Lo esencial del artista es querer decir, y no importa el medio ni el género. Ese decir se transforma en palabras, en pinceladas, o en meros gestos o miradas. Las acuarelas de José Mateos son bellas formas de acercarse a esa realidad que se trasciende a sí misma en cada uno de sus detalles. El misterio de lo real nos abruma, pero también nos incita a contemplar, quizás para saber preguntar mejor. Somos lo insignificante que aparece en el horizonte, esa línea delgada que separa lo finito de lo infinito.
Los títulos de las acuarelas son fundamentales. Nos muestran la perspectiva existencial, el trasfondo de sentido o lo que busca el pintor: Hacia el sentido, Lejos de mí, El gran silencio, La frontera, La huida, Todo el peso del mundo, Aletheia, La ofrenda… También son momentos en el espacio y en el tiempo, paisajes y recuerdos: Verano del 19, Desde Doñana, Isla de Arousa, Homenaje a Murcia, Salinas…
Sutil, intimista, trascendente, minimalista, romántica… La pintura de José Mateos acoge todas esas palabras. Las personas son poca cosa frente al todo, pero con su mirada, con sus interrogantes, rompen las simetrías, la homogeneidad del cosmos.
La ingenuidad de los niños jugando en la playa se contrapone al abatimiento reflexivo de los adultos, quizás sorprendidos, quizás paralizados ante lo sublime del paisaje. El artista capta la sencillez del mundo y su belleza a través del paseo, la huida, el juego, la soledad, las construcciones humanas, y la naturaleza en todo su esplendor.
Son paisajes con luz densa, plomiza en algunos casos. El peso de la totalidad se hace presente ante lo poco que somos. Esta sensación de pequeñez frente a lo absoluto aparece desarrollada en Tratado del no sé qué: “La Gran Oscuridad es ese vértigo que no es pensable. Un espacio que, al ser infinito, deja de ser espacio. Un tiempo que, al ser infinito, deja de ser tiempo. Eso que reduce las más altas ideas y teorías a un mero juego para entretenernos. Lo absolutamente extraño, lo absolutamente impenetrable que nos sobrepasa por todas partes y ante lo que nos sentimos tan pequeños como una mota de polvo en una casa abandonada. (…)”.
Horario de visitas: De martes a sábados de 10.00 a 14.00 y de 16.00 a 19.00. Los domingos de 11.00 a 14.00.
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