La revolución del callo solar: ciencia y decenas de estudios contra décadas de miedo al sol

María del Mar Molina desafía la ortodoxia médica con evidencia científica que reivindica la exposición solar consciente. Su libro alcanza la segunda edición y ya se vende en Latinoamérica

María del Mar Molina, autora del libro 'Dieta Solar'.
09 de julio de 2025 a las 17:01h

María del Mar Molina, graduada en Nutrición y conocida en redes como @lanutricionadora, lleva años predicando en el desierto de la ortodoxia médica. Su primer libro, Dieta Solar, ya ha alcanzado una segunda edición y comienza a venderse en Latinoamérica -donde tiene cientos de miles de seguidores-, consolidando un mensaje que resuena en miles de seguidores que han decidido cuestionar el terror solar. Mientras prepara su segundo libro, que promete no dejar indiferente a nadie, Mar defiende algo que suena revolucionario pero que es tan antiguo como la humanidad: exponerse al sol de forma inteligente.

El gran engaño: cuando la industria del miedo se apropió del sol

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo hemos convertido al sol en el enemigo público número uno cuando llevamos millones de años evolucionando bajo su luz? Según María del Mar, el miedo al sol es cultural, no fisiológico. "Se nos ha dicho que el sol mata, pero nadie muere por tomarlo con responsabilidad", afirma. La nutricionista sostiene que la demonización ha coincidido con el auge de una industria del miedo, que nos ha convencido de que necesitamos protección artificial constante.

Los datos científicos son demoledores y respaldan esta perspectiva. Estudios publicados en la revista Dermato-Endocrinology alertan de que evitar el sol puede ser tan perjudicial como fumar. En cohortes amplias analizadas por investigadores suecos, la mortalidad general fue más alta en quienes evitaban la exposición solar moderada. Más paradójico aún: los problemas de cáncer de piel comenzaron a dispararse justo cuando empezamos a usar cremas solares masivamente.

María del Mar practicando paddle surf.

Una revisión publicada en el Journal of Internal Medicine, basada en estudios con mujeres suecas, señala que las mujeres con mayor exposición solar tenían menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y de cáncer no cutáneo. Los resultados son contundentes: la exposición solar moderada reduce la mortalidad por todas las causas.

El callo solar: recuperar lo que siempre fuimos

Cuando María del Mar habla de "callo solar", no se refiere a un callo literal ni a un bronceado, sino a una adaptación natural de la piel al sol. "Igual que entrenamos el músculo o el intestino, la piel se puede educar", explica con la paciencia de quien ha tenido que repetir lo obvio mil veces. El callo solar es un proceso adaptativo de la piel, resultado de una exposición progresiva y adecuada al sol.

Esto no es pseudociencia new age. El estrato córneo, capa más externa de la piel, se engrosa ante exposición gradual a la radiación UVB, incrementando su capacidad de protección. Es un proceso de adaptación fisiológica reconocido en dermatología desde hace décadas, pero que hemos decidido ignorar en favor de soluciones químicas.

La autora detalla que para formar un callo solar hay que exponerse de forma gradual al sol, empezando con tiempos cortos al amanecer, aumentando poco a poco, y evitando quemaduras. Según Mar, la exposición solar diaria, sin filtros ni protectores, forma parte de nuestra biología evolutiva, y la falta de exposición habitual nos vuelve vulnerables a quemarnos cuando nos exponemos de golpe, por ejemplo en vacaciones.

"Aumenta su espesor, produce más melanina y genera antioxidantes endógenos. Pero esto solo ocurre si la exposición es progresiva y no hay quemaduras", explica.

La regla 20-20-20: volver a lo básico

Para quienes han perdido por completo la conexión con el sol, Mar propone algo tan simple como efectivo. Hay una regla sencilla y práctica para comenzar: 20 minutos al amanecer + 20 minutos a las 10 + 20 minutos entre las 14 y las 15h. Es lo que llama la regla del 20-20-20. "Si esto no es posible, es importante intentarlo aunque sean diez minutos", añade.

La exposición solar controlada estimula la producción de serotonina, dopamina, melatonina, equilibra el cortisol y potencia la melanina. Estudios de la Universidad de Harvard y la Vitamin D Council avalan este enfoque progresivo, que no es más que hacer lo que hicieron nuestros antepasados durante milenios.

La licenciada en Nutrición, durante su embarazo.

María del Mar insiste en que tu piel lee la luz como una antena biológica. "No se trata solo de la piel, sino de todo tu sistema circadiano, incluyendo los ojos y las mitocondrias", explica. Empieza exponiéndote al sol desde el amanecer, porque esa luz inicial programa tu reloj interno y activa la producción de melanina protectora.

Sol y ritmos circadianos: la sincronización perdida

La nutricionista es tajante al afirmar que la luz solar es el principal regulador de nuestro reloj biológico. "Ver el amanecer y el atardecer ajusta nuestras hormonas, mejora el sueño, el metabolismo y la energía. Pero vivir bajo luces LED y pantallas hasta la medianoche nos desconecta por completo", sostiene.

La exposición a luz azul artificial de noche bloquea la producción de melatonina, afecta al sueño profundo y al equilibrio hormonal. Por eso, Mar recomienda el uso de gafas con filtro azul como las de su propia marca: Mithohacks, diseñadas para protegernos de la luz artificial sin alterar los ritmos naturales.

