terreno empobrecido. Sin olvidarnos de todos aquellos participantes, para hacer retroceder al moro, los Ramiro, los Sancho, los Alfonso, los Enrique, los Fernando y las Juana y también a la infanta de León, la Temeraria Doña Urraca.

Les tocó también la hambruna, malas cosechas y enfermedades, aún así, siguieron hacia adelante. A medida que avanzaban se iban uniendo las gentes, aragoneses, navarros, y todos los afectados. Una guerra sin parangón, para que tenga sentido, ha de contener un común objetivo. Todos tenían la misma intención recuperar sus campos yermos, creencias, valores y religión.

Allá por el siglo XII, mientras esto sucedía, España se dividía, al hereditario antojo. Sus reinos se diezmaban como hizo nuestro Alfonso VII, repartió el reino de Castilla-León entre sus dos hijos al primogénito Sancho III, donó Castilla y Toledo, León y Galicia a Fernando, esta acción descabellada de partir reinos en trozos, surge en plena Reconquista, estando atacando el moro. Las órdenes militares de los reinos ibéricos de Calatrava y Santiago ofrecieron sin reparo la defensa ocasional.

Sin olvidar a Aragón, su rey Alfonso I, las batallas en cruzadas recalificó, entregando el legado aragonés a las Oórdenes militares, del Santo Sepulcro, Hospitalarios y conocidos Templarios, todo por una obsesión, llegar a Jerusalén. El testamento aragonés a cabo no se llevó, surgió la negociación.

Aquí llegó la mujer que le dio puerto a Aragón, la hija de Ramiro II, conocido por el Monje, al nacer ya lo firmó, Petronila de Aragón, llaman la Reina Olvidada y la historia lo merece, nadie la reconoce y menos a una mujer, del pasado siglo XII.

De adolescente entregada, catorce solo contaba, al hombre que triplicaba su edad, por puerto de mar, el feudal de Barcelona, Ramón Berenguer IV. En el contrato capitular, ella recibía plena potestad sobre la herencia en cuestión, quedaba obligada a engendrar, si así no fuere, pasaba al marido.

¿Cómo no quieren que haya traiciones en nuestra historia? Para Ramón fue un logro conyugal, de éxito, todos lo felicitaban. Aunque joven, ella recelaba, estrella y confianza tuvo Petronila, sobrevivió a Ramón y a favor de su hijo testó. Dejan la España cristiana, dividida en cinco reinos, Castilla, León, Navarra, Aragón y Portugal. Conquista, tras conquista se repetían muertes y muertes se sucedían.

Mientras esto acontecía, una unión se aseguraba y al tiempo se componía con la participación pactada entre los reinos cristianos de Castilla y Aragón posibilitando al territorio de una nueva transición.

Isabel I de Castilla, hija de reyes, de Isabel de Portugal y Juan II de Castilla accedió al trono, cuando su hermanastro murió, hijo de padre era, Enrique IV en cuestión. Surge aquí la primera guerra cristiana llamada de Sucesión en donde la hija de Enrique, Juana, reclama la progresión, Beltraneja la llamaban, por conocer su ocasión, y reclamaba bastión.

Después del enfrentamiento todo estaba deliberado, acordado y pactado. A la muerte de Juan II de Aragón, Fernando heredó su trono y se unieron con devoción dando curso a la unidad, en la cruzada de gobernar, un país adoquinado, en donde todos querían, y muy pocos ponían, aunque ser cristianos decían.

A hijos seleccionados, con excelso cuidado, para lograr, la gran unificación que después de siete siglos, de cotejadas luchas, el descanso es merecido, para aquellos que quedaban, en la reconocida España.

En el Concilio de Constanza, los reinos de Portugal, Aragón, Castilla y Navarra formaron una entidad. Aquí, el Consejo Real plantea nombrar a Isabel y a Fernando los Reyes de España y apelarles Reyes Católicos.

Corriendo el 1.400, aparece una España marchita, agostada, esquilmada sin doblones, sin graneros, sólo, con los reyes nuevo

Sobre el autor:

Isabel Canales

Isabel Canales

...saber más sobre el autor

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído