La trayectoria profesional de Pablo Carbonell (Cádiz, 1962) es difícil de definir. ¿Es humorista? ¿Es cantante? ¿Es reportero? ¿Es actor? ¿Es director de cine? ¿Es escritor? Ha sido todo eso. Y nada a la vez. Con su gran amigo Pedro Reyes se curtió haciendo teatro callejero. Luego llegó La bola de cristal y fundó Los Toreros Muertos —nombre inspirado en el fallecimiento de los diestros Paquirri y el Yiyo—, fue uno de los miembros de la mejor época de Caiga quien caiga, dirigió Atún y chocolate (2004), fue David Gimeno en Hospital Central, recientemente escribió sus memorias (El mundo de la tarántula)... ¿Pero cómo se define Pablo Carbonell? "Simplemente, me dedico a luchar contra el aburrimiento", asegura. Y hace una predicción: "Supongo que acabaré mis días pintando, que es el arte más individual de todos".
¿De qué tiene vergüenza Pablo Carbonell?
No soy una persona vergonzoza. Sufro más la vergüenza ajena que la propia. Los políticos, por ejemplo, me dan mucha vergüenza. En general casi todos me dan bastante vergüenza ajena, pero los que peor me caen son los que usan el odio.
¿El humor tiene límites?
Sí. Hay una cosa que se llama respeto. Pero muchas veces hay muchos chistes que la gente no se da cuenta de que inducen a la reflexión y deben ser contados. No prohibiría que se dijeran, como persona que tiende a la reflexión entiendo que un chiste, sobre todo, me fortalece espiritualmente.
Le he leído en otras entrevistas que usted dice que es inmortal, ¿cómo lo ha conseguido?
He puesto a prueba mi supervivencia tantas veces que soy inmortal. Creo que viene bien porque los inmortales creamos obras muy atrevidas. Con Los Toreros Muertos había gente que me decía que no cantara algunas canciones, que no se podía provocar tanto, pero el público entendió que mis provocaciones tenían espíritu constructivo.
¿Por qué decidieron 'resucitar' a Los Toreros Muertos?
Ha habido varias fases, una de ellas es que esta última resurrección se debe a la celebracion de los 30 años de nuestro primer disco. Nos faltaba interpretar nuestro disco en directo. Ensayamos para hacerlo, tampoco mucho, no te creas, y después viendo la reacción y nuestras sensaciones, nos lanzamos. El humor ha conservado estas canciones de manera bastante aceptable y había un público esperando escucharlas.
"Sufro más la vergüenza ajena que la propia. Los políticos, por ejemplo, me dan mucha vergüenza"
¿Por qué cree que se conservan tan bien?
Tienen un espíritu critico, una mirada irónica sobre el mundo de la canción y del estrellato. Esto no ha cambiado mucho, siguen existiendo ese star system y esos modos. Nuestro vacile sigue teniendo vida. Seguimos haciendo falta.
¿Quién destaca del panorama musical español?
Tomasito está tirando del carro. Me acuerdo de la primera vez que Javier Krahe vio a Tomasito, me dijo: "He visto a un genio". Y yo lo corroboro. Y no porque actúe aquí, lo digo en Jerez y lo digo en Vigo.
¿Han vuelto para remover un poco los cimientos de la música?
Tenemos esa actitud. Ninguno quiere tocar con nosotros. No nos dejan telonear antes ni después de nadie. Rompemos los esquemas de tal manera... Los rockeros no se quieren juntar con los payasos, creen que pierden esa especie de barniz que se dan.
¿Se considera un payaso?
Yo soy muy payaso. Me he formado haciendo teatro callejero. Para mí, escribir una canción es la oportunidad de ponerme un disfraz. Soy un hijo bastardo del carnaval. Lo mamé 14 años, y algo de carnaval hay en Los Toreros Muertos. Los ritmos que utilizamos no son carnavalescos, pero sí tenemos esa esencia iconoclasta.
