"Para mí escribir no es un oficio, es mi manera de vivir"

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Javier López Menacho lleva once años viviendo fuera de su Jerez. Nunca sintió gran desarraigo. Hasta la Navidad de 2013, cuando nos dejó El Torta. Esos días se encontraba en la ciudad, pasando las fiestas con su familia y amigos. El 2 de enero se volvía para Barcelona, donde reside ahora. “Me dio pena tener que irme y eso que nunca había escuchado a El Torta. Me dio pena y no sabía por qué”, cuenta. E indagó en ese sentimiento, relata, y llegó a la conclusión de que, tras años en el exilio, empezaba a echar de menos su tierra. “Empecé a escuchar a El Torta casi todos los días y a investigar sobre su vida”, dice. Y encontró la forma de canalizar ese sentimiento: escribir relatos sobre la tradición y la cultura andaluzas a través de personas emblemáticas.

Fue una de esas ideas locas que comenzó queriendo ser un libro de poesía y ha terminado por ser un libro-objeto, como lo define su propio autor. Hijos del sur (Tierra de nadie, 2016) ve la luz este mes de abril y que se presenta en La Mezquita del Alcázar. Un proyecto, liderado por su autor, Javier López Menacho, que cuenta con las ilustraciones de Ascensión Andreo, vieja conocida del escritor jerezano, a la que tuvo que convencer para que ilustrara los 21 personajes que protagonizan la obra.

Hijos del sur es un libro de relatos, de unas pocas páginas, en las que López Menacho combina la prosa poética con la poesía al estilo libre y en los que aborda diversas circunstancias que vivió el personaje en cuestión o su obra. “Es un estilo de escritura muy emocional”, describe su autor. El de Picasso va sobre la muerte de su mejor amigo, el de García Lorca de una canción que hizo Leonard Cohen basada en un poema suyo… Estos son dos aperitivos del menú que se puede degustar leyendo Hijos del sur, que entre los 21 personajes incluye desde Blas Infante hasta La Paquera de Jerez, pasando por el cantautor Carlos Chaouen o el músico y autor de comparsas Antonio Martínez Ares.

Pero con la crisis resistiéndose a marcharse y sin padrinos, a López Menacho no le ha resultado fácil sacar adelante el proyecto. “No me quejo, porque es lo que hay para todo el mundo, pero la industria cultural tiene una doble dificultad, ya que el talento debe prevalecer sobre las condiciones de mercado”, dice. Hasta que dio con una modesta editorial jerezana, Tierra de nadie, y con un editor “un poco loco” que apostó por su obra. “Me parece súper relevante que lo haga yo, que soy de Jerez, el editor también, y que en la presentación vaya a tocar un músico de Jerez (Rafa Caballero)”, cuenta el jerezano. “A nivel de ciudad es algo importante”, añade.

El hecho de escribir y sacar a la calle este libro, más que una cuestión comercial, es “romántica”, y ahí López Menacho y Tierra de nadie formaron un tándem perfecto. Porque él, a pesar de haber participado en varios títulos y de tener su propia novela, Yo, precario –en la que relata su dura incursión en el mercado laboral–, no vive de escribir. Aunque aspira a ello. "Para mí escribir no es un oficio, es mi manera de vivir. Por eso voy a seguir escribiendo. La cuestión es si lo puedo llevar a profesionalizar”, abunda. Mientras, lo compagina con labores de gestión de redes sociales y escribiendo en el diario digital La Réplica, que dirige junto a su hermano Alejandro. Pero sueña con tener su propia obra. “No pierdo el norte, aunque soy súper ambicioso: quiero tener una obra y que me lleven adonde sea”.

Poco a poco, paso a paso, libro a libro, y sin perder las fuerzas. Ni la esperanza. “Saramago fue un escritor muy tardío, empezó con 50 años y su época de esplendor fue entre los 70 y los 80 años”. Y en ese espejo se mira para no desfallecer. Empezó con apenas 15 años a escribir relatos, “en los que todo el mundo acababa muerto o se suicidaba”, dice entre risas. Su padre y su hermano son periodistas, “a lo mejor por ahí me viene algo”, pero dice que independientemente de su entorno familiar, siempre le gustó escribir. Y es lo que sigue haciendo. Que no pare.

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