Una botella con amor puro, nostalgia, tristeza, alegría y dolor

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Crítica de 'Animales Nocturnos', la última cinta de Tom Ford.

Animales nocturnos es la típica película que en su día me pasa totalmente desapercibida a nivel de trailers o comentarios y que cuando por casualidad la descubro… me deja con la boca abierta.

Pero vamos al lío.

—Spoilers Nocturnos. No hagáis ruido que tienen el sueño ligerito—

La apasionante historia de esta cinta comienza con el personaje de la siempre fabulosa Amy Adams recibiendo el manuscrito del libro de su ex-marido Edward (Jake Gyllenhaal), del que no sabe nada desde que lo abandonó hace ya 19 años. Por su puesto, el manuscrito se titula Animales Nocturnos, que es así como él solía llamarla, cuando estaban juntos, por sus problemas para conciliar el sueño por las noches.

La llegada del manuscrito coincide con un momento clave en la vida de Susan (Amy Adams) ya que las cosas no le van bien, ni en el terreno profesional donde su galería de arte no pasa por un buen momento, ni en el personal ya que la distancia que la separa de su actual marido parece casi insalvable.

Desde el momento en el que comienza a leer la primera página, la película se rompe en tres líneas narrativas claramente conectadas: recuerdos de Susan de cuando estaba con Edward, el despiadado thriller que encierra el libro y cómo le afecta a ella su lectura.

Si existe un elemento que destaca sobre todos en esta cinta, ese es el trabajazo (una vez más) de Amy Adams. A estas alturas, ya parece una broma sin gracia que no tenga en su mesilla de noche una estatuilla que reconozca todo el talento interpretativo que atesora en cada historia en la que participa. Al igual que sucedía en Arrival, Amy consigue que empatices con su personaje de un modo inusual, haciendo que sientas sus alegrías y miserias como si fueran tuyas. Maravillosa. Ella domina claramente las historias del presente y del pasado… pero la lucha en la narración del libro es más complicada.

Jake Gyllenhaal, además de ser el ex marido de Susan, es Tom Hastings, personaje central del brutal relato descrito en el libro. Y a pesar de que también brilla de forma especial a la hora de dar vida a estos dos sufridos personajes que poseen ciertas conexiones, no consigue ganar esta ronda, ya que enfrente tiene al poderoso Aaron Taylor-Johnson, que saca a relucir su faceta más macarra y sádica para regalarnos un personaje que resulta ser todo un maldito roba escenas.Su forma de mirar, de comportarse, es inquietante. Desde que aparece en escena todo se vuelve más tenso. Es el auténtico detonador de una película que hasta ese momento caminaba lentamente por el terreno del drama más convencional. Él solito convierte Animales Nocturnos en un plato mal cocinado de difícil digestión del que no puedes escapar.

Y llegados a este punto, me toca darle una pequeña colleja a su director y escritor, Tom Ford. Quizá los únicos peros que encontré a esta fascinante y conmovedora película sean culpa de él. Como en toda obra que se precie con varias líneas narrativas, las transiciones de un relato a otro son vitales. Y en esta ocasión, no suelen estar a la altura. Tomaremos de ejemplo la excelente serie The Night Of, en la que las transiciones eran dignas de estudio en cualquier clase de cine. La forma que tiene esa serie para trasladarnos de casa del abogado defensor, a la celda del protagonista para terminar en casa del detective usando elementos comunes, son de una suavidad y elegancia raramente vistas en pantalla.

Aquí Tom Ford lo intenta y no siempre consigue que esos saltos sean del todo limpios. Algunas transiciones resultan demasiado forzadas o las repite sin ningún tipo de pudor. No estropea la cinta, pero hace que pierda esos puntos que separan un film notable de otro sobresaliente.

Pero eso poco importa. Llega un momento en el que te encuentras tan involucrado en todo lo que estás viviendo, que no te molesta esa falta de delicadeza en las transiciones. El drama que crea con su guión te atrapa hasta que consigue robarte unas lágrimas y de paso… joderte el día.

Tom Ford se dedica a llenar con calma una botella con amor puro, nostalgia, tristeza, alegría y dolor, para, sin previo aviso, rompértela en la cabeza. Esa es la sensación que me dejó y la que quiere que vivas: el llegar a un momento en tu vida en el que miras hacia atrás y con lágrimas en los ojos descubres que los momentos más felices de tu vida ya han pasado y que el futuro sólo puede regalarte incertidumbre. Y eso, es uno de los pensamientos más tristes que existen y, de paso, es el alimento del que se nutre esta maravillosa Animales Nocturnos.

Lo mejor: el nivel interpretativo roza la perfección. El desarrollo de las tres historias, su drama, casi todo.

Lo peor: el opening resulta terriblemente molesto y desagradable (ya veréis a lo que me refiero). La falta de suavidad/originalidad en algunas transiciones y su melodía principal (que me molesta bastante).

Valoración: 8,5/10

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Jorge Miró

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