¿Es verdad que actuaron para Pablo Escobar en alguna ocasión?
No, actuamos para la gente que le hacía el trabajo más sucio. Colombia es un país que, aunque hayamos estado disueltos, nos han llegado invitaciones para actuar. Allí tenemos muchísimo tirón.
¿Por qué en Colombia?
Será por política. El hecho de que cantáramos rock en castellano fue algo que a la gente le llamó la atención. Aparecimos en aquella coyuntura (años 80), dijimos lo que dijimos y gustamos. El público colombiano es más fiel que el de aquí, cuando quiere a una banda no la abandona.Esta segunda juventud de la banda, ¿está siendo buena?
No es una segunda juventud. Es la madurez. Ahora entendemos el repertorio. Antes cantaba y lo primero que quería es que la gente botara, no entendía lo que cantaba. Ahora quiero que el público se divierta de otra manera.
¿Ha vuelto a Cádiz después del pregón de carnaval? ¿Qué recuerdo tiene?
Claro, hace poco estuve. No le guardo rencor a Cádiz, aunque me dolió no haber gustado más, pero qué le vamos a hacer. Nadie es profeta en su tierra. Lo que quería decirle a Cádiz es lo que le dije, pero me faltó conexión y me faltó salud.
¿Tan difícil es el público gaditano?
No es que sea difícil, es que no se entendió. Lo pasé muy mal. Era un gran honor y quería que la gente se hubiera divertido muchísimo más. Me fui a mi casa un poco amargado. Fallaron muchas cosas.
¿Es de los que piensa que hay que salir de la provincia para progresar?
No lo creo, hay gente muy válida que está allí, gente brillante que sigue viviendo en Cádiz. Yo no me lo puedo permitir, no tengo tanta suerte.
¿Pero sí para que se le reconozca?
Salir siempre está bien, te hace sentir ciudadano del mundo. Me ha hecho bastante más interesante. Muchas veces pienso en el momento en que mis padres me sacaron de Cádiz. Yo por mí me hubiera quedado, no me hubiera venido a Madrid. Mi vida habría sido muy distinta.
"No le guardo rencor a Cádiz, aunque me dolió no haber gustado más (en el pregón), pero qué le vamos a hacer. Nadie es profeta en su tierra"
¿Cómo le gustaría que se le recordara?
Lo más bonito que he hecho ha sido Atún y chocolate. Creo que tardará mucho tiempo en que alguien haga una película más gaditana que esa y la ha tenido que hacer un gaditano en el exilio para poder retratar el carácter mínimoesfuercista y de poca vergüenza que nos adorna.
En alguna ocasión se ha definido como una persona "normal", habrá quien lo conozca y no piense lo mismo…
Si ves a mi entorno o a mi familia, el normal de la casa soy yo. Eso sí, las personas que interpreto son anormales. O lo que hago es anormalizar los personajes que me dan.
Su biografía desvela detalles muy íntimos que no había contado antes, ¿por qué ese streptease personal justo ahora?
No lo sé. Me gusta mucho que la gente sea libre. Me he tenido que permitir la libertad de poner esas cosas en papel para sentirme a gusto. Entendí que escribir unas memorias me tenía que servir a mí. Para mí ha sido como terapéutico.
¿Tiene en mente más proyectos literarios?
Hay cosas que se han quedado en el tintero. Voy a escribir una fantasía pero le voy a poner reflexiones y cosas que también tengo guardadas. Pienso en la última biografía que ha escrito Felipe Benítez Reyes (El azar y viceversa), en la que cuenta cosas de su pueblo, pero ha cambiado nombre y el aspecto a los personajes para no tener que dar explicaciones por la calle. Todavía me quedan por contar muchas cosas que pasan en el mundo del espectáculo.
Los Toreros Muertos actúan el sábado 16 de septiembre, a partir de las 22:00 horas, en Plaza Canterbury. Las entradas cuestan ocho euros con consumición si se adquieren de forma anticipada, diez euros en taquilla.
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