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No hay día que Manu no se acuerde de su hermano. De su talento. De su voz ronca. Del mito. Al joven Migue la muerte vino a visitarlo demasiado pronto. El 6 de julio de 2004. Sólo tenía 21 años. Ha pasado ya una década. Él se fue, pero su obra permanece. No sólo canciones, también poesía, que su hermano se encargó de recopilar en un trabajo minucioso (le llevó más de tres años) que desembocó en el disco-libro que vio la luz en 2010 y que sigue vendiéndose como churros. Miguel Ángel Benítez Gómez, el Migue de Los Delinqüentes, recibirá el 11 de octubre un merecido homenaje en el Alcázar en una jornada en la que habrá conciertos, una exposición y hasta charlas sobre su vida y obra. El encuentro garrapatero Vente pa Jerez reunirá a amigos de Migue y a músicos con los que le hubiera encantado compartir escenario. Pero para llegar a entender por qué se le hace este homenaje hay que conocerlo. A la persona y al artista.

Su infancia

En una pequeña casa situada a las afueras de Jerez, entre la barriada de San José Obrero y Guadalcacín, se criaron Migue y Manu. Se instalaron cuando tenían 8 y 12 años respectivamente, tras dejar su casa de La Granja. Allí, su padre se dedicaba a la agricultura y el pequeño Migue comenzó a forjar su leyenda. Cuenta su hermano que llegaron a la casa y no tardó ni media hora en presentarse con cuatro niños de una barriada cercana diciendo que eran sus amigos. No podía evitarlo. "Se abría a todo el mundo", explica Manu. Raro es el niño de Guadalcacín que coincidiera con Migue y no se bañara en su piscina, una pequeña alberca pintada de azul situada a unos 50 metros de la casa. "Nos compramos la Super Nintendo y venía todo el mundo a jugar. Esto era como un centro cívico", cuenta el mayor de los hermanos Benítez. "Cualquiera que le echara el brazo por encima se lo llevaba a su terreno. No pensaba mal de nadie", recuerda. Vivir en el campo, en libertad y rodeado de animales, marcó la vida de Migue. Ahí fue donde creó el término garrapatero. Junto a la vivienda había una cochinera donde guardaba a su caballo y a varios perros. Una zona que estaba minada de garrapatas y que Migue tenía que quitar a sus animales. "En verano es un bicho que te obsesiona. Entonces, de ser algo negativo, lo empezó a ver como algo que te atrapa. Veía algo que le gustaba y decía que eso era garrapatero. Hizo una jerga propia", dice Manu.

En esta casa dio forma a muchas de sus canciones. Se encerraba en su cuarto de noche y empezaba a tocar el repertorio que manejaba en cada momento. "Hacía como si diera conciertos", cuenta su hermano. Cogía un cuaderno e iba cortando las letras, y grapando las que iba rectificando. Había días que acababa en la azotea en plena noche interpretando sus canciones. Esa escena quiso reproducir su hermano en el disco-libro Cómo apretar los dientes. "Nos planteábamos qué instrumentación necesitaban canciones como Rosa de mi pañuelo o Dejarlo correr, que están sólo con la voz y la guitarra. Después de muchas vueltas vimos que estaban hechas tan para sí mismo que se me ocurrió montar unos altavoces aquí en la azotea, lancé la pista y la grabé con una grabadora. Quise captar lo que Migue hacía a las cuatro la mañana cuando estaba cansado, subía por la escalera y hacía el repertorio en la azotea"

La persona más allá del artista

"Siempre que me preguntan por él lo primero que destaco es su generosidad", dice sin pensar Manu. "Y el valor tan alto que le daba a la amistad", añade. Diez años después de su fallecimiento, su hermano confiesa que hay cosas que le pasan a diario que le recuerdan a Migue. Durante la recreación del festival Woodstock que hicieron los Smiling Bulldogs en el Alcázar por las Fiestas de la Vendimia, también estuvo presente. "Alguien coge una canción suya, te da la sensación de que va a toda hostia y realmente no, parece que da mucha fuerza pero lo está cantando hacia atrás. Estás constantemente viendo lo genial que era", dice Manu. El pequeño Migue enseñó a su hermano mayor a "valorar todo lo que tenemos aquí. Yo era un chaval que quería estudiar periodismo y salir de Jerez, me veía en Madrid o en el extranjero. El flamenco no me llamaba la atención, lo veía como algo antiguo, la rumba también... El Migue, que era cuatro años menor que yo, con 14 años ya estaba con la guitarra de palo porque lo flipaba con Pata Negra y con Triana, y con 15 años monta Los Delinqüentes. Empieza a hacer cosas que no son normales para un niño de 14 años". Destaca que tenía muy claro cómo quería encaminar su carrera artística. "Esa clarividencia era sorprendente". Tan claro lo tenía que con el dinero que le regalaron por su comunión se compró su primera guitarra. Hasta le puso nombre: La Venena. Ahí comenzó su corta pero productiva carrera.

Un género propio

Flamenco punk, flamenco transgresivo. Así definía Migue su música. ¿El origen de todo? El rock. Aunque escuchaba todo tipo de música. Incluso tuvo una época en la que le dio por el rap. "Traía a la casa a chavales de Guadalcacín para darles clases de baile. Hacía el gusano perfectamente". Escuchaba a MC Hammer, Public Enemy, Run-DMC... Con su amigo Kiko, que fue quien dibujó las letras del primer disco de Los Delinqüentes, se pasaba las tardes escuchando esta música. "Iba a la discoteca de Guadalcacín, se ponía los pantalones de globo y se ponía a bailar". A mediados de los 90 descubrió a Nirvana, Pearl Jam... y dejó un poco de lado el rap. Siguió escuchándolo, pero menos.