También destaca la importancia del grounding o contacto directo con la tierra, especialmente al amanecer, como forma de recuperar la conexión eléctrica natural con el entorno. "No podemos perder el voltaje y las enfermedades inflamatorias son una pérdida de voltaje", advierte.

Cuando las cremas se volvieron el problema

María del Mar no se muerde la lengua al hablar de las cremas solares: "Lo que empezó como protección ha terminado siendo dependencia. Muchas cremas contienen disruptores endocrinos que alteran nuestras hormonas. Es como apagar un fuego con gasolina."

Los datos científicos respaldan esta preocupación inquietante. La Endocrine Society alerta sobre compuestos como oxybenzone, homosalate y octinoxate, que actúan como xenoestrógenos. Más alarmante aún: la revista Environment International recogió que estas sustancias están presentes en orina, leche materna y sangre de cordón umbilical.

María del Mar Molina con su hijo.

Estudios publicados en JAMA demuestran que los ingredientes activos de los protectores solares son absorbidos por el torrente sanguíneo en concentraciones que exceden los límites considerados seguros por la FDA. La autora observa que cuando aparecieron las primeras cremas solares masivas en los años 70 y 80, los casos de cáncer de piel se dispararon en lugar de disminuir. "Esto debería hacernos reflexionar", añade. El mejor protector solar es tu propia melanina, desarrollada con una exposición consciente, progresiva y respetuosa.

La gran mentira del cáncer de piel

Aquí viene la afirmación que más revuelve el estómago a la ortodoxia médica. El sol no es cancerígeno si se toma con respeto, afirma María del Mar. "El problema no es el sol, sino el exceso y la ignorancia. La exposición intermitente y las quemaduras frecuentes sí son un factor de riesgo, pero el contacto diario y progresivo puede ser incluso protector."

Una revisión en el Journal of Internal Medicine señala que las mujeres con mayor exposición solar tenían menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y de cáncer no cutáneo. Estudios en Dermato-Endocrinology confirman que la exposición solar moderada reduce la mortalidad por todas las causas.

"Culpar al sol del cáncer de piel es como culpar al agua de que alguien se ahogue", argumenta con una lógica aplastante. El sol es la fuente de vida, la señal maestra para el ADN, el reloj circadiano y la mitocondria. El problema no es la luz solar, sino el entorno moderno: la exposición intermitente, artificial y desordenada al sol, en cuerpos que viven el resto del año bajo luces artificiales.

Mucho más que vitamina D: los otros beneficios de la luz solar

María del Mar enumera los beneficios que van más allá de la vitamina D: el sol estimula la liberación de óxido nítrico, que mejora la circulación y regula la tensión arterial. También eleva la serotonina, lo que influye positivamente en el estado de ánimo. "El Sol te aleja de la diabetes, de la obesidad, del hígado graso, de la esclerosis múltiple, de las patologías reumáticas, de los problemas de tiroides, te vuelve fértil, es protagonista de un embarazo saludable y de un parto armónico, y sobre todo es el rey del sueño, sin Sol no hay descanso."

La prestigiosa revista científica The Lancet confirma que la exposición al sol es esencial para la producción de vitamina D, y que su carencia está relacionada con raquitismo, osteomalacia y osteoporosis, además de impactar procesos cardiovasculares, inmunológicos y metabólicos.

La exposición solar no es solo vitamina D, precisa Mar. "El sol regula absolutamente todos los ritmos biológicos del cuerpo humano: controla tu reloj central en el cerebro, regula la producción de hormonas, sincroniza tu sistema inmunitario, y estructura el agua dentro de las mitocondrias para optimizar la producción de energía."

Según el Journal of Steroid Biochemistry and Molecular Biology, la vitamina D producida por la piel es más efectiva que la suplementación oral. De hecho, la suplementación oral puede producir efectos secundarios como la calcificación arterial, mientras que la vitamina D solar mantiene el equilibrio natural del organismo.

El mensaje que incomoda: educar, no alarmar

Con la segunda edición de 'Dieta Solar' consolidada y un segundo libro en gestación que promete seguir removiendo conciencias, María del Mar mantiene un mensaje que molesta tanto como libera: el sol es vida. Nos conecta con el entorno, con nuestro ritmo biológico, con la alegría. No podemos seguir educando en el miedo. Hay que enseñar a exponerse, no a esconderse.

Su reflexión final resume una filosofía que desafía décadas de doctrina médica: "No temas al sol, edúcate sobre él. El sol no es un enemigo; es el maestro más antiguo de la biología humana, la fuente de energía, de información y de orden para cada una de nuestras células. Demonizar al sol solo nos ha llevado a la desconexión, a la enfermedad y a la dependencia de soluciones químicas que nunca podrán reemplazar su poder."

En definitiva, un mensaje claro: “El sol no es opcional. Es el software que programa tu hardware biológico. Negarle su señal a tu cuerpo es como esperar que un ordenador funcione sin corriente eléctrica”. En tiempos donde hemos convertido lo natural en peligroso y lo artificial en seguro, propuestas como la de @lanutricionadora no solo incomodan: revolucionan. Su éxito editorial y la expectación generada por su próximo libro sugieren que cada vez más personas están dispuestas a cuestionar verdades que parecían inmutables.

Sobre el autor

Ezequiel García Barreda

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