p1010452
p1010452

La hija es un libro que está dividido en cuatro partes: El deseo, El dolor, Daños colaterales y El amor. Los poemas nos transmiten todas las emociones, sentimientos y reflexiones de una madre ante la grave enfermedad de su hija. Es una historia dolorosa, pero con final feliz. Al fin y al cabo, es una obra que habla del amor incondicional, de la lucha por la vida, de la ternura, del sufrimiento, del miedo y la esperanza. Los poemas suenan de otra forma en la Fundación Caballero Bonald si sabes que detrás de cada palabra habita la piel, el calor de su cuerpo, su mirada, nuestra carne, lo que otorga sentido a las horas… “Respiraré por ti. / Atraparé el aire de este y otros mundos/ que voy a inventar/ para que caminemos juntas”.

Bernardo Palomo, crítico de arte, llevó a cabo la presentación de María García Zambrano, ejemplo de poeta comprometida con la belleza y la verdad. Para Bernardo, la poesía es testimonio escrito de un sentimiento, una definición recurrente, quizás gastada, vacía para muchos. Sin embargo, La hija, editado por El sastre de Apollinaire, está preñado de sentimiento. La poesía, dice Palomo, es el gesto que bordea las aceras del alma para navegar en el tráfico de ese laberinto imposible que es nuestra existencia y no sucumbir en el prosaísmo de su burda cotidianidad. La poesía es la luz que hace visible el camino en la bruma distorsionante del día a día, un velo ante la hostilidad reinante. María nos sirve de ejemplo para esas definiciones porque es ante todo y sobre todo poeta. Y poeta no es aquí un tópico vacío, aclara Bernardo. Porque alguien que es capaz de escribir un verso como “Haz con mi voluntad un reino de besos transparentes” debe poseer un corazón henchido de sentimientos y una voz que despeje la opacidad del alma.

Nos advierte Bernardo Palomo del tema de los poemas: esta obra parte de un tema duro, descarnado, la enfermedad. Dolor y esperanza, los cimientos, complementarios, de estos versos: “Rebusco en el armario de la muerte/ un luto que me cubra las costillas. / Me visto de remiendos. / No hay tejido/ que pueda resguardar/ este cadáver”. Dureza argumental, amor, poesía cercana, lúcida, sensata, sincera, también simbólica, pero en ningún caso críptica. La poesía de María, afirma Palomo, rompe la pobreza de lo superfluo con su sabiduría estética. Es un a voz modulada por el sentimiento y un bálsamo de la angustia. Es el trabajo de una escritora valiente, que escribe una poesía que atrapa la mirada y la reconduce por los recovecos del alma: “Picotean los cuervos las migajas/ que caen en tu pecho/ no estás para espantarlos/ en tu lugar se erige el árbol centenario que dio sombra”.

Después de la lectura de varios poemas por parte de la autora, llegó el turno de las preguntas. Una persona planteó si puede la poesía despertarnos de este letargo, de este vivir sin valores realmente humanos. María García Zambrano respondió tomando como ejemplo su actividad docente. En el instituto, con primero de la ESO, ha creado las Brigadas SSB, seres sensibles a la belleza. Su misión es fijarse en las cosas bellas que les rodean y contar su experiencia en el aula. Los alumnos describen sus vivencias y cómo se sienten. La belleza reside en lo cotidiano. Y contemplar la belleza nos hace más felices y mejores personas. El arte te hace sentir mejor porque la experiencia estética toca algo profundo. El arte te hace más sensible a la belleza. Cuando eres más sensible eres menos manipulable. Ojalá se diera más importancia a la cultura. Vivimos en una sociedad anestesiada, el arte es un buen camino para despertar de ese letargo.

María García Zambrano ha realizado estudios de Periodismo y de doctorado en Literatura en la Universidad de Sevilla. También ha cursado un postgrado en Letras Modernas en la Universidad París Saint-Dennis, estudios de semiótica en la Universidad de Lima y seminarios de literatura argentina en Buenos Aires. Desde la universidad, muy joven, ha participado en numerosas antologías: Voces nuevas XX, Poesía en Sidecar, Poetas en tiempo de crisis, En legítima defensa, La Europa de los escritores, Amor se escribe sin sangre, Voces del Extremo. Y ha publicado otros oros dos libros: El sentido de este viaje y Menos miedo. Ha recibido el premio Carmen Conde de la editorial Torremozas y ha sido semifinalista del premio Ausiàs March al mejor poemario del 2012 del Colectivo Addison de Witt. Ha colaborado con varias revistas, como Nayagua o Tendencias 21 y has sido colaboradora en Radio Círculo, del Círculo de Bellas Artes.

ADENTRO

Quimera del desvelo

materia subversiva

dueña de lo invisible

futuro que despliega su luz en lo más hondo

es esta mi promesa:

amor sin condiciones.

LA PARADOJA

¿Podrá la aguja no atravesar su vida

quedarse en la superficie

que la carne la expulse

que rechace a la aguja penetrándola?

