"El blues es la bulería de los negros"

María Bermúdez nació en Los Ángeles pero lleva 25 años viviendo en Jerez, adonde llegó para empaparse de flamenco. Este viernes dirigirá el espectáculo 'Jerez con California' de la Fiesta de la Bulería

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María Bermúdez se crió escuchando flamenco en su casa. Camarón, Paco de Lucía o Lole y Manuel sonaban por todos los rincones, unos cantes y sonidos que fueron calando en su alma. No tendría nada de particular si no fuera porque Bermúdez, de padres mexicanos, nació en Los Ángeles, en el Estado de California (EEUU), a muchos kilómetros de la que considera “la cuna del cante”, Jerez, donde lleva viviendo desde mediados de los años 90 del siglo pasado.

El día que una compañía de flamenco española se cruzó en el camino de su hermano, la vida de ambos, sin saberlo, cambió para siempre. Él, bailarín de danzas aztecas, tuvo un “flechazo flamenco”, y empezó a devorar a cantaores de cante jondo. El hermano de María, cuenta ella, “se obsesionó con el flamenco”, algo que “nos pasa a todos los guiris, conozco a gente que ha dejado trabajos y están aquí por el flamenco”.

Su caso es parecido. El hermano de María falleció joven, con apenas 29 años, y ella sintió que tenía que continuar su legado. “De la nada me dio por bailar flamenco”, recuerda. “Hay gente que cree en la espiritualidad y dicen que a lo mejor él tenía que seguir bailando y su espíritu entró dentro de mí, yo cogí el bastón y me decidí por el baile”. Antes de eso estaba estudiando Arte Dramático y cantaba jazz y blues, pero el flamenco se cruzó en su camino. “Lo dejé todo”, dice. Dos décadas después dirige un espectáculo, Jerez con California, que llevará a la Fiesta de la Bulería, donde estará acompañada por un trío de ases que siempre la cautivó: Remedios Amaya, Esperanza Fernández y Rosario Montoya La Farruca.

La primera vez que escuché flamenco lo sentí como algo familiar, pero también como algo incómodo"

¿Qué sintió la primera vez que escuchó flamenco?

(Piensa unos segundos). Es complicado expresarlo. Siempre se lo suelen preguntar a la gente de fuera y es difícil de explicar. Yo por lo menos hablo castellano, pero muchos no entienden lo que dicen cuando se canta, aunque les llega. Un lamento es universal, no tiene fronteras. Las rancheras mexicanas se asimilan al flamenco, la ranchera se lamenta, no solo se canta, se duele y se expresa con mucho dolor. El flamenco lo sentía como algo familiar, pero también como algo incómodo. Me incomodaba, pero siempre he sido de las que huye de lo fácil. Cuando contaba en América que iba a venir a Jerez a aprender de los flamencos me decían que no sabía lo que estaba diciendo. Que era muy complicado. Date cuenta de que en Jerez, cuando yo llegué, había pocos extranjeros, y la comunidad puede ser muy cerrada a veces. Pero tuve la suerte de que me fueron abriendo las puertas de las casas con mucho cariño. Hay de todo, pero yo iba a lo mío, con mucho respeto, a callar, a observar y a que se me fuera pegando poco a poco. Y así ha sido. Y sigo aprendiendo.

¿Había sentido algo parecido con otro estilo musical?

Con el blues y el jazz, que cantaba de antes. Puede ser que por el cante llegué a Jerez y me quedé aquí. Es lo que reina aquí y es lo que siento más natural, es parte de mi vida, pero no puedo cantar flamenco porque me exijo mucho, por eso decidí bailar.

María Bermúdez, durante la entrevista. FOTO: MANU GARCÍA

¿Qué tienen en común el blues y el flamenco?

La raíz es la misma. Viene del dolor de un pueblo. El blues viene del Delta del Mississippi, donde los esclavos negros se desahogaban al final del día con el blues, que es la bulería de ellos. Era un desahogo, igual que el flamenco. Hay que desahogarse o nos morimos. Lo veo muy semejante. Entiendo los dos idiomas y hablan de lo mismo.

¿Para usted el flamenco es una forma de vida?

Totalmente. ¿Cómo se vende el pescado en la Plaza? Como si estuvieran cantando fandangos. Aquí se vive el flamenco todos los días, en la vida cotidiana, al hablar, al expresarse. Eso se te va pegando poco a poco, lo vas asimilando, y te conviertes en un poquito flamenquita. Aquí no se habla, se chilla. Eso me impactó mucho. Yo podría haber sido antropóloga. Me gustan mucho las culturas y saber el porqué de las cosas.

Sacrifiqué mis comodidades por estar aquí dedicando mi alma a la profesión"

María Bermúdez no se lo podía creer cuando la llamaron para que dirigiera uno de los espectáculos de la Fiesta de la Bulería, que en su edición de 2019 está dedicada a la mujer. “Creo que se me bajó la tensión”, dice, “cuando colgué me eché a llorar de la emoción… porque he hecho muchos sacrificios dejando a mi tierra y a mi familia”. “Sacrifiqué mis comodidades por estar aquí dedicando mi alma a la profesión”, señala.

Fue a mediados de los años 80 del siglo pasado cuando decidió que quería dedicarse al baile. Entonces, empezó a documentarse todo lo que pudo. Primero fue a Madrid, y luego a Sevilla, antes de recalar en Jerez. “Aquí encontré lo que buscaba”, dice. Pero pasaron varios años antes de que pudiera instalarse definitivamente, alternando temporadas en EEUU, donde compatibilizaba varios trabajos —“estuve de asistente de un relojero, en una inmobiliaria…”— para poder ahorrar y venir a España a recibir clases durante unos meses.

Un detalle de las manos de María Bermúdez, en un momento de la entrevista. FOTO: MANU GARCÍA

Un día leyó que Jerez era “la cuna del cante”, y “tenía que indagar para saber qué quería decir eso”. Una vez en la ciudad, asistió a un espectáculo de la Fiesta de la Bulería. El Torta, Capullo de Jerez, Moraíto o José Vargas El Mono, entre otros, la encandilaron. “Ahí sentí una connection (conexión)”, se le escapa en spanglish. “Los escuchaba cantar y me llegaba, el cante de aquí es muy particular, y el compás también, no tiene nada que ver con lo que yo sabía”.

¿A qué cantaores y cantaoras escucha?

Cuando decidí que iba a ser mi profesión empecé a hacer mi propia selección de las que me gustaban a mí. En el elenco de mi espectáculo Jerez con California llevo a una de mis favoritas, Remedios Amaya, y también a Esperanza Fernández y a los Farrucos. Ese trío siempre me ha llegado, así que tenerlos ahí imagínate lo que significa. Las escuchaba en mis inicios. Ya estando en Jerez, a everybody. Al Capullo, al Torta, a los Soto Sordera, a Terremoto, a Agujetas… a todos. Y a los nuevos me los como enteros a todos. Mira a Jesús Méndez, a María Terremoto… no para de brotar solera.

¿Qué le quedará por hacer después de dirigir este espectáculo?

El listón está alto. Lo que venga va a ser un aderezo, porque esto es el pastel entero. Mi propuesta es seguir mi cita de todos los años con mi compañía y seguir mostrando y trayendo lo último y lo antiguo, una mezcla para seguir llevando la bandera de Jerez por todos lados.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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