La banda nacida en La Barca de la Florida en los 80 se vuelve a reunir más de 25 años después de su última aparición: "Esto es tocar de verdad, si cantas de verdad te hace daño".

El rock de pueblo está de vuelta. Más de 25 años después. Mucho ha cambiado desde entonces, pero el espíritu persiste. Tiburón conquistó los corazones de los rockeros de la zona en los añorados años 80 cuando, desde La Barca, iniciaron una carrera que se truncó a mediados de los 90, momento en el que realizaron un parón que ha durado hasta hace unos meses. Fernando Rodríguez (bajo y voz), Pedro Gago y Paco Sánchez (guitarras) estuvieron en los inicios del grupo. A ellos se une ahora José Clavijo (batería) para cubrir la vacante que deja Alfonso Castro, que vive en Carmona. Antonio Rodríguez El Inglés, hermano mayor de Fernando, fallecido, es otra de las bajas del grupo primigenio. Antes de Tiburón formaron Guadalete —que podría decirse que bebía de Alameda—. “Hacíamos rock andaluz y ahora hacemos rock en Andalucía”, dice Fernando Rodríguez, conocido en el mundillo como Fernando Tiburón, principal “culpable” de la resurrección de la banda, que lleva desde final de 2016 recorriendo escenarios: “Queremos que cualquier pueblo pueda tener un concierto de rock decente”.

Pero antes hay que echar la vista atrás. Los cuatro amigos que comenzaron con la aventura, Fernando, Pedro, Paco y Alfonso, a los que luego se unió Antonio, empezaron de forma muy precaria. Una habitación de la casa de los padres de Fernando y Antonio ejercía de local de ensayo. El logo, en unos tiempos en los que aún no había Photoshop, lo hicieron recortando la silueta de la guitarra del catálogo de una tienda, a la que le unieron el tiburón de una pegatina de un Phoskito que se había comido la hija del vocalista. Pero a ganas no les ganaba nadie. Dedicaban su vida a un grupo que fue creciendo poco a poco.

Su primer disco lo grabaron en 1983, en los estudios de Sonido Jerez, los únicos que había en la ciudad por aquel entonces. El álbum Rock de pueblo tenía siete canciones que eran la mejor carta de presentación de una banda que nunca ha tenido miedo de decir lo que pensaba y de criticar “al poder” —dan un buen repaso en su tema El político—. Todavía hay quien recuerda su debut en la plaza de toros de Sanlúcar, junto a Triunvirato, también de Jerez, el 10 de junio de 1982, donde derrocharon fuerza, creatividad y energía. “Tiburón es un grupo que en directo te sacan las tripas, juguetean con ellas y te las vuelve a poner en su sitio. Te aplastan, no con el volumen de su equipo sino con la potencia y precisión de su ritmo lleno de creatividad mezcla de rock sinfónico con toques de jazz y raíces andaluzas, agitado todo ello es un coctáil cargado de mensaje”, recoge un aficionado en redes sociales.

Fernando, vocalista: "Con Camarón aprendí que hay que vaciarse cantando. Lo único que hago cuando canto es cantar de verdad"

“Nuestra intención es llegar donde no puedan llegar los macrofestivales, seguir tocando y pasarlo bien”, cuenta Fernando Tiburón, que añade: “Nuestro plato fuerte era la puesta en escena con fuegos artificiales, ahora hemos cambiado eso por invertir en sonido y tecnología para el directo”. El escenario ha cambiado. Ahora no pretenden vivir de la música, algo que consiguieron cuando estaban dedicados en cuerpo y alma a la banda. “Teníamos un truco: nos quitábamos la chupa de cuero y nos poníamos un esmoquin con pajarita para hacer ferias, lo que ganábamos lo gastábamos en discos y en la promoción de nuestro trabajo", relata Fernando. Así volvieron a editar un álbum años más tarde, en 1987, cuando vio la luz Amo el ecologismo, un disco que grabaron en Londres —“era más barato que en Madrid”—, donde vivieron toda clase de anécdotas. “Pasé lo mío, la verdad”, recuerda Fernando, que no sabía hablar inglés y al que, con sus pintas —melena, pendientes y botas altas— no lo paraba ningún taxi. “Pasó un chileno y me dijo que con ese aspecto no me iba acoger nadie. Por esa época mi abuela vivía en Londres, así que me puse el traje que tenía para ir a verla y al minuto me monté en un taxi”, cuenta entre risas. Pero se pone más serio al afirmar: “Allí cuidan la industria de la música. A Mick Jagger le hacen homenajes, aquí Miguel Ríos lleva años enterrado. Como pases de los 50 años…”

Ellos ya sobrepasan esa edad, y se nota, para bien. “Tenemos experiencia y hay que saber aplicarla. Ahora me muevo menos en el escenario, pero canto mejor”, dice Fernando. “Esto es tocar de verdad, si cantas de verdad te hace daño, si no te quieres hacer daño no cantes”, agrega. Para él, “si no tocas en el Harlem Rock de Londres igual que en la plaza de Paterna vas equivocado: todos los sitios donde actúas son súper importantes”. El vocalista del grupo cuenta que ha tenido anécdotas por las que merece la pena seguir dedicado a la música: “Una vez estábamos en El Cuervo y le dije a mi compañero que tenía ganas de un bocadillo de tortilla, pues a los diez minutos se presentó un niño con uno y me lo dio. 35 años después me escribió en Facebook y me dijo: Fernando, soy el niño del bocadillo de tortilla. Eso es impagable”. Para el alma máter de Tiburón, “el rock sigue, más vivo que nunca”, aunque lamenta que, en su opinión, “se ha perdido un poco el interés por los conciertos en directo”.

Tiburón, además de Rock de pueblo, llegó a hacer dos discos más, el ya citado Amo la ecología (1987) y Rockero por la paz. Este último no se llegó a editar, “está metido en manteca”, como dice Fernando, que en solitario hizo Soy un calvo con melena. Entretanto no paraban de recorrer escenarios de Andalucía y de toda España. El verano de 1986 hasta llegaron a hacer una gira con Camarón. Fernando lo recuerda así: “Había grabado La Leyenda del tiempo y también iba Pata Negra con él. Rafael Amador tenía problemas de salud y nuestro manager, Pulpón, nos dijo que si queríamos ir. ¡Nosotros encantados! Era un revolucionario del flamenco. Con él aprendí que hay que vaciarse cantando. Lo único que hago cuando canto es cantar de verdad”.

La banda ya tiene material para grabar un nuevo álbum, aunque también pretende rescatar del olvido Rockero por la paz. “También queremos empezar a hacer giras por teatros con un rock que se pueda digerir”, adelanta Fernando. ¿Un rock más suave? “Más suave no, las letras no van a cambiar, pero el espectáculo sí”, responde el vocalista del grupo, que añade: “Somos de pueblo y hacemos rock, pero no creas que somos inferiores”. La banda toca temas sociales “con los que no puedes mirar para otro lado”. Se implican. Quieren luchar contra las injusticias que ven con su música. Fernando remata: “Esta —la de la banda— es una historia muy bonita que por lo visto continúa”. Pues, larga vida al rock.

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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