'Raíces y alas': poesía doméstica

Carmen Ferrer presenta su primer libro de poemas en la Fundación Caballero Bonald. Dialoga con los escritores Ricardo Rodríguez y Josefa Parra. La obra ha sido publicada por la editorial jerezana Libros Canto y Cuento

'Raíces y alas': poesía doméstica. Carmen Ferrer, con su poemario, antes de la presentación en la Fundación Caballero Bonald, el pasado jueves.

La tarde del pasado jueves, la Fundación Caballero Bonald completó su aforo para celebrar el alumbramiento de un nuevo libro de poesía, "motivo más que suficiente para estar felices", subrayó Josefa Parra en sus palabras iniciales.

Entre el público había lectores, escritores, y gran parte de los colaboradores de la Fundación. Josefa Parra destacó el valioso trabajo llevado a cabo por Carmen Ferrer en la casa de Caballero Bonald durante 17 años. Poco a poco se fue implicando en la organización de los talleres literarios, “empoderándose como poeta”, hasta participar de forma muy activa escribiendo sus propios versos y relatos. Sus primeros trabajos han aparecido publicados en varias antologías, como Menos es más (2016), Todos cuentan (2018), Una flor todavía, Antología I (2019) y Antología II (2021). En 2018 fue seleccionada para participar en el taller online Escribir un poema dentro de la programación de Cosmopoética (Córdoba).

Raíces y alas ha sido editado por Libros Canto y Cuento, editorial que dirige el poeta José Mateos, que no pudo estar presente en el acto. Ricardo Rodríguez nos explicó que los poemas más antiguos datan de 2015 y el más reciente de hace solo unos meses. Con este libro, Carmen se revela como “una poeta de voz clara, transparente y sencilla, tres cualidades que distinguen a la buena poesía. Además incorpora el ritmo y la métrica con firme naturalidad”.

A la hora de construir los poemas parte de “una idea clave que suele mantener en un segundo plano bajo los destellos de su emotiva expresividad y que emerge sin tapujos, con ternura o con fuerza, al cerrar sus composiciones”. Y es que Carmen ha sabido seguir la línea que le trazaron sus maestros, como Mauricio Gil Cano. Ricardo reconoció haber disfrutado como un niño al contemplar el entusiasmo de Carmen cuando escribía sus primeros poemas, “obsesionada, ya con el veneno de la poesía haciendo efecto en su sangre”. Y remarcó que Carmen ha trabajado con pasión sus poemas, en cualquier lugar y momento del día, para encontrar la palabra precisa y el ritmo adecuado.

Lleno en la Fundación Caballero Bonald, el pasado jueves.   MANU GARCÍA

Respecto a su modo de entender la poesía, ella misma se define como una “escritora doméstica”, aclaró Ricardo. “Escribe sobre su propio mundo, su casa, su familia, su gata, su jardín… No trata de escribir sobre la materia oscura y los límites del lenguaje. Pertenece a eso que algunos llaman la línea clara de la poesía, que busca dar un mensaje hondo y claro.” En sus poemas encontramos “sencillez expresiva y despojamiento de lo superfluo”, porque lo que pretende es “transmitir la emoción de una experiencia”. Sus autores de cabecera son Amalia Bautista, Miguel D'Ors, José Mateos, Josefa Parra, Pedro Sevilla…

Según Ricardo, el libro gira alrededor de las dos palabras del título, Raíces y alas. “Para crecer y madurar, y ser más libre sin dejar de ser uno mismo, necesitamos saber de dónde venimos y aferrarnos con fuerza a nuestras raíces.” La primera parte del libro, Raíces, se centra en la memoria, en la infancia, ese espacio idílico donde vive rodeada de sus seres queridos. La palabra sueño aparece en varios versos. Es el tiempo en el que está presente la figura protectora de su padre. La madre se muestra como interlocutora o dadora de vida. Aparecen también la abuela, los hermanos, el primer amor adolescente… La segunda parte, Alas, remite al tiempo presente. El amor, con sus luces y sus sombras, vertebra los poemas. Ahora es una mujer madura, el tiempo pasa y los hijos se hacen mayores… La tercera parte, Instrucciones de vuelo, recoge “poemas relacionados con el oficio de escribir, algunos de ellos nacidos en los propios talleres de poesía”. En estos últimos poemas trata diversos temas, añadiendo al tono elegíaco de los capítulos anteriores un toque humorístico que redondea de forma muy convincente el libro”.

La autora junto a Josefa Parra.   MANU GARCÍA

Para presentarnos el libro, Carmen Ferrer apoyó su discurso en un montaje de fotografías. “Así comenzó todo, con esta foto en la que mi padre me sostiene en brazos.” A su padre, que le dejó “sus versos, su bondad y su alegría", ha dedicado Raíces y alas. También puso en ella la semilla de la poesía. Platero y yo fue una de sus primeras lecturas. Cuando falleció su padre, Carmen era muy joven. Tuvo que ocuparse de recoger sus pertenencias de la oficina en la que trabajaba. Allí encontró un diario de contabilidad. Además de los números del negocio, descubrió “borradores de prosa poética relacionada con la campiña jerezana, listados de palabras que rimaban, versos octosílabos, sonetos a los vinos de jerez, poemas de amor a mí madre y recordatorios de comunión con poemas personalizados".  A partir de entonces se dedicó a transcribir lo que contenía ese cuaderno y a imitar sus rimas. Comenzó a escribir poemas para las ocasiones familiares. Gloria Fuertes y Juan Manuel Serrat contribuyeron a encender su pasión por la poesía.

Carmen también recordó sus primeros días en la Fundación Caballero Bonald. Reconoció que aceptó el traslado “a regañadientes”. Pero ¡bendito cambio! Allí conoció a grandes compañeros y amigos. Y se fue introduciendo en el mundo de las presentaciones de libros, los congresos, las lecturas y los talleres literarios. “Esos talleres, al atenderlos y disfrutarlos, me dieron las herramientas necesarias para que esa semilla de la pasión por la literatura y la poesía, que dormitaba en mí gracias a mi padre, germinara.” Así que dio las gracias a todas las personas que, como Ricardo Rodríguez, “mi tutor literario”, Josefa Parra y José Mateos, le enseñaron tanto sobre poesía y sobre la vida. Y nos leyó varios poemas. El primero fue Raíces y alas, título que nace de un aforismo de Juan Ramón Jiménez: “Raíces y alas, pero que las alas arraiguen y las raíces vuelen”.

RAÍCES Y ALAS

Nos dicen que el pasado nunca vuelve.

Y sin embargo existe

una música oculta en las palabras

que hace que podamos

tocar nuestras raíces con los dedos.

 

Cuando escribo rehago

el viejo puzle de una casa en ruinas.

Con cada verso afronto mis miedos a volar

sin que nada ni nadie me sostenga.

 

Muchas son las tormentas

que han quebrado mis alas.

Pero, mojadas por el barro injusto,

espero al filo de la noche, y tiemblo:

siempre hay un sol que seca y cura.

 

Tal vez por eso ahora,

cuando quiero volar despliego mis raíces.