Le gustaba todo tipo de música. Y cómo no, el flamenco. Escuchaba a El Torta, el Capullo, La Paquera, Agujetas... y también tenía influencias de ACDC, Triana, Pata negra. "Lo mezclaba todo... A él lo que le gustaba era mezclar. Fusionar", dice su hermano. ¿Y por qué definió su música como flamenco punk? "Porque punk significa: sin frontera, sin ley, a tu manera, a tu estilo", explica Manu. En sus letras reflejaba su día a día. Casi todas son autobiográficas. "Quería lo que le rodeaba: el sol, el aire, las nubes, el caserío, los bichitos... Todo era susceptible de ser llevado a una canción o a un poema".

Su etapa Matajare

El punto de inflexión en la carrera de Migue se produjo en octubre de 2003, cuando en plena gira de la Arquitectura del aire en la calle, el segundo disco de Los Delinqüentes, tuvo que ingresar en un centro de desintoxicación para superar su adicción a las drogas. La idea era que volviera en cuanto estuviera recuperado, pero el grupo siguió haciendo conciertos y Migue entonces lo vio claro. Iba a grabar un disco por su cuenta. Empieza a dar forma a Matajare, su nuevo grupo. Aunque no dejaba de ensayar canciones de Los Delinqüentes para volver a los escenarios con Marcos y Diego. Fue durante la grabación del segundo disco cuando a Migue se le pasa por primera vez por la cabeza iniciar una carrera en solitario. Fuera de ese álbum se quedaron canciones como Chinchetas en el aire, Sigo a la luna, Podenco gripao, La reina de mi vara verde, Poeta garrapatero, que quizá no encajaban con el estilo del resto del disco.

Algunas de ellas las compuso en el centro de rehabilitación. Uno que hay entre Arcos y El Bosque. Allí dio forma a Rosa de mi pañuelo ("Metido en ese centro, yo no aguantaba más") y Yo soy como el sol, dedicada a Lidia, una chica que había conocido poco antes de ser ingresado ("Lidia, Lidia, Lidia, cuando pronuncio tu nombre, mi corazón se me alivia"). Letras que forman parte de su etapa Matajare. Otra palabra con denominación de origen. ¿Pero qué significa? "Es una expresión que se dice muchas veces en la familia: Niño estás hecho un matajare. Un gamberro, un bala, es como majareta con las sílabas cambiadas. No llevas freno", explica Manu. Migue nunca dejó escrito su significado, pero para su hermano mayor esa palabra resume perfectamente la esencia de lo que era el pequeño de los Benítez. "Es el Migue, lo que transmite. Algo con mucha intensidad, con mucha rabia, algo de verdad. Sin rodeos. Algo muy puro".

Manu Benítez. FOTO: CRISTÓBAL ORTEGA

La vida de Migue llevada al cine

Tras el disco-libro que vio la luz en 2010, poco material queda ya de Migue que no se haya publicado. Algún que otro trozo de canción, estribillos sueltos. Insuficiente para formar parte de un nuevo disco. Aunque sí para un documental. En ello trabaja su hermano, que ya lo ha empezado a grabar junto con el cineasta Juan Miguel del Castillo, que en estos momentos trabaja en su primer largometraje, Techo y comida. En mayo ya filmaron el derribo de la casa donde vivieron Manu y Migue de pequeños, de la que sólo se conserva hoy día la pared en la que se puede ver un grafiti de Migue sujetando una guitarra. A lo largo del año que viene Manu espera que puedan dedicarle más tiempo a este proyecto. El documental incluirá entrevistas a Rafael Ramos Faé (percusionista de Los Delinqüentes), Dani Quiñones (bajista) y Lele Leiva (técnico de sonido), entre otros.

Vente pa' Jerez

El encuentro garrapatero del próximo 11 de octubre tendrá lugar finalmente en el Alcázar, tras venderse las 300 entradas del aforo de la Atalaya en apenas diez días. Tras la promoción de Cómo apretar los dientes, tocaba dar el siguiente paso, llevar esas canciones a los escenarios. "No está Migue para cantarlas, pero creo que para sus seguidores escuchar estas letras va a ser muy especial", dice su hermano. Además, habrá una exposición con pertenencias del malogrado compositor jerezano: el bombín que usaba en los conciertos, el traje que se compró para el disco de oro, su guitarra, manuscritos, fotografías, sus cintas de cassette con canciones grabadas... y hasta su Yamaha Jog. También se proyectarán vídeos y habrá hasta charlas coloquio. Estarán sobre el escenario, cómo no, Diego Pozo y la banda del Ratón y El Canijo de Jerez, antiguos componentes de Los Delinqüentes, así como Duende Josele, Juanito Makandé, José y Santiago Lara, Malena de Mateo, Palocortao, Smiling Bulldogs o Albertucho, que ha confirmado su asistencia recientemente.

El 10 de octubre, el Alcázar abrirá sus puertas a las 17:00 horas para poder presenciar la exposición sobre Migue (entrada: tres euros). El sábado, 11 de octubre, se abrirá a las 12:00 horas. De 14:00 a 18:00 horas habrá actuaciones en el escenario paralelo, de 18:30 a 20:30 horas habrá una charla-coloquio y de 21:00 a 00:00 horas serán las actuaciones en el escenario principal. Las entradas, a un precio de 15 euros anticipadas y 20 en taquilla, se pueden comprar en este enlace.

Sobre el autor:

Foto Francisco Romero copia

Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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