Las marionetas gigantes que brillan por todo el mundo fabricadas por un padre y su hijo en El Puerto

Adrián Varo dirige El Carromato, una compañía de teatro de calle, fundada por su progenitor Pascual Varo hace más de 20 años, que triunfa con un espectáculo de muñecos de cuatro metros con luces LED

Adrián Varo, de la compañía de teatro de calle El Carromato, fundada en El Puerto, junto a dos marionetas gigantes.
Adrián Varo, de la compañía de teatro de calle El Carromato, fundada en El Puerto, junto a dos marionetas gigantes. MAURI BUHIGAS

Junto a dos marionetas gigantes que lucen los colores de la bandera de El Puerto, un portuense recuerda aquella vez que acabó con ellas en una pista de patinaje sobre hielo en un centro comercial de Shanghái. Las anécdotas vuelan en la cabeza de Adrián Varo García, de 38 años, desde la nave donde se ha instalado hace unos meses. Los muñecos que reposan a su lado han animado cabalgatas de reyes y festivales de todo el mundo. Hace un día que llegaron de Hungría. “Es la quinta vez que vamos”, dice la cara visible de El Carromato, compañía de teatro de calle que lleva viviendo de los Big Dancers, nombre que reciben estos curiosos seres, desde hace nueve años.

Fue en 2014 cuando surgió este espectáculo innovador que ya ha enamorado a medio mundo con las coreografías de estos muñecos de unos 4 metros de altura. Por el día, sus cuerpos visten telas de colores, pero, por la noche, emiten luz propia. Iluminación y efectos que sumergió a la compañía en una “lluvia de giras”.

Según recuerda Adrián, la propuesta se estrenó por primera vez en el Festival Iberoamericano de Teatro (FIT) en Cádiz, en agosto de hace nueve años, “y en menos de diez días ya me escribió un festival de Rusia para que fuéramos, en diciembre ya tenía cerrada una gira allí, de golpe”.

Espectáculo 'Big Dancers' de El Carromato. CEDIDA
Espectáculo 'Big Dancers' de El Carromato. CEDIDA

Las marionetas están diseñadas y fabricadas por este portuense y por su padre, Pascual Varo Herrera, alma máter de la compañía teatral y de estos singulares bailarines que salieron a la luz en 1991. Este amante de las artes escénicas organizó un pasacalles con un grupo aficionado llamado Pies Planos que él mismo fundó como monitor de las ya desaparecidas escuelas municipales de teatro. Aquel año pasearon por el parque Calderón, junto a zancos, un dragón chino y un minotauro, dos muñecos que sería el antecedente a los modelos que ahora recorren el planeta.

Hace nueve años padre e hijo decidieron cambiar de género, ese teatro de calle convencional, con guiones del que se habían embriagado siempre, y crearon esta performance completamente diferente, sin texto, sin actores y mucho color.

“Cuando estábamos comentando qué espectáculo nuevo hacer, mi padre me recordó a los dos muñecos que sacaban en los pasacalles antiguos. Me planteó cambiar la cabeza y los cuerpos de las marionetas, empezamos a darle vueltas y a dibujar y, sobre la marcha, sacamos diferentes diseños. Se me ocurrió la idea de meterle luz y ya eso fue el pelotazo”, cuenta a lavozdelsur.es.

Adrián durante la entrevista con lavozdelsur.es.
El portuense Adrián durante la entrevista. MAURI BUHIGAS

Los Big Dancers fueron “un boom” inesperado. Ya han bailado en más de 25 países y han logrado entrar en otros mercados europeos como el francés, que, según explica, es “la élite del teatro de calle”. Han llenado de luz y color grandes festivales de Londres, China, Taiwán, Singapur, Dubai o Malta.

“Entramos sin buscarlo, por el boca a oído. Desde hace nueve años para acá no hemos creado ningún espectáculo nuevo, porque hemos vivido de este. Hemos tenido giras internacionales todas las semanas”, expresa Adrián desde el local decorado con algunas fotografías de esos viajes.