¿Podrá la aguja dejar de ser aguja?

Unos minutos antes de la presentación tuvimos la oportunidad de hablar con María:

¿De qué trata este poemario?

La hija es un viaje desde el deseo y la concepción de una hija. Mi hija nació con una enfermedad. El libro es el viaje que supone atravesar el mundo de hospitales y médicos. Siempre digo que si supiese escribir novelas, haría una novela decimonónica, con sus capítulos… Pero lo mío es la poesía. La hija intenta rescatar momentos, algunos muy duros. Hay mucho dolor. De hecho hay una parte muy importante que se titula el “Dolor”, pero es una historia que acaba bien, que termina en la alegría y en la vida, que es lo importante.

¿El tema, en este caso, es una ventaja o un problema para el proceso creativo?

Este libro es una necesidad. Se va haciendo por la necesidad que tengo de escribir lo que me está sucediendo, que es muy fuerte. Entonces, es un libro necesario para mí. Es verdad que luego, para pasar la emoción y el sentimiento a poesía, hay que hacer un trabajo técnico. Es un libro que tiene más de tres años, un texto que ha reposado. Se ha corregido y revisado mucho, porque soy muy exigente, para quitarle ese patetismo que puede tener un tema como el de la enfermedad.

¿Sirve la poesía para curarse, salvarse o huir de esas emociones y situaciones?

Sirve para curarte, porque no se huye. Cuando se escribe poesía se profundiza. Te metes en la boca del lobo. Tienes que atravesar con la palabra momentos muy duros. Y no los olvidas, sino que los rescatas. Muchas veces hay que hacer un trabajo de rescatar. Los atraviesas y lo que haces es curarte de todo eso que te provoca la poesía. Creo en el efecto sanador del arte. Creo en la arte-terapia.

¿Hay influencia de la filosofía oriental?

Sí, yo soy budista. Practico el budismo. Hace trece años que lo practico, el budismo de Nichiren Daishonin. Hay una cita suya en el libro. Ese budismo lo llevo a la práctica día a día. Entonces, también está en este libro. Hay partes y versos que son conceptos budistas, por ejemplo el de “transformar el veneno en medicina”. Es una sabiduría que viene de muy atrás. Eso que hoy se llama la resilencia ya está en los textos budistas. Y como es mi filosofía de vida, pues es como yo afronto las circunstancias y la enfermedad. Por eso hay una parte siempre de esperanza en mis libros, tanto en éste como en el anterior, Menos miedo.

¿Cómo engarza los tres conceptos clave: dolor, vida y lenguaje?

Se atraviesa el dolor. Y el lenguaje te ayuda a poner palabras a eso que te sucede. Pero el lenguaje también te ayuda a buscar salidas. Y siempre hay que mirar hacia lo alto.

¿En ese uso del lenguaje qué poetas le han influido?

Hay muchas poetas y muchos poetas. Alejandra Pizarnik fue para mí una revelación. La conocí muy joven e hizo que fuera a Buenos Aires, porque iba a realizar una tesis sobre ella. Esta autora habla mucho de la imposibilidad de nombrar. Hay citas de ella. También tengo que mencionar a una poeta cordobesa, Juana Castro. He leído mucho a Caballero Bonald. Hay tantos poetas... Es difícil quedarse sólo con uno. Sí que es verdad que para escribir este libro leí a poetas que habían vivido algo parecido. Para ver cómo han expresado eso otros escritores, para no repetirse, para buscar otros caminos.

¿Colabora en otros proyectos relacionados con la literatura?

Durante mucho tiempo fui a talleres literarios. Me parece que es un buen lugar, no para aprender a escribir, pero sí para conocer a otros poetas. Ahora mismo estoy en una asociación de mujeres poetas que se llama “Genialogías” que pretende rescatar la voz de las mujeres que la historia injustamente ha ninguneado y silenciado. Tenemos un proyecto precioso que es publicar libros que nos parecen fundamentales para la historia de la literatura, de Julia Uceda, Paca Aguirre, María Victoria Atencia, Ángela Figuera, las poetas del veintisiete, las sin sombrero. Hay muchas mujeres que fueron importantes en su época y sin embargo no están en las antologías. La asociación “Genialogías” lo que pretende es eso: sacar a la luz obras que nos parecen fundamentales.

¿Puede ser, entonces, la poesía transformadora, desde el punto de vista feminista y social en general?

La poesía lo que hace es rescatar capital simbólico que a los seres humanos nos ayuda a vivir. El buen poeta es el que permite que te puedas ver en la poesía y que te identifiques con lo que lees. Ya que a veces no sabes poner en palabras lo que te pasa. La poesía es la relación con la belleza, con lo sutil, lo místico, también con la denuncia. Hay una poesía social muy importante. Frente al discurso dominante está el discurso de la poesía y de la filosofía, más profundo. Si en los institutos los jóvenes leyesen más poesía…

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

...saber más sobre el autor

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído