El Festival de Cine Europeo de Sevilla se inaugura con la proyección de 'Tierra firme', de Carlos Marqués-Marcet, con Silvia Abril como presentadora del acto.
Daba el pistoletazo de salida el Festival de Cine Europeo de Sevilla con un día poco acogedor y una agenda marcada, principalmente, por la gala de inauguración en el Lope de Vega y el estreno de Tierra firme, de Carlos Marqués-Marcet (Barcelona, 1993). El catalán vuelve tras la aclamada 10.000km (2014), que indagaba lúcidamente en tono de comedia romántica un tanto pesimista en los problemas que ocasiona la distancia entre los miembros de una pareja.
Esta vez es el deseo de ser madre del personaje interpretado por Oona Chaplin el motivo que hace tambalearse los cimientos de su relación lésbica con el personaje de Natalia Tena, la cual alberga más dudas sobre tal decisión. David Verdaguer entra en escena como amigo de ambas y acentúa el deseo de Chaplin, que le ve como un perfecto padre. Un barco a orillas del Támesis hace de tierra firme —nunca estoy seguro de lo acertados que son estos juegos de palabras entre título y trama— para que se desarrolle esta sólida historia entre los tres, salpicada a veces por la aparición de la madre —por partida doble: realidad y ficción— de Oona, Geraldine.
Todo en un Londres que se acerca más al de la precariedad de jóvenes llegados de toda Europa que allí conviven ahora, que a ese más frecuente que vemos en las comedias románticas de Hugh Grant con trabajos en Liverpool Street o de Sherlock y sus paseos en taxi por Wetsminster. Aún así, Marqués-Marcet no articula un relato desesperanzador ni mucho menos, y opta por un tono amable y a veces un poco light, pero que no por ello deja de ser coherente y, sobre todo, deja de estar bien contado.
El estreno de Tierra firme era el acto principal de la gala de inauguración. Es curioso el efecto de la gala de un festival que aún no ha salido del circuito más indie. Pese a haber estrenado verdaderas obras maestras en los últimos años como La grande bellezza (2013) o Holy Motors (2011), el festival sevillano sigue anclado en un público excesivamente especializado, principalmente por el tipo de cine que proyecta. Pero es ese toque alternativo el que da un aire que, con evidente carencia de glamour —glamour entendido como caras conocidas por el gran público—, sí llena esta gala de rostros de ilusión en gente que recién entra por la puerta del mundo del cine y lo que rodea a este.
Aunque nada de desconocida tenía la presentadora del acto: una Silvia Abril inspiradísima, que llevó en volandas a un público entre risas durante tres cuartos de hora que se hicieron cortos. Entre bromas más campechanas que sólo podían hacer gracia de la mano de alguien como ella, hasta verdaderas puyas contra políticos —principalmente del PP— por temas como los del IVA cultural o, aprovechando su condición de barcelonesa, el procés catalán.
La gala, entre acertadas chanzas de Abril hasta cuando no tenía la palabra, también presentó a varios artistas, así como a los miembros del jurado y de la Academia del Cine Europeo. Todos intercalados entre vídeos de las distintas secciones del festival y canciones de la banda underground estándar Mono Rabioso abrieron la XIII edición de una semana para conocer lo que el viejo continente aporta este año al séptimo arte.
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