65o_thatcherismo.jpg
65o_thatcherismo.jpg

La revolución, como Nietzsche, murió. Usted y yo nos seguiremos levantando y acostando. Los días y las noches alternarán sin inmutarse.

Días de incertidumbre y primer mes que se nos escapa. Vivimos en una especie de síndrome de Estocolmo permanente. En la intemperie permanente. Sin embargo, la sociedad civil sabe que una mentira repetida un millón de veces no acaba siendo verdad. Cala, es cierto. Más que posverdad, deberíamos utilizar el término "prementira".

Hace una semana hablábamos en esta misma columna de los grises años ochenta. Lejos de ser un páramo, aquella década confirmó que el futuro no es lo que era. El afianzamiento del neoconservadurismo supuso un entumecimiento intelectual. Meses atrás, inclusive, comparábamos esta década con aquella. Por entonces, utilicé el término "distopía": "Con el ascenso de Donald Trump asistimos a sus últimas bocanadas. Próximamente habrá que posicionarse, estar dispuesto a construir un nuevo modelo. A todos nosotros nos llega la hora de la verdad. Unos nuevos años 60 se avecinan. Los felices 20 pueden aflorar culturalmente una heroica sociedad. No hay mal que ocho años dure. No vivimos en una ucronía. Tal vez, una distopía. John Stuart Mill enfatizó a Tomás Moro hasta ennegrecer su imposible sociedad perfecta. Un ácido Alan Moore dibujó un fin de siglo XX totalitario y cruel. Su cómic V de Vendetta, emergió en los años del thatcherismo como respuesta libertaria y ácida a una realidad amarga. La entronización del underground y su posterior difusión fílmica, aupó a V como una especie de tótem reivindicativo y antisistema. No hay 5 de noviembre alguno donde sus fieles dejen de recordarlo. Sin embargo, la tenaz historia del tiempo presente no cesa de regalarnos una rosa roja por cada año cumplido. Tras las elecciones estadounidenses podemos confirmar que las sociedades democráticas desconfían del político profesional. Hay un odio visceral hacia el modelo decimonónico. Y, como dejó por escrito Franz Kafka, toda Revolución finalmente se evapora y solo deja tras de sí el barro de una nueva burocracia".

No obstante, la vida sigue igual. Y el miércoles de la semana que viene, también. La revolución, como Nietzsche, murió. Usted y yo nos seguiremos levantando y acostando. Los días y las noches alternarán sin inmutarse. El mundo, ancho y ajeno, seguirá girando pase lo que pase. Mañana será un lunes normal.

Sobre el autor:

seccion_negro_sobre_blanco

Daniel Vila

...saber más sobre el autor

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído