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Reseña de la película 'El olivo', de Icíar Bollaín.

EL OLIVO (España, 2016) (1h. 40m.); Dirección: Icíar Bollaín; Guión: Paul Laverty; Fotografía: Sergi Gallardo. Música: Pascal Gaigne; Intérpretes: Anna Castillo, Javier Gutiérrez Álvarez, Pep Ambrós, Manuel Cucala...

El olivo es una película llena de buenas intenciones, con mensaje, que deja en el espectador algo de mala conciencia y a la vez, esperanza en nuestra capacidad de reacción frente a la degradación ambiental y social. En contraste con otras películas españolas que recurren a la historia oscura, al paisaje del crimen o las pulsiones atávicas, la película de Icíar Bollaín es un cine que combate el pesimismo social y las actitudes nihilistas, con un lenguaje más doméstico, donde los personajes suelen tener pocas dobleces, el cinismo de buena parte del cine comercial no está presente y sí lo están las inquietudes ecologistas o de vuelta a las raíces.

Alma (Anna Castillo) es una chica de veinte años que está convencida de que el silencio obstinado de su abuelo, su dejarse morir lentamente, se debe a la nostalgia que siente por un olivo milenario transplantado diez años atrás de su olivar de Alicante a algún sitio desconocido.

La idea de partida del filme no puede ser más loable, el problema aparece a la hora de elaborar la trama y desarrollar los personajes. En definitiva, su punto flaco es el guión. La historia que nos cuenta El olivo no engancha del todo; la trama no está trabajada y queda al servicio de la idea. Es una película ingenua en el sentido en que los cuentos infantiles lo son: vienen a ilustrar asuntos serios, oscuros a veces, con palabras y tramas sencillas, personajes unívocos y una lección moral. 

El olivo participa en parte de esta condición de fábula pero es cierto que presenta temas actuales, el abandono y destrucción de nuestro patrimonio rural, el ahogo de nuestra línea costera, la especulación inmobiliaria y su crisis…etc. El olivo como símbolo intemporal de identificación con una tierra, con una tradición, es un pretexto para hablar de la degradación de una sociedad, mediteránea en este caso, que se vende por trozos a los valores mercantilistas representados de forma algo simplista por el Düsseldorf alemán.   

En parte fábula moral, en parte road movie de ingreso a la madurez, El olivo no satisfará del todo al espectador que desde el principio da por sentadas las buenas intenciones de los personajes, y que quiera que le cuenten una historia con entrañas, y que le tenga en vilo la hora y media de metraje. Para este espectador Alma, el personaje principal interpretado por Anna Castillo, puede resultar irritantemente infantil, y sus dos compañeros de viaje sorprendentemte ilusos. Si Anna Castillo resulta monocorde y algo chillona, Javier Gutiérrez y Pep Arbós lo compensan con un trabajo  más convincente y mesurado.

Al espectador más sensible a los problemas medioambientales, a una visión más didáctica del cine, le gustará la película por su sentido simbólico, su llamada a la vuelta a las raíces, a la nostalgia del jardín perdido. El olivo milenario del abuelo de Anna es mucho más que un producto rentable, está imbricado en nuestra identidad y nos completa; es nuestro compañero de viaje.

El 'Jardinero tranquilo' en alguno de sus textos en lavozdelsur.es nos recuerda que preservar la vida del árbol, su condición de habitante de un entorno, importa tanto o más que su funcionalidad, su condición de producto. Dejar el alcorque vacío es ingresar en un alzheimer autoimpuesto.

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Jorge Miró

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