"La pandemia fue un batacazo brutal"

Son muchos los rincones de Europa donde ya han actuado y, en algunos, hasta “tres y cuatro veces”, algo que “no suele ocurrir con un mismo espectáculo”. El Carromato siguió girando hasta que la pandemia irrumpió, suponiendo un “batacazo brutal” para todo el sector. Tiempos duros en los que les llamaban de festivales, pero se cancelaban y sobrevivían en una incertidumbre continua.

Al año siguiente, los Big Dancers volvieron a la escena poco a poco. “Nos llamaban festivales que nos decía, nos hemos acordado de vosotros, sabemos que la situación es mala y os queremos ayudar. Se agradece mucho que se acuerden”, comenta el portuense.

El portuense posa junto dos de los 'Big Dancers'.
El portuense posa junto dos de los 'Big Dancers'. MAURI BUHIGAS

Las marionetas gigantes son la estrella de la casa, pero, antes de su llegada, El Carromato se dedicaba a hacer teatro de calle “más convencional”, obras con texto que bebían del teatro independiente en el que se formó Pascual, su padre.

Allá por los años ochenta, el progenitor ya había fundado un grupo amateur, Jaramago, cuando el teatro comenzaba con torpeza a profesionalizarse. Intentó dar el salto con varios grupos que acababan disolviéndose hasta que, por fin, su inquietud por dar vida a una compañía de la que vivir cuajó. Fue en el año 2000 cuando nació El Carromato, pero, por entonces, su hijo Adrián, ya se había enredado entre decorados.

"Conocí la profesión del teatro desde dentro"

“Cuando era pequeñito, en vez de irme a la plazoleta a jugar a la barriada, me tragaba los ensayos en el local. Yo conocí la profesión desde dentro y me encantó, siempre tuve claro que quería dedicarme a esto”, dice Adrián, que trabaja de su pasión. Asomó la cabeza en el mundo de la interpretación de la mano del grupo Balbo y, años más tarde, se formó como técnico de iluminación. Eso sí, siempre tirando de El Carromato, que debe su nombre a la estructura que su padre diseñó en 1993.

Las marionetas gigantes están fabricadas por Pascual y Adrián Varo, padre e hijo.
Las marionetas gigantes están fabricadas por Pascual y Adrián Varo, padre e hijo. MAURI BUHIGAS

Un carromato de madera antigua que usaba en su espectáculo El hombre de las Nubes. “Como aquí nos conocían como, los que llevan el carromato, mi padre quiso hacer ese homenaje al teatro del que viene, antiguos cómicos que iban con el carro llevando su espectáculo de pueblo en pueblo con los bártulos. Esa es nuestra esencia”, sostiene.

Los inicios para esta compañía no fueron fáciles. Al principio, la idea era hacer teatro infantil y juvenil, que, por entonces, “había poco de calidad”, pero, “entrar en el circuito era prácticamente imposible”. Así que, optaron por regresar al teatro de calle que siempre había hecho. En menos de un año, habían cerrado giras por toda España y se fue corriendo la voz. El carromágiko, o Volando en aeroplano fueron algunas de esas obras que les llevaron al éxito antes de que entrara la crisis de 2008, “un frenazo” al que sobrevivieron gracias a los encargos privados.

Las marionetas gigantes les impulsaron de nuevo, el covid, volvió a golpear, y ahora, continúan su camino con buen pie. Aunque el sector sufre la crisis económica y los cambios de color de muchos ayuntamientos, sigue adelante con la misma ilusión. Su próxima parada son Los Alpes, donde las marionetas llevan siete años seguidos bailando en la nieve. “Es una sensación bastante mágica”, dice el portuense, que también prepara las maletas para Andorra, y está a la espera de confirmar una gira fuera de Europa. A las ruedas de El Carromato les queda mucho asfalto que recorrer